{jaimage crop="TC" /}Entre quienes partieron a Siria están aquellos con intención de morir en un ataque suicida y otros que buscan contactos, entrenamiento y experiencia, según un artículo con datos de la Inteligencia española.
De recurrente en los medios de comunicación, el caso de Rachid Wahbi –el taxista ceutí de 33 años que se suicidó al volante de un camión bomba que se empotró contra un cuartel en Idlib (Siria) causando unas 130 bajas– resulta tedioso e incluso puede herir la sensibilidad de su familia que sufre la pérdida.
Un reportaje de Salon.com también toma el vídeo sobre este ataque difundido por el Ministerio de Interior –a pesar de que la grabación se conocía desde hacía meses– para arrancar un artículo publicado esta semana bajo el título La migración yihadista a Siria emerge como amenaza. Salon es una web de noticias creada en 1995 y forma parte del grupo Salon Media Group. Sus contenidos se centran en la política de Estados Unidos y la actualidad, además de incluir comentarios y artículos sobre música, libros y películas.
De esta extensa publicación, cobra protagonismo una afirmación en relación a las personas que viajaron a Siria para combatir al régimen de Al Asad que su autor atribuye a fuentes de la Inteligencia oficial española, es decir, al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el organismo estatal encargado de conocer e informar al Gobierno de aquello que pueda afectar a la seguridad, estabilidad y defensa del Estado.
“Hay dos categorías”, dijo un funcionario de la Inteligencia española a Salon.com, quien pidió el anonimato debido a la investigación en curso. “Los que van con la intención de morir rápidamente en un ataque suicida. Y los que quieran participar en un acto de Yihad, tomando un gran riesgo, ya que se van a adquirir contactos, formación y experiencia. Quieren luchar, sobrevivir y volver. Esos son los que nos preocupan a la mayoría”.
Este planteamiento, reiterado a nivel nacional por Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior, y en la ciudad autónoma por Francisco Antonio González Pérez, delegado del Gobierno, deja en el aire las intenciones a su regreso de, al menos, seis ceutíes identificados que marcharon a Siria, presuntamente, enviados por la red yihadista interceptada el 21 de junio en el Príncipe. Estas personas se debatirían entre encarnar la figura del mártir –persona que sacrifica su vida por una causa– o la del lobo solitario –persona que comete o prepara actos de violencia en Occidente en apoyo de algún grupo o movimiento pero que lo hace solo, fuera de cualquier mando–.
No obstante, esta red supuestamente vinculada a la organización terrorista Al Qaeda, desarticulada con la detención de ocho personas, había mandado a Siria a 50 yihadistas para cometer atentados en ese país, según informó el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. De éstos, nueve salieron desde Ceuta y el resto desde Marruecos, según detalló el ministro, que confirmó que algunos de ellos “se han inmolado para perpetrar atentados terroristas”. Después de Wahbi murió Mustafa Mohamed Layachi, más conocido como Piti, de 30 años; y con posterioridad, Mustafa Mohamed, apodado Tafo, de 24.
Cinco yihadistas de España ya murieron en Siria, tres en atentados en los que perdieron la vida 100 personas, según fuentes policiales consultadas por el autor del artículo, Sebastian Rotella, corresponsal y periodista de investigación que trabajó durante casi 23 años para el diario Los Angeles Times, especializado en terrorismo.
“Vemos un poco de todo en el perfil de los reclutas”, dijo el alto funcionario de la Inteligencia española que consultó el autor del artículo de Salon.com. “Hay gente que está claramente con Al Qaeda o que son socios de sus filiales. Luego están las personas que no tienen ninguna relación con nada. Actores solitarios que acudieron allí a pelear”, reprodujo Rotella.
Según el periodista, los militantes con habilidades útiles, como los profesionales médicos o expertos en informática, se mantienen fuera de combate y se les da papeles de apoyo. Los hombres con experiencia militar se despliegan en unidades de primera línea.
Los cuerpos de policía de los países europeos temen que tras el entrenamiento se conviertan en “guerreros veteranos” que vuelvan de Siria y, por su cuenta o actuando bajo las órdenes de los jefes terroristas decidan continuar la guerra, señaló el reportero.