Cuando me encontraba disfrutando de mis vacaciones en la localidad alicantina de Villajoyosa, mi cuñado me dijo lo siguiente: “Se que te gusta mucho los temas paranormales pues te voy a narrar una cosita que a mi me ha dejado echo polvo durante mucho tiempo y que gracias a la ayuda de varios amigos he podido ir desgranando y quitándome de encima todas las consecuencias de las que me había “agarrado”, término coloquial para declarar que alguien le estaba haciendo daño, una serie de personas.
Te cuento: “Tuve un sueño que consistía en una noche muy oscura que yo me encontraba andando por la calle y de buenas a primeras un hombre que iba ataviado de una capa negra antigua se acercó a mí con su mano derecha me la puso en mi pecho izquierdo junto al corazón y me dijo: “Te tengo poseído, nada podrás contra mis designios”, también observé que al instante se acercaron unas diez personas con un aspecto sospecho a “zombis” que me empezaron a mirar con la característica de que sus ojos eran de un verde brillante y a largados como si fueran unos gatos con la zona central de los ojos de color negro pero muy estirados en posición vertical. Eran muy raros y a la vez me entró un miedo tan grande que me desperté rápidamente. Entré en un estado de ansiedad tal que tuve que levantarme meterme en la ducha con agua fría vestirme y salir a la calle a respirar aire nuevo porque me faltaba la respiración en mi domicilio. Lo clásico de decir que me había asustado un montón, por no utilizar la expresión coloquial y mal sonante. Pasado unos días tuve otro sueño que era que una persona se me acercó en la calle y me abrazó me estrechó tanto y tan fuerte que sentí todo su cuerpo junto al suyo. Empecé a reaccionar y a oler el perfume que llevaba esta mujer y recordé como en un flas que era el olor del que se ponía mi madre. Ante estos dos sueños pues la verdad que no les dí importancia ni tampoco los relacioné uno con otro. Hasta que me pasó que durante una temporada de las que nos pasa a todos que intentamos dejar de fumar, que aunque parezca ahora un milagro lo intenté y lo conseguí, al principio me vinieron los kilitos de más que normalmente vienen por la consecuencia de la sustitución de la nicotina por la ingesta de comida indiscriminada.
Yo la verdad que como estoy un poco mermado en estos menesteres muy dije bienvenidos sean los kilos. Pero al cabo de unos días y sin dejar de comer tuve un efecto contrario de perder kilos y la verdad que no fueron los que había cogido sino que incluso empecé a quedarme en los huesos. Un amigo que se dedica a la observación de los “auras” me dijo que si me encontraba bien, y yo le dije que si, pero sin darle importancia a lo que estaba diciendo. Otro que tiene también poderes de sanador, me hizo la misma pregunta de que si me encontraba bien. La verdad que en ese momento fue cuando me empecé a mosquear por tanta inclinación hacia mi de las personas que yo sabía que tenían unos poderes especiales y aunque no lo dicen por los cuatro vientos pero en el barrio se habla y se cuenta de todo y muy especialmente de estas cosas. Y fue cuando ellos mismos empezaron a poner los granitos de arenas correspondientes. El del aura me dio unas instrucciones que las estuve haciendo al pié de la letra y el sanador también me dijo tanto a mi como a mi mujer otras cosas que tenía que hacer e incluso me dio un amuleto que llevo ahora mismo puesto en el pecho. La explicación sólida de todo era que me había echado un “mal de ojo” que es una cosa que se hace con unas malas uvas bastante malas para que las personas normales que viven pues sus días en el mundo estén un poco más mal paradas y eso que ya de serie lo tenemos muy mal. Me explicaron que había sido alguien muy cercano a mi y que si había observado la falta de algún objeto personal. La verdad que no me acuerdo de este menester. Lo principal que al cavo de unos diez días empecé a sentirme mucho mejor y empecé a recuperar los kilos que me habían sido arrebatados, aunque también me vino nuevamente la deferencia de volver a fumar como un carretero como de costumbre desde hace ya unos pocos de años. Fue una confesión muy bonita y corroborado por mi cuñada así que esto va a misa como popularmente se dice. La experiencia de la madre cogiendo a su hijo según me confesó le dijeron que era la presencia de ella intentando proteger a su hijo para que el mal que le había hecho quitárselo, pero que aunque ella con todo su amor de madre lo intentó no pudo con la fuerza que había puesto en el intento de desestabilizar todos los mecanismos vivos de nuestro confidente el sujeto o malhechor en cuestión.
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