Marruecos tiene prácticamente cerrado el blindaje de su frontera con Ceuta con la casi finalización del muro que ha ido construyendo de forma paralela a la playa del Tarajal. La obra comenzó hace unos meses para reforzar la presión evitando así mayores entradas de inmigrantes, después de un invierno en el que el Tarajal se convirtió en un auténtico coladero de subsaharianos que entraban a la carrera.
Pues bien, tal y como se aprecia ya desde el lado español, se ha levantado una protección a base de hormigón con la que se pretende conseguir una mayor efectividad para el freno en el acceso de los inmigrantes. Una barrera que ya funcionó con el intento de entrada protagonizado por 50 subsaharianos el pasado febrero y que fue abortado por los agentes marroquíes. Ahora, además, la presencia de agentes de las fuerzas marroquíes es aún mayor, habiéndose designado motoristas a pie de playa que complementan sus funciones con los agentes de a pie. Resulta casi imposible la entrada de los grupos de sin papeles que malviven en los montes marroquíes y sobre los que las oenegés ya han advertido de sus malas condiciones físicas.
Menos presión y otras vías
De hecho ese grupo de 50 fue el único que, desde el pasado diciembre, se ha arriesgado a intentar el pase, topándose con una férrea actuación policial que comienza con el arresto y termina con el abandono del inmigrante en el desierto.
Marruecos terminará con su particular permeabilización de la frontera en las próximas semanas, haciendo una demostración de intereses ante el Gobierno en aras a publicitar la acción de vigilante que lleva a cabo en este punto. Las fuerzas vecinas mantienen a más de doscientos agentes única y exclusivamente para la vigilancia en materia migratoria y de narcotráfico.
Las únicas entradas de inmigrantes que han sido detectadas por la Policía Nacional han sido de individuos que han conseguido alcanzar Ceuta ocultos en dobles fondos de vehículos. Eso en el caso de los subsaharianos, ya que en el de los argelinos su acceso se lleva a cabo haciendo uso de documentación falsificada con la que consiguen su entrada por el Tarajal entremezclándose con la cantidad de marroquíes que a diario hacen el tránsito fronterizo.