Al Gobierno del bipartito, como lo ha bautizado MDyC dejando en el camino aquel mítico desgobierno de la legislatura anterior, le crecen los enanos. Los continuos fichajes, los gastos que conllevan esos fichajes, el pago de indemnizaciones millonarias, los contratos que nadie sabe para qué sirven están generando un resquemor social importante. A la gente le jode leer las novedades contractuales cuando en muchos hogares existe una necesidad que, saben, no va a superarse. Porque aquella crisis que el PP dijo que era culpa nuestra por vagos (recuerdos de Mayor Oreja), todavía no se ha ido. Hay negocios que no remontan el vuelo y familias que siguen subsistiendo porque hay una persona que tira de su carro y del resto. Así que leer pagos de indemnizaciones por la cara o enumerar la de asesores que se van contratando sin que realmente estén trabajando para lo que les pagamos entre todos es un gran insulto a la ciudadanía.
No hace falta que venga MDyC a denunciar el bipartito y su reparto del pastel. No hace falta que salga un sindicato a contarnos que no entiende la de nuevos cargos que se están sacando de la chistera. La ciudadanía, tratada tradicionalmente como tonta por la clase política, conoce perfectamente lo que está pasando y ese sendero de despropósitos al que vamos asistiendo día tras día.
En las pasadas elecciones, atemorizado por los resultados, el alcalde decidió ponerse la americana blanca y salir a la calle para ser visionado como un hombre menos oscuro y arrinconado en su despacho. Ganó por la mínima, iniciándose una dulce luna de miel con su segundón, el PSOE, que ha desencadenado en este panorama de alocados personajes en el que parece que se estén matando vivos por colocar a sus afines, por destaparnos cada día una sorpresa distinta en donde prima de todo menos esos criterios de transparencia, mérito y capacidad que han terminado enmierdados viendo el panorama actual, en donde las ambiciones y el poder dan forma a un trastorno sin igual.
La ciudadanía no es tonta. Camina entre la comodidad y el miedo o, si me apuran, el hartazgo. Pero no es tonta.
Pero ustedes nunca han renunciado a las subvenciones que año tras año les ha regalado el PP. De vez en cuando usted escribe algo, pero todo está calculado para no hacer daño y no molestar al gran jefe.
Deberían pedir que las subvenciones a los medios se eliminaran.
Eso les dignificará.