La noche del 13 de diciembre, la Guardia Civil abortaba un pase de drogas llevado a cabo por un marroquí residente en Francia que pretendía abandonar Ceuta con 41 kilos de hachís ocultos en las taloneras del vehículo Mercedes de su propiedad que conducía.
Hoy, casi mes y medio después, la magistrada titular del Juzgado de lo Penal número 1 le ha condenado a 3 años y 8 meses de cárcel, además de incluir la expulsión del territorio nacional una vez que cumpla los dos tercios de esa condena, salvo que demuestre arraigo.
El llamado S.F., que ha sido conducido preso preventivo por la Policía Nacional, ha reconocido los hechos y asumido una condena por conformidad, sin necesidad de la celebración de la vista oral para la que habían sido citados varios testigos.
El ahora condenado por delito contra la salud pública tiene permiso de residencia en Francia, por lo que se presume que ese era el destino de la narcótica sustancia que intervino la Benemérita en uno de los registros en el control de embarque.
El tráfico constante de la droga
Así, el puerto de Ceuta volvió a erigirse en espacio protagonista de una detención enmarcada en la lucha constante contra el narcotráfico que ejercen las fuerzas de seguridad.
Los dobles fondos en vehículos se convierten en la vía empleada para ese trasvase. Hay mil maneras de pasar hachís, tanto como la inventiva de la que echan mano los que habilitan los vehículos transformándolos en patera de la droga a cuatro ruedas.
La droga quedó intervenida y analizada por el área de Sanidad dependiente de la Delegación del Gobierno.
Con la condena dictada hoy, que es firme sin que quepa recurso alguno, se da carpetazo judicial a este caso relacionado con el tráfico permanente de drogas procedentes de las plantaciones del hachís de Marruecos.