La aclamada trilogía de novelas de Fernando Aramburu, una de las sensaciones comerciales de los últimos años en España, llega en forma de adaptación a la televisión (y demás dispositivos) de la mano de HBO. Preestrenada en sección oficial fuera de concurso en el Festival de San Sebastián, todo un gesto, esta miniserie de 8 episodios de unos 50 minutos que acaricia cicatrices de heridas no muy lejanas, de asuntos feos y muy controvertidos sobre el sufrimiento y cómo las pistolas y los rencores afectan a las familias que hay detrás de las caras que salen en las noticias de televisión.
A disposición del espectador en la plataforma ya la mitad de la serie, podemos atisbar un cuidado relato tomado con la mayor ecuanimidad posible, ligeramente desangelado en lo que respecta al alma de los personajes, pero magnético y atractivo producto del tiempo visto con perspectiva a la adecuada madurez.
Existe una sensación de que ha pasado el suficiente tiempo como para que en España nos atrevamos a tocar nuevamente el tema del terrorismo en la ficción, no con intenciones reivindicativas o sanadoras, sino con curiosidad histórica y con el sentido de la responsabilidad que corresponde a quien pretende contar algo muy terrible que no debe caer en el olvido.
El sobresaliente reparto supone todo un acierto de caras poco conocidas que desprenden una veracidad convincente y hacen sentir al espectador no en un sillón de su casa, sino allí mismo, efecto al que ayuda la imagen enturbiada y granulosa que recuerda a un pasado reciente en el que High Definition podría ser el título de cualquier grupo de pop del momento.
Lejos de polémicas o de partidismos, Patria es una ficción (recuerden, ficción), de las más basadas en la realidad que he podido ver, y se trata de toda una experiencia que te retrotrae a un momento convulso, que hayas vivido o no por edad, te llama y te atrapa con un interés documental no reñido con la buena narrativa y una trama con varios focos que se entrelazan con tino.
En algunos proyectos relacionados con la temática etarra se atisba el maniqueísmo, en otros se nota en cambio la intención de no juzgar y de entender a todas las partes. El mayor éxito de esta producción es el hecho de dejarse llevar y de contar algo sin mirar de reojo constantemente, sin ponerse guantes para evitar dejar huellas sospechosas, con simple ánimo de hacer un buen trabajo artístico que llegue a todas las personas, al mayor número de todas ellas.
Se trata con bastante justicia, aunque no debamos idealizar expectativas, de una de las series del momento y también del año que está en su recta final, un buen motivo para tener algo que hacer en casita sin arriesgar el pellejo en la calle de manera innecesaria o hacérselo arriesgar a los demás…
Juan Carrasco de las Heras: corleonne76@yahoo.es