El pequeño Martín, el hijo de un caballa nacido en 'zona cero'

Nunca debió pensar, cuando se le pasaba por la cabeza que algún día iba a ser padre, que lo haría en las actuales circunstancias. El ceutí Iván Aznar de Lara, licenciado en Derecho y diplomado en Relaciones Internacionales por ICADE, reside en Madrid desde los 17 años. Con esa edad se fue a estudiar y ya se quedó en la capital de España tras terminar la carrera y encontrar trabajo, donde lo ha simultaneado con la realización de dos máster.

El pasado 20 de marzo nació su hijo Martín en el hospital El Escorial. En un centro hospitalario con contagiados de coronavirus y en la comunidad que peor lo sigue pasando en nuestro país, la Comunidad de Madrid. En San Lorenzo del Escorial vive desde hace seis años porque de allí es su esposa, Beatriz Herranz Aragonés. Se conocieron en el trabajo y decidieron unir sus vidas que ahora ha fraguado con el nacimiento del primer vástago de su recién creada nueva familia. A buen seguro que ninguno de los dos, ni Iván ni Beatriz, pensaron el pasado mes de agosto, cuando confirmaron a sus respectivas familias que iban a ser padres, que el alumbramiento se produciría en un contexto no solamente tan complicado sino en las peores circunstancias que este país ha vivido desde la Guerra Civil.

Nos cuenta Iván cómo, ya de por sí, el nacimiento de Martín iba a tener sus pequeñas complicaciones porque a comienzos del mes de marzo les confirmaron que sería necesario practicar una cesárea. Pero bueno, hasta ahí sería la práctica de una intervención quirúrgica que los ginecólogos hacen con mucha frecuencia. El nacimiento, si todo hubiera transcurrido de manera normal, estaba previsto para finales del mes de marzo, pero cuando les avisaron de que sería obligatoria la cesárea advirtieron de que habría adelanto.

A medida que iban pasando los días la situación en Madrid se complicaba aún más y todavía no había fecha exacta para la realización de la intervención quirúrgica. El día 18 se efectuaron las últimas pruebas en el centro hospitalario y les explicaron que el nacimiento tendría lugar a la semana siguiente. Ya estábamos en pleno Estado de Alarma y con un incremento exponencial desmesurado en el número de contagiados cada día. Les avisaron por teléfono veinticuatro horas después y les comunicaron que no se podían exponer a retrasar el alumbramiento y que se iba a producir el día 20.

Las 48 horas en el hospital las pasaron en la sala de dilatación por propia seguridad

Con todo preparado ingresaron en el hospital El Escorial, el centro referente de la sierra de Madrid y, aunque estaba asignada una habitación para su estancia, la complicación de la enfermedad y el incremento de los contagiados que estaban ingresados y que seguían llegando en oleadas, hizo que pasaran las 48 horas que permanecieron en el interior de las instalaciones sanitarias en la sala de dilatación. Martín nació sin problemas cuarenta y cinco minutos después del inicio de la intervención y los tres quedaron en esa sala con advertencia para Iván de que intentara circular lo menos posible por los pasillos del centro.

Por supuesto que no eran las mejores condiciones ni tenían nada que ver con una habitación, pero para la seguridad de ellos y del propio recién nacido era la mejor opción.

Algunas lágrimas, a buen seguro, que le recorrieron las mejillas cuando tuvo a su hijo en brazos. Lo más probable es que lo había soñado en más de una ocasión, no en esas circunstancias, pero lo importante es que tanto el pequeño como Beatriz se encontraban perfectamente. Unas lágrimas que también tenían un recuerdo para sus padres y hermana que estaban a setecientos kilómetros de distancia y que siguieron las novedades colgados permanentemente al teléfono.

Todo el personal del hospital de El Escorial le reconocía que cuanto antes salieran del centro sería mejor para ellos porque habían tenido incluso que incrementar el número de plantas dedicadas a la atención de estas personas contagiadas que seguían llegando. Ellos estaban en la planta baja, con luz artificial todo el día. El pequeño Martín no vio la luz del sol hasta que salió del hospital el día que les llevaron hasta la casa. Una rápida salida, con la menor exposición, el domingo día 22. Además se dio el detalle de que fue el último niño que nació en este hospital porque al empeorar las circunstancias se decidió por parte de la Comunidad de Madrid establecer dos hospitales en toda la autonomía como el lugar para el nacimiento de los nuevos madrileños a partir de la fecha del 21 de marzo.

Iván, Beatriz y Martín llegaron a mediodía del domingo 22 a su rincón de su seguridad, a su casa, a cinco minutos del centro hospitalario. Allí van pasando los días del confinamiento como no podía ser de otra manera. Todo lo pasado en esos días queda ya en el recuerdo porque lo importante, no lo olvidemos, es que Martín Aznar Herranz está perfectamente.

Ya va camino de cumplir su primer mes de vida. Queda tiempo por delante para que toda la familia pueda celebrar con ellos esta buena nueva, pero llegará el momento y cada jornada que pasa es un día menos para el abrazo de todos y entre todos.