“Más políticas de desarrollo y menos blindaje de la frontera”

{jaimage crop="TC" /}La presidenta de la Federación Andalucía Acoge, entidad que trabaja por la integración de los inmigrantes en la sociedad española, analiza la presión migratoria en torno a la ciudad autónoma y las inversiones previstas en la frontera. La Federación Andalucía Acoge está conformada por diferentes asociaciones tanto en Andalucía como en Melilla que tienen por misión la reivindicación de una ciudadanía sin distinciones de origen ni de cualquier naturaleza. Esta entidad promueve la interculturalidad y favorece la integración de los inmigrantes, en definitiva, persigue que se considere ciudadanos a todas las personas que residen en España.
Sylvia Koniecki, presidenta de Andalucía Acoge, aborda con este periódico las entradas masivas de subsaharianos de la semana pasada en ambas ciudades autónomas así como otros intentos frustrados además de las medidas que plantea la Administración para reforzar la seguridad en los perímetros fronterizos, en el caso de Ceuta, alargar el espigón del Tarajal.
–¿Qué análisis hace Andalucía Acoge de la presión migratoria que se manifestó con mayor virulencia la semana pasada?
–Son imágenes muy duras y las más dramáticas del fenómeno migratorio en Europa. Estamos en una frontera que no es solo el límite entre España y Marruecos, sino entre Europa y el continente africano. En consecuencia, se ejerce un control de fronteras que resulta ineficaz y la prueba está en que, a lo largo de los años, se repiten las imágenes cada verano porque no se está abordando el problema para darle solución. Hay que abordar las causas, que no es más que la distribución injusta de la riqueza y una relación norte-sur desigual.
–¿Qué papel tiene Marruecos en su contención?
–En los países de tránsito como Marruecos se producen violaciones de los derechos humanos porque este país está haciendo el trabajo a la Unión Europea intentando frenar las migraciones en su territorio. En los últimos meses se ha visto claramente, porque hubo un fuerte acoso en torno a las personas de terceros países, lo que hizo que hubiera en julio el primer asalto a la valla y la presión migratorio estuviera sobre Melilla. Una semana después se produjo de forma más pronunciada el fenómeno de las balsas en el Estrecho. Muchas ONG en suelo marroquí denuncian que estas autoridades llevan a cabo una serie de violaciones y maltratos hacia estas personas. La UE les deja en manos de países que no ofrecen garantías a estos derechos humanos en el control de fronteras.  En la práctica lo que existe es una externalización de las fronteras y la europea está cada vez más al sur.
–¿Tiene conocimiento de fallecidos en los intentos de entrada de la semana pasada?
–No podemos hacer declaraciones al respecto porque no tenemos información de primera mano. Las imágenes son dramáticas y hay medios de comunicación que han entrado y recogido los testimonios de estas personas. Pero sí sabemos, por las personas con las que colaboramos, que se registran unos atentados muy flagrantes contra los derechos humanos.
–¿Se asemeja la situación actual a los asaltos a la valla de 2005?
–Esta situación no es, en cuanto a número de personas en conjunto, mucho mayor que la que ha venido produciéndose en años pasados (entradas en España). Hacemos un recuento y no es muy diferente respecto al año pasado. Lo que sí es palpable es la ineficacia absoluta de las políticas que se aplican ya que el fenómeno se repite una y otra vez. Al existir una crisis económica en Europa, pensamos que los inmigrantes van a frenarse y no van a entrar en suelo europeo, pero tenemos que pensar que la crisis en África es, en muchos casos, humanitaria y la migración es como una corriente de agua: la voluntad humana, al no resignarse, se impone y busca cualquier cauce para entrar y tener una vida mejor. Encontramos muchas causas para la pobreza pero, por países de origen, en la actualidad detectamos que proceden de Mali, sumida en un conflicto bélico grave; Guinea Bissau, en muchos caso definido como un narcoestado; o de la sequía del Chad. Hablamos de situaciones en países que van a empujar a las personas a cruzar. No habrá ningún blindaje de fronteras que contenga la voluntad de arriesgar la propia vida para saltar una valla, meterse en los bajos de un camión o en un bote de juguete para cruzar el Estrecho.
–¿Cuál es su postura respecto a este refuerzo de la seguridad en la frontera? En Ceuta, la Delegación del Gobierno plantea el proyecto de ampliación del espigón del Tarajal, punto por el que accedieron 91 subsaharianos a la ciudad la semana pasada.
–Creemos que todo acto desmesurado que se está haciendo en el blindaje de fronteras es ineficaz, debería dedicarse más bien a las políticas de desarrollo o, por lo menos, al control para que no se empobrezcan más los países del sur. Además, denunciamos que ese control de fronteras tiene unas consecuencias gravísimas para las personas involucradas. Fomenta la formación de mafias y de redes dedicadas al tráfico de personas porque no hay otra forma de que estas personas vengan.
–¿Cuál es su propuesta de política migratoria?
–Siempre hemos propuesto la creación de cauces para una migración ordenada, legal, que permita que las personas soliciten visados en el país de origen y se concedan en la práctica para poder llegar. Lo más importante es una voluntad política para dedicar dinero y esfuerzo para la cooperación con esos países. Para que emigrar sea un derecho, no una necesidad. Precisamente, los ciudadanos de Ceuta y Melilla sois quienes sufrís a diario las consecuencias de estas políticas migratorias ineficaces.
–¿Piensa que España está en condiciones de acoger a este colectivo?
–Lo que no podemos hacer es como se ha venido haciendo en las políticas migratorias europeas en las últimas décadas:  valorar a las personas como mano de obra que se ha recogido y utilizado porque hacían los trabajos que los nacionales no querían hacer, que suponían una riqueza económica para el país y, sin embargo, ahora descartar a esas personas porque ya no hacen falta. Son ciudadanos de pleno derecho y personas que pueden convivir aquí. Los ciudadanos tenemos que trabajar en su conjunto y no descartar a ninguna de las personas que viven entre nosotros.
–¿Cuál es la situación de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) en la península?
–Reivindicamos que no existan estos lugares porque se encarcela a personas que no han cometido ningún tipo de delito, sino una falta administrativa. No se puede criminalizar a alguien por este motivo. Por otro lado, nos preocupa que tampoco haya un reglamento para todos los CIE para poder fiscalizar lo que ocurre dentro. El centro de Algeciras fue descartado como cárcel por sus condiciones tan lamentables, pero sí es utilizable para las personas extranjeras. Hemos detectado casos en los que se mezcla a personas que no han cometido delitos con otros internos que sí, con lo que puede conllevar para algunos de ellos.
–¿Están saturados de personas?
–Sí. Ahora están así porque hubo un derrumbe en Algeciras y los enviaron a otro sitio. Se detectan periódicamente algunos centros que se llenan de una nacionalidad específica porque se va a fletar un avión para la expulsión a su país de origen. Entonces se vacían y vuelta a empezar.