Los que peinamos canas conocimos el periódico El Caso especializado en noticias de sucesos que dejó de publicarse a finales de la década de los noventa. Un medio de comunicación que nos informaba de todos los crímenes y fechorías que sucedían en nuestro país. Me imagino que el medio cerró porque los lectores dejaron de interesarse por ese tipo de noticias.
Hemos escuchado que las modas son cíclicas y cada cierto tiempo vuelven a consumirse, esto mismo ocurre con el consumo de información. Pocos son los programas que no tienen ahora un espacio para analizar de forma más o menos objetiva y acertada los secuestros, robos o asesinatos que ocurren fuera y dentro de nuestras fronteras. Nada que objetar a este tipo de programas porque los profesionales tienen que pagar sus hipotecas y alimentar a sus familias.
La desaparición de una menor en Albacete y posterior detención de un profesor de robótica de la Universidad Internacional de La Rioja nos debe hacer reflexionar sobre las informaciones que los medios de comunicación emiten sobre determinados sucesos que pueden poner en peligro la vida de las personas o el fracaso de investigaciones para la detención de delincuentes peligrosos o la desarticulación de organizaciones criminales.
Sin lugar a duda el periodismo vive de las exclusivas, pero las exclusivas no pueden estar por encima de la vida de las personas y, mucho menos, por encima del derecho de las familias a conocer el estado de las investigaciones que pueden afectar a la propia vida de sus allegados.
El pasado día 31 de mayo los padres de la niña desaparecida en Albacete eran entrevistados sobre el paradero de su hija en el programa Más Vale Tarde de La Sexta, cuando se percataron de una noticia que estaba dando el periodista de esa misma cadena Manu Marlasca, en la que informaba que la policía “ya había constatado que la niña salió en tren desde Albacete a Madrid y que llegó a la Estación de Chamartín acompañada de un varón con mascarilla y que la policía estaba trabajando a través de las cámaras del metro para localizarlo y les seguía la pista a través de una Tablet que llevaba la menor”.
Los padres atónitos se acababan de enterar de la noticia provocando en ellos una gran tensión porque desconocían la información, pero más nerviosos se pusieron los policías que investigaban la desaparición porque ponía en riesgo la vida de la niña. Los presentadores de la cadena finalizaron la entrevista que duro apenas un minuto porque sabían del grado de tensión que estaban viviendo los padres al conocer la noticia y se disculparon como pudieron del error.
"Manu Marlasca no tuvo intención de perjudicar a ninguna de las partes, pero la cagó"
Han pasado ya unas semanas del suceso y la Fiscalía ha comunicado que investiga las revelaciones que pusieron en grave riesgo la investigación al poner en aviso a los delincuentes sobre las líneas de investigación, aunque pudieron rescatar a la pequeña y detener al autor de los hechos.
Esta desagradable experiencia debe hacer reflexionar a las cadenas con este tipo de formatos sobre la importancia de meditar las informaciones que se dan cuando la integridad física de las víctimas y policías están en juego. Sin lugar a duda, Manu Marlasca no tuvo intención de perjudicar a ninguna de las partes, pero no es menos cierto que Marlasca la cagó.
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