Mamadou (también llamado Mohamed) Balde y Moussa Sylla fallecieron en 2023 en Ceuta. Los dos compartieron un mismo origen marcado por las complicaciones de un periplo clandestino desde el África subsahariana. También un final, la muerte dramática en la tierra que debía servir de trampolín para una llegada a la Península que nunca se produjo.
Moussa fue encontrado en enero del año pasado colgado de un árbol frente al CETI. Se quitó la vida en plena ola de frío tras permanecer en la calle al haber sido expulsado del centro de estancia temporal. Nunca más se habló de él ni tampoco se concluyeron investigaciones para conocer por qué llegó a ese extremo.
El cuerpo sin vida de Mamadou lo encontró la Guardia Civil en el mar, también se había quitado la vida tras no recibir ayuda psicológica tras el daño sufrido en su trayecto migratorio.
Sus historias, ambas olvidadas, se recogen en el Informe de Derechos Humanos de la Frontera Sur 2024 que ha sido publicado por la APDHA este miércoles, en donde se hace mención a los espacios sin derechos para los inmigrantes, aludiendo no solo a los CIE sino también a los CETI, centros únicamente operativos en Ceuta y Melilla.
Circunstancias nada adecuadas mantenidas en el tiempo que conviven con el balance “del peor año de la serie histórica con una cifra de 2.789 personas muertas o desaparecidas en los trayectos migratorios hacia España”, tal y como recoge esta asociación que reseña cada uno de los casos ocurridos.
Para APDHA los CETI son “instalaciones de retención forzosa para migrantes” que arrastran un acceso no definido por unos criterios concretos, ya que está “supeditado a la voluntad política del Gobierno central” por lo que “a lo largo de estos años se ha podido observar cómo se ha negado sistemáticamente el acceso a este recurso” para determinadas personas, como ha sido el caso de los marroquíes.
No hay un fundamento legal, aclara la asociación, para negar entradas por nacionalidad, además de ser una norma “no escrita”, “habiendo momentos en los que, demostrando el haber realizado la solicitud de asilo, sí se les ha permitido la entrada a hombres y mujeres” marroquíes en el centro.
“Esto, unido a la falta de recursos de acogida digna en la ciudad, hace que numerosas personas se encuentren en situación de calle, expuestas a las duras condiciones del invierno y del verano y a una mayor vulnerabilidad”, denuncian.
El CETI se ha convertido en un abanico de nacionalidades que se acogen a dos tipos de programas: el de ayuda humanitaria para aquellas personas en movimiento que no reúnen las condiciones para poder solicitar protección internacional, y el organizado para solicitantes de asilo.
APDHA recuerda que “desde diversas instituciones y ONG se ha venido señalando la inadecuación del centro para responder a las necesidades de las personas que se alojan en él durante su estancia en Ceuta, que se puede llegar a prolongar por más de 6 meses, lo que provoca que se agraven las situaciones de especial vulnerabilidad”, explica.
Esas situaciones han derivado en casos dramáticos como las muertes de Moussa y Mamadou.
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