A Samir, un tapicero
marroquí que circulaba con su bicicleta por la cuesta Parisiana,
lo atropellaron el 21 de abril de 2015. Desde ese día está en coma, ingresado en una de las habitaciones del
Hospital Universitario de Ceuta. Samir nunca pudo declarar ni ante la Policía ni ante un juez para aclarar qué pasó ese día, cómo es que terminó inconsciente, con unos daños irreparables que le han llevado a permanecer cinco años atado a una cama, protegido únicamente por los cuidados de su madre. Samir es uno de los dos marroquíes que este domingo, con muy poco acierto, ha terminado por protagonizar
una de las notas de prensa remitidas por la senadora Yolanda Merelo, de Vox, que ha servido para cuestionar el gasto que supone tenerlo en el
Hospital y criticar que lleve cinco años bloqueado en una habitación atendido por los cuidados de su madre. La senadora quiere saber del Ejecutivo central el gasto de los marroquíes en sanidad y, en concreto, por qué Samir sigue ocupando una cama en el HUCE. Con este discurso puede alentar las voces de ese sector crítico con el gasto sanitario provocado por los extranjeros, pero se queda a medio camino -porque esto no se cuenta en la nota de prensa de
Vox- de una historia dramática en la que este joven tapicero es víctima ya que las lesiones se las produjeron en Ceuta y por tanto debe ser atendido sanitariamente en nuestra ciudad. Eso no se cuenta, como tampoco que nada se ha podido aclarar de este accidente porque quien sabe toda la verdad no puede hablar, ya que permanece desde ese 21 de abril de 2015 postrado en una cama. El caso, que llegó al juzgado, se archivó y hubo hasta dos abogados que pelearon por avanzar sobre el mismo, desbloquearlo y alcanzar la verdad necesaria para que se haga justicia. Es imposible. Nunca hubo testigos de ese accidente en la Cuesta Parisiana, nadie acudió para declarar si vio algo que pudiera aportar luz y la víctima llegó ya en coma al Hospital, en donde permanece su madre encargada de darle de comer, asearle y rezar a su lado. Este choque es una de las grandes incógnitas vinculada a la crónica de sucesos local que no ha podido aclararse. Hasta el punto de que el caso, estancado, no ha podido concluir detallando el origen de esas lesiones: si hubo un conductor que las causó y escapó, si Samir cayó por sí mismo o si hubo otras personas comprometidas... Sin la declaración, imposible dado su estado, de este joven tapicero todo quedó en el olvido. Pero hay un detalle, la bicicleta de Samir nunca apareció, cuando llegó la Policía ya no estaba. ¿Quién retiró una prueba determinante? Este es Samir, esta es su historia, la que se esconde tras la habitación 117 que tanto preocupa a la senadora de Vox; es la historia de un marroquí, sí, pero un marroquí víctima de un suceso nunca esclarecido, un marroquí que venía a Ceuta a ganarse la vida como tapicero para llevar dinero a su madre, Sadía, la misma que ahora le cuida, que se ha convertido en sus manos y sus piernas, la que le sigue hablando al oído, la que le reza, la que sigue pidiendo justicia. El gasto hospitalario en el que pueda incurrir este joven está directamente relacionado con un suceso ocurrido en España, en Ceuta, al que aún no se la ha colocado responsabilidad.