Si alguna vez tuviera que rezar elegiría por lo demás el monte del compromiso, aquél que convierte tus miedos y faltas en palabras de perdón y contento.
Esto es compartido por todos los que alguna vez dejamos nuestras almas en manos de la indiferencia, un camino tan frío como estéril y cualquiera.
Si algún día tuviera que descubrir el brillo de las palabras, miraría de reojo el libro de las estrellas, vaya a ser que la imagen y el calor quemasen mis pestañas. Es consejo aprender a guardar las distancias si el alma no está prevenido, y viaja en pos de una experiencia que no llega.
¡Qué pocos viven entre los vértices de la creación!¡Cuántos olvidan por lo que han nacido! Más vale ser testigo en la pobreza que distraído en la ostentación. No deja de ser cierta la leyenda del marino que vendió sus naves para comprarse las sandalias del peregrino. Zapatillas caras dirán algunos, pero es tan cierto como que el sol oscila por el espacio, dejando paso a los días y a las estaciones.
En el quinto año de estancia en Madrid mis retiros son más frecuentes. Me gusta confundirme entre la maleza para vencer a mis inseguridades. Son dos o tres veces ya las que he elegido los montes de la Pedriza para pasar la noche. Cambio las luces de la civilización por un manto de estrellas, muchas de ellas nunca descritas.
El alma, el cuerpo, y la naturaleza parecen entenderse a la vez, mientras el jugo de las abundantes zarzamoras ofrecen su sabor y sabiduría. Entonces, la luz se traslada a un plano superior, y por fin se escuchan las voces de la razón: “Basilio, vivir en el retiro está al alcance de muy pocos, y además olvidas las magulladuras del hambre y del frío continuado. Hay quien se interna en un monasterio de clausura, pero créeme esa valentía de que presumes es sólo un reflejo. Es mejor que vivas en Ceuta, cerca de tus padres ancianos. No creas, sus 19 kilómetros dan mucho juego, y también está la gente para que no te sientas olvidado. Como el sol navega por el espacio, la estrellas del destino averiguarán tus pasos. Entre el Monte Hacho y la Montaña de la Mujer Muerta queda mucho por escribir; si el libro de Ceuta es tu sueño, ése es también mi regalo”.
Tres mundos confluyen a la vez en el momento de la escritura amén de la física: la argumentación o entendimiento, la escena o recuerdo, y la lectura o mensaje. Sendos tres son escurridizos pardiez.
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