La mal llamada ‘cultura del fuego’ llegó para quedarse. Lo que en su día fue tildado de suceso ocasional se ha convertido en algo rutinario a lo que deben enfrentarse los componentes del SEIS. Las quemas provocadas de vehículos y contenedores no entienden de barriadas ni de fechas, prácticamente a diario Bomberos tiene que atender este tipo de incidencias arriesgando en muchos de sus servicios su propia integridad física al ser apedreados o convertirse en víctimas de emboscadas.
Según los datos oficiales facilitados a El Faro de Ceuta, en lo que va de año, el SEIS ha tenido más de 140 intervenciones relacionadas con la quema provocada de vehículos. En cada intervención puede verse afectado uno solo o varios, ya que la cifra global supera los 200. Todas las quemas están vinculadas a sucesos en los que las llamas fueron ocasionadas de manera premeditada con diversos fines: desde un fraude al seguro hasta un ajuste de cuentas pasando por el mero vandalismo o la intención perseguida de querer que retiren el vehículo del lugar.
A esos datos se suman otros: los relacionados con los contenedores de todo tipo que han quedado calcinados por las llamas.
De acuerdo con la estadística facilitada por la empresa Trace, se han quemado en total 157 contenedores en este 2020. En detalle 110 eran de RSU de 800 litros (los de tamaño pequeño con cuatro ruedas), 27 eran de RSU de 2.400 litros (los grandes con tapa semicircular) y 20, de selectiva de 3.200 litros (los de colores, papel/cartón, vidrio y envases). En número llama la atención, pero también en precio. Todos ellos estaban valorados en 92.430,58 euros. Y, lo más grave, sus quemas provocaron que las distintas barriadas se quedaran en ocasiones sin depósitos suficientes o que, literalmente, no tuvieran repuesto debido a la rapidez en su destrucción.
Esta es la leyenda de un año de incendios provocados: más de 200 vehículos y 157 contenedores calcinados, todos actos vinculados a un vandalismo y una delincuencia que preocupa ya no solo por el mero hecho en sí de los actos sino porque ha terminado asentándose en nuestra ciudad. Estas son las quemas que pueden traducirse en daños físicos contables, ya que al margen están los casos, también constantes, de quemas provocadas de vertederos clandestinos que se generan en las distintas barriadas en donde se acumula basura y chatarra. Los de Arcos Quebrados, antiguas caracolas o el que creció en la parte trasera de Los Rosales han sido los que más trabajo han dado a los profesionales del SEIS.
El año, pronto a su finalización, arroja cifras escandalosas de quemas que, ahora con los toques de queda implantados o antes con el confinamiento, no respetan las restricciones y en casi la mayoría de los casos se saldan sin detenciones. Preocupa que estos sucesos acostumbran a estar vinculados con intentos de emboscadas que han obligado a implantar particulares servicios de escolta al SEIS, ejercidos por la propia Policía Nacional y Local.
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