Categorías: Opinión

Marujitas

  • Mucho me temo que se están cerrando en la Iglesia Católica española las puertas de la tolerancia y abriendo la exclusa de lo intolerable

En mi familia, cuando cualquier tipo de discusión o polémica deriva es bizantinismos, lo zanjamos con: “Ya están aquí las Marujitas”, aludiendo a los que pueden hablar, pero por vicio; a los que quieren ser protagonistas, pues se sienten marginados; o a los que tienen a gala ser correveidiles oficiales. Lo que inventan, luchan hasta convertirlo en verdades. Cuidado con estas lenguas largas, que disimulan ser el mudito de Blancanieves , y a la primera de cambio pueden provocar un estallido como el big-bang.

Propio de Marujitas me han parecido esos comentarios de los que se han hecho eco los medios y relacionados con la dimisión del Vicario ceutí (“¿Qué es un vicario, mamá?”), previa penalización de un tirón de oreja de su jefe, el Obispo (“¿Para qué sirve un obispo, abuelo?”), que se han visto profundamente dolidos por una ceremonia que, según quien la autorizó -el mismo vicario- ha llevado al desconsuelo del Episcopus; y a la confusión y escándalo de la comunidad cristiana ceutí.

¿Puede una piedra, arrojada a la fuente, provocar una inundación? Quizás eso pretendieron los que la tiraron, aprendices de cabreros, anodinos, iniciando una controversia (otra más en el calendario eclesiástico caballa), donde será la ciudad, nuestra Ceuta del alma, la única perjudicada, como escribiría un cursi, pues ya está calificada de carcelera, cateta e ignorante. A ellos se unirá, desde ahora, el de beata trasnochada y mea-pila excepcional.

Y todo porque la Comunidad Hindú, tan respetuosa con los temas religiosos, los suyos y los de los demás, ha vuelto a repetir lo que ha venido haciendo tiempo atrás. Es decir, llevar en procesión, camino del mar, hasta el Santuario de la Patrona el icono de otro dios, Ganesh, el dios-elefante, protector de las Artes y las Ciencias. ¡Qué lástima que donde sólo ha existido un hermanamiento religioso, otros vean casi una profanación, capaz de tambalear la fe de los carboneros que no es ni fe, ni nada de nada. Pero allá ellos, los que se sienten intermediarios de los seres celestiales, capaces de jugar a doble banda, como son los políticos, que se reparten las dádivas que da la divinidad y el César. Mucho me temo que se está cerrando en la Iglesia Católica española , las puertas de la tolerancia y abriendo la exclusa de lo intolerable. Esté alerta mi amigo Ponferrada, siguiente quizá en la reprobación del Obispado de Cádiz, cuando, llegado el momento, lleven al templo patronal, los bueyes rocieros, acompañados por sones de flautas y tamboriles. ¿Argumentarán que estas cosas son propias de Falete?...

No; esta gente no son nuestras “marujitas”. Son muy rancias.

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