Ramadán y coronavirus se tienen que conciliar en
la barriada del Príncipe. Yassin Hamed, el presidente de la Calle Este, decidió acoger en un local de la asociación de vecinos a diez marroquíes que cumplieron la mayoría de edad en el pabellón Santa Amelia. Llevan cuatro días a su cargo. Ahora viven tranquilos, duermen todos juntos en un bajo y ayudan al presidente a repartir comida por las casas de los más necesitados. Cuentan con la colaboración de ‘Luna Blanca’. Yassin asegura que “una noche estuve con ellos y viéndolos ahí no pude dormir porque me suplicaban subir conmigo a la barriada y repartir alimentos a la gente. Cuando vi que los podía traer, se lo tomaron de lujo. Los chavales tienen ganas de crear su futuro y se superan sus límites ayudando a los más desfavorecidos. No hay palabras por las labores que han hecho”.
El presidente comenzó repartiendo comida solo y a tres familias. La situación ha cambiado muy favorablemente desde que llegaron los diez chicos. “Empecé repartiendo yo solo a tres personas y ahora tengo a noventa. Al verme yo solo, empezaron a ayudarme dos voluntarias y entonces vinieron ellos y ahora me ayudan”, cuenta.
Yassin, al principio, acogió a doce internos del ‘Santa Amelia’, pero no intentaron prosperar y tampoco ayudar. Les tuvo que instar a regresar al pabellón entre lágrimas: “Ahora mismo he devuelto a dos, y se pusieron a llorar porque querían quedarse. Pero como no quisieron hacer actividades ni escuchaban a las voluntarias que vienen a dejarse aquí la piel por ellos, no se han podido quedar porque ellos mismos no querían tirar para adelante”, lamenta.
Mouad Ahadach es uno de estos diez chicos. Él asegura que está muy tranquilo en la barriada ayudando al presidente junto a sus compañeros, porque “cuando estaba en el ‘Santa Amelia’ había muchos problemas. Los demás no nos dejaban ni dormir ni descansar porque hacían mucho ruido. Aquí estamos mejor porque descansamos y comemos mucho mejor”, cuenta.
Yassin Hamed no solo los ha acogido para evitar que pasen el confinamiento en el pabellón, sino que los ha metido en su vida, comen en su casa y pasan las horas con él en convivencia porque él tiene “dos hijos de sus edades y no podría dejarlos por ahí”, admite. Están intentando lavar su imagen. Dos voluntarias, Sara Mohamed y Soraya Abdesalam, acuden todos los días para enseñarles a hablar y escribir en español, porque así podrán evolucionar y crearse un futuro real en nuestro país.
Sara Mohamed cuenta que “lo principal es que aprendan lo esencial y básico. Sobre todo el abecedario y los números para que cojan nivel. Hay unos que evolucionan y otros se quedan estancados. Seis de ellos saben hablar más o menos español, se defienden. Pero los otros cuatro apenas lo entienden”.
Las voluntarias están totalmente implicadas en su evolución y ellos les cuentan cómo les ha cambiado la vida. Soraya Abdesalam, voluntaria, dice que ellos en el pabellón “no estaban bien. Además eran muchas personas ahí dentro y ahora están más tranquilos y haciendo cosas productivas. También se sienten más protegidos”. Ellas dicen que los chicos están muy implicados en las buenas labores. Les agradecen la ayuda e incluso les han hecho pulseras con sus nombres. Ambas están de acuerdo en que todos necesitan una oportunidad como todos la hemos tenido, porque los diez chicos tienen unas historias muy difíciles detrás y se han podido equivocar.
Yassin se queda con las palabras de su familia y los chicos. Le agradecen esta oportunidad, le dicen “te amo tito”, y se esfuerzan en las labores que les han planteado durante el confinamiento.
Los diez marroquíes junto al presidente de la Calle Este acabaron la tarde proporcionando comida, en principio, a 24 familias. Pero ha habido un imprevisto: una de las vecinas a las que ayudan ha pensado, sin ella tener nada, que su vecina de enfrente –soltera y con tres hijas– tampoco tiene qué comer en Ramadán. Así que han repartido la comida de esas familias contando con una más.