El Mercado Medieval puede gustar más o menos pero no deja de ser una cita que arrastra a muchas familias que encuentran así algo distinto. Al menos es una opción en una ciudad que es capaz de concentrar en unos meses todo para luego demostrar un insultante vacío cultural.
Al margen del debate sobre si resulta caro o no, el hecho es que supone una alternativa que colar en la agenda del fin de semana familiar. Las imágenes de asistencia demuestran que siempre ha sido un acierto.
No todos pueden irse a la Península, tampoco a Marruecos. Quedarse en Ceuta puede suponer enfrentarse a la ausencia absoluta de eventos de interés si no existe un esfuerzo conjunto por repartir de una forma más racional los distintos actos y hacerlos además asequibles a todos tanto en lo económico como en el gusto.
Hemos pasado un agosto que, tras la feria, optó por echar el cierre en uno de los momentos de vacaciones para muchos caballas que no han tenido la opción de disfrutarlas fuera. Fue el periodo en el que la Ciudad debió pensar que no era necesario promocionar nada hasta el punto de ni siquiera preparar una mínima agenda.
De esto deberíamos aprender concibiendo la cultura como lo que debe ser y adecuando la agenda a la realidad de esta ciudad pensando en todos y para todos.
La gente necesita cubrir su tiempo de ocio y las alternativas son tan básicas que en cuanto se organiza algo diferente la gente acude en masa. Hace unas semanas Ceuta Ya! propuso crear una especie de órgano que estudiara los actos culturales para hacer programas acordes para todos. Fue una buena idea a la que no se le echó cuenta. Quizá una de las más inteligentes para atender a toda la población y evitar polémicas interesadas.
Solo es cuestión de preocuparse por romper el ‘sota-caballo-rey’ al que se ha reducido la agenda cultural para no solo satisfacer la demanda de un pueblo sino incluso ser referentes en algo. Se puede y si se quiere.