La depuración del magisterio en Ceuta. Tres docentes fueron asesinados en Ceuta después del golpe de 1936: Esther Assor, Ángel Grande y Antonio Bernabé Calvo. Otras muchas se vieron expulsados y depuradas por los sublevados porque estos querían dejar clara su postura referente al magisterio y deshacer todo lo que tuviera que ver con la docencia impartida durante la Segunda República: «A los que hayan pertenecido a partidos políticos o se hayan significado por sus campañas o actuaciones contra la Patria o a los que hubieren tenido una actuación sospechosa o manifiestamente contraria al Movimiento Nacional».
El proceso de limpieza comenzó prácticamente al día siguiente de la sublevación, pero no fue legalmente establecido hasta la publicación del Decreto de 8 de noviembre de 1936, en el que se advertía que «no se volverá a tolerar, ni menos proteger y subvencionar a los envenenadores del alma popular». El castigo a las maestras fue una herramienta de represión política constituida y proyectada para instituir y legitimar el «nuevo régimen».
El rector de la Universidad de Sevilla, José Mariano Mota, se responsabilizó de la purga realizada específicamente en Ceuta, y José Figueroa, comandante del Estado Mayor retirado e inspector de educación en Ceuta desde agosto de 1936, la dirigió. A tal efecto, se creó una comisión de depuraciones que se encargaría conjuntamente de la primera y segunda enseñanzas; es decir, afectó a todos los centros docentes: escuelas primarias, institutos, escuelas de trabajo, conservatorios y escuelas normales.
Hubo quienes pudieron huir refugiándose en los primeros momentos en Tánger y, más tarde, Casablanca. Otras, en barco a Francia después de acabada la guerra y nuevamente en barco a México, Cuba, Venezuela, etc. Muchos no regresaron nunca y murieron en el destierro.
Las que aparecen en un listado de juzgadas: Paulina Zavala Lafora, encargada del curso del instituto; Las ayudantes interinas, Elena Perales Guerrero, Ángeles Rico Mayo, Julia Mira Beltrán y Enriqueta Alonso López; Las profesoras de la Normal, Gloria Ranero López Linares, María Gudín Fernández, Ángeles Herrero Contreras, María J. Cazalla Arias, y la profesora del conservatorio de música, Manuela Sevillano.
También a Adriana Torres Rodríguez, acusada en los primeros momentos posteriores al golpe de pertenecer a Izquierda Republicana y a la FETE. Era propietaria de la Escuela n.º 1. La sublevación la sorprendió de vacaciones en Extremadura, pero quiso volver y responder de las acusaciones. No obstante, le aconsejaron que no lo hiciera, pues su nombre figuraba en varias listas. Optó por desplazarse a Gibraltar y, desde allí, a Tánger. Una vez en la ciudad internacional, estuvo dando clases en el colegio de ideario republicano Manuel Bartolomé Cossío.
"También, la maestra Emilia Salvadores Izquierdo, en el 3 de febrero de 1937, se llevó a cabo la expulsión del magisterio de la joven de 27 años"
El juez especial, el comandante Francisco Pallás, remitió un comunicado a ayuntamiento y bancos para que retuvieran su patrimonio con el fin de que «no pudiera proseguir la campaña criminal contra la Patria». Pasados los años, en 1946, se ratificó la suspensión.
Hubo muchos procesos, pero apenas hemos podido encontrar documentación relacionada, como los realizados contra Castora Salazar Urrizola, expulsada en 1937 o Eugenia Carmona, que presentó sus alegaciones tras recibir un escrito de la Comisión.
Aceptaron rehabilitarla, pero debía ejercer fuera de Ceuta, «donde no fuera conocida por sus ideas y concomitancias socialistas». No le abonaron los haberes que se le debían y no quiso salir de la ciudad.
También, la maestra Emilia Salvadores Izquierdo, en el 3 de febrero de 1937, se llevó a cabo la expulsión del magisterio de la joven de 27 años. Sin embargo, como eso no era suficiente, fue llevada a comisaría, donde declaró y pasó unos días en los calabozos, tras lo que el juez militar ordenó su traslado al Sarchal.
"La depuración del magisterio en Ceuta. Tres docentes fueron asesinados en Ceuta después del golpe de 1936: Esther Assor, Ángel Grande y Antonio Bernabé"
Le dieron la libertad provisional a la espera de juicio pocos meses después, pero le rondaba la idea de huir de Ceuta. No podía dejar de pensar que, cualquier día, alguna patrulla de falangistas de las muchas que proliferaban por la ciudad sembrando el terror, iría a por ella. El padre de Emilia, Cayo Salvadores, también había sido maestro y lo ejecutaron en Algeciras acusado de socialista y masón. Su madre, Fidela, cruzó el Estrecho con su hija Amalia y se refugiaron en Tánger, donde se encontraba su hija mayor Hortensia dando clases desde hacía unos años en el Grupo Escolar Manuel Bartolomé Cossío.
Emilia, que permanecía en Ceuta, no lo pensó más: cruzó la frontera internacional del Borch en cuanto tuvo ocasión y se adentró en Tánger en busca de su madre y hermanas. Las hermanas Amalia y Hortensia decidieron irse a Casablanca y, desde allí, a México. Emilia y su madre, Fidela, tenían algunos asuntos pendientes y se quedaron. Sin embargo, también tomaron el camino del exilio el día 30 de abril de 1942 a bordo del buque Nyassa, que arribó al puerto de Veracruz (México).
Blanca Luna Castaño era maestra en la Escuela de Niñas n.º 5 desde el 22 de julio de 1926, y también fue un objetivo de la Comisión Depuradora de la Enseñanza Primaria. El 7 de enero de 1937 recibió un escrito: «Esta Comisión pone en su conocimiento que, como resultado de la investigación que ha realizado sobre el profesorado de Instrucción Primaria, le formula los cargos que se detallan al pie a los efectos de la circular de la Presidencia de la Comisión de Cultura y Enseñanza (…) lo que pongo en su conocimiento para que en el plazo improrrogable de diez días, formalice por escrito los descargos y aporte la documentación que estime conveniente a su defensa, todo lo cual entregará al presidente de la Comisión Depuradora o lo enviará a la misma bajo pliego cerrado».
"La Comisión fue muy severa y Blanca no consiguió ser readmitida"
Tres fueron las acusaciones: ser simpatizante de izquierdas-era cuñada del exconcejal socialista Lendínez-. La Comisión fue muy severa y Blanca no consiguió ser readmitida en la docencia hasta muchos años después, aunque no podría ejercer en Ceuta. Por tanto, retomó su actividad en Ronda ayudando siempre a su hermana Consuelo, viuda del concejal socialista José Lendínez, ejecutado en enero de 1937 como se indica en la nota anterior.
Molores Escacena, tras aría del Socorro García Domínguez, de 36 años y maestra, permaneció en la encerrada en el Sarchal. Acusada de auxilio a la rebelión, por sus clases de escuelas, se le abrió un procedimiento sumarísimo que desembocaría en un consejo de guerra. Desde 1923, había desarrollado su actividad profesional en diferentes centros educativos tangerinos, como el Grupo Escolar Silvelo y la Escuela de Artes y Oficios, hasta que en 1927 la destinaron a Nador, muy cerca de Melilla, en el Protectorado oriental.
Dos años después, regresó a Tánger para dar clases en la Alianza Internacional Israelita como profesora de lengua española. En el plano político, fue secretaria de la directiva de Mujeres Antifascistas en la ciudad internacional. Tras el levantamiento, y pese a permanecer en Tánger, la policía ceutí envió en abril de 1937 una notificación al puesto fronterizo internacional para que la retuvieran en caso de que intentase entrar en el Protectorado o en Ceuta.
En octubre de 1939, cruzó la frontera y, efectivamente, fue detenida y llevada a la comisaría de Ceuta, en la plaza de los Reyes. Después del preceptivo interrogatorio, se la acusó de haber firmado una carta de adhesión al Gobierno de la República. El juez dictaminó que ingresara en la prisión de mujeres del Sarchal a la espera de un consejo de guerra.
Fue una de las primeras personas que firmaron la carta de adhesión al Gobierno de la República. Perteneció a la directiva del Partido de Mujeres Antifascistas desempeñando el cargo de secretaria». La trasladaron desde la cárcel a los barracones del paseo de Colón (glorieta) en varias ocasiones, y así pudo comprobar que las pruebas en su contra eran abundantes.
Para contrarrestarlas, solicitó la inclusión en la causa de otros informes firmados por personalidades de Tánger. De ese modo, entregó al juez un listado: madre superiora del Colegio Siervas Franciscanas; Teófilo Martín, telegrafista de la legación española, y el obispo de Gallipoli, José María Betanzos, entre otros. El 17 de noviembre de 1939, el cónsul de España, Pedro Seoane, y el secretario del consulado se trasladaron a la residencia del obispo en Tánger para hacerle un exhorto que previamente había sido dictado por el juez instructor de Ceuta, a lo que el prelado contestó: «Me merece buen concepto por sus ideas y por su conducta religioso-moral, sin que nada le conste en contra». Deportada a la península María del Socorro llevaba más de un año en el presidio del Sarchal y no veía fin a su calvario.
Allí, como seguramente ocurrió con otras presas políticas, asumió la tarea de enseñar a leer y escribir a las numerosas internas analfabetas. En julio de 1940 se le tomó nueva declaración. Esta vez, había una nueva acusación: su amistad con el también maestro Antonio Maese, en busca y captura por pertenecer al Frente Republicano. Los días se le hacían eternos hasta que, dadas las insalubres condiciones en que debía vivir, cayó enferma y tuvieron que trasladarla al hospital de la Cruz Roja aquejada de un edema maleolar.
El 13 de noviembre de 1940 recibió un oficio del juzgado militar comunicándole el sobreseimiento de la causa y su destierro de Ceuta: «La actuación de María del Socorro García Domínguez no es constitutiva de delito y, si pudiera en su caso ser determinante de responsabilidad política por ello que, y no acreditándose la Comisión del delito perseguido, es procedente acordar el sobreseimiento provisional de la presente causa conforme al número 1 del artículo 538 del Código de Justicia Militar, y a la vuelta de lo actuado a su instructor para cumplimiento, notificación y curso de testimonio de los cuales uno se cursará al Tribunal de Responsabilidades Políticas y otro al Ministerio de Instrucción Pública, no debiendo la interesada poder continuar en el territorio».
"Acusada de auxilio a la rebelión, por sus clases de escuelas, se le abrió un procedimiento sumarísimo que desembocaría en un Consejo de Guerra"
La libertad provisional se le concedió en diciembre; al menos, pudo salir de la mugrienta prisión de mujeres, llena de humedad y enfermedades en la cárcel del Sarchal. Allí dejó a sus compañeras sufriendo toda clase de amarguras y penalidades. Ya en la calle, hubo de dirigirse a los barracones en los que se ubicaban los juzgados, en la glorieta de Colón, donde le entregaron un escrito: «Acuerda conceder a la aludida encartada la libertad provisional que solicita con las obligaciones de no poder ausentarse de esta plaza de Ceuta…»
En efecto, unos agentes se personaron en su domicilio y le indicaron que tenía 24 horas para abandonar la ciudad. Después, el comisario-jefe, Felipe Martín, comunicó al fiscal: «Tengo el honor de manifestarle que, en la mañana de hoy y en el vapor-correo de Algeciras, ha salido para Las Palmas (Gran Canaria) donde ha fijado su residencia, quedando con ello cumplimentada su superior resolución. Ceuta, 10 de diciembre de 1940».
Entre las maestras represaliadas, a Aurora Magal Benzo hay que destacar lo sufrido por la joven y por sus hermanos José y Juan. Aurora fue tildada de «propagadora de ideas marxistas y ser una incondicional republicana, simpatizante de la causa roja». Su expulsión se hizo efectiva en diciembre de 1942, tras lo que abandonó Ceuta y marchó a la pequeña localidad de La Breña (Higueruela, Albacete), donde aún la recuerdan con gran cariño a pesar del tiempo transcurrido. Los habitantes de esta aldea habilitaron una modesta casa para que pudiera dar clase en ella. Posteriormente, se trasladó a Valencia y contrajo matrimonio con José Antonio Verdejo, con el que tuvo tres hijos: José (ingeniero) y los maestros Francisco y Juan. No solo los que permanecieron en Ceuta tuvieron que padecer tanto sufrimiento, también muchas docentes. También, Victoria Morales Marfil, maestra municipal, era auxiliar de la Escuela Cantina Escolar. Tras la sublevación, la Comisión le envió un escrito el 22 de marzo de 1937. En julio de 1937, fue separada de su colegio y suspendida de empleo y sueldo durante un año.
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