Madres llorando al otro lado de la frontera porque los agentes marroquíes se llevan en autobuses a sus hijos después de haber intentado el cruce a nado hacia Ceuta.
La Guardia Civil desplegada de nuevo en toda la costa hasta el Tarajal para, sencillamente, salvar vidas. Un dispositivo de vehículos y agentes desde el Chorrillo hasta la misma frontera que serpentea la que se considera mayor línea de presión.
Esta constante, que lleva repitiéndose durante el verano y de forma más cruda este mes de agosto, ha hecho presencia en la frontera sur en la madrugada de este lunes.
Con la presión psicológica e incluso el miedo extendido entre toda la población que apuntaba a que iba a producirse una entrada masiva de personas sin precedentes, la Guardia Civil se ha enfrentado a una madrugada que no ha significado algo más de lo que viene repitiéndose otras noches.
No estamos hablando de algo nuevo, diferente. Lo que sucede en el mar es un asunto de envergadura al que no se le está poniendo solución alguna y que convierte a la labor en frontera en el servicio más penoso de todos.
El Servicio Marítimo y los GEAS, junto a los GRS y las patrullas de costas, han estado interceptando de manera continuada a los nadadores que llegaban desde Marruecos. Al menos entre 60 y 70 personas, cifra que comprende hasta las cinco de la madrugada, eran trasladadas en embarcaciones marítimas del Instituto Armado hasta el arenal del Tarajal.
Algunos, incluso, con mantas térmicas. Las llevaban aquellos que han tenido que permanecer más horas entre la niebla, buscando llegar así hasta Ceuta, y que se encontraban vencidos por el frío.
Los datos reales, las estadísticas acertadas de cuántas son las personas que se han echado al agua son complicadas de obtener ya que buena parte de la presión o, sin duda, la mayor, se ha producido en Marruecos.
Todos los nadadores eran desembarcados en el arenal próximo al espigón que marca la separación entre Ceuta y Marruecos para, tras recibir ropa seca, emprender el camino de vuelta a su país previa identificación.
Los nadadores, con prendas azules entregadas por la Cruz Roja, eran conducidos unidos hasta la frontera. Marruecos está llevando a zonas del sur a muchas de estas personas a modo de castigo. En demasiadas ocasiones ni sus propias familias conocen de su intención de echarse al mar.
La niebla impedía la visibilidad y obligaba a emplear, por ejemplo, el láser para marcar al Servicio Marítimo dónde se encontraban los nadadores, garantizando así que se les salvara la vida.
Porque esa era la meta, buscar en una noche mermada de visibilidad a los que seguían en el agua. Desde tierra no se veía absolutamente nada. Los medios técnicos de los que dispone el Instituto Armado terminan siendo fundamentales.
Así, una luz verde marcaba la zona a donde acudían los agentes para interceptar a nadadores que, en muchas ocasiones, estaban exhaustos. Los búhos con sus cámaras de detección de puntos de calor y la coordinación del COS se erigían en el complemento necesario para no tener que narrar más desgracias de las que ya se producen de por sí.
En el arenal, los GRS localizaron a varios jóvenes que habían logrado llegar a Ceuta. Su destino inmediato pasó por su entrega al vecino país. Fueron localizados escondidos entre las rocas o llegando a nado, aunque algunos intentaban emprender la huida jaleados por caballas que, desde los antiguos terrenos del Jato, no hacían más que entorpecer la labor de las fuerzas de seguridad.
En el mar se quedaban los flotadores que habían empleado para intentar ese pase.
Así ha transcurrido la noche, entre servicios que no dejan margen al descanso y una alerta, al menos visual, que quedaba representada en la mayor presencia de fuerzas de seguridad no solo en las playas sino también en las inmediaciones del entorno de Tarajal.
Las cifras de presión, al menos en Ceuta, no han sido más elevadas que otras noches. Sí que Marruecos ha intervenido de manera constante no solo en el mar con varias unidades sino también en tierra. Esa ha sido precisamente la clave para que la situación no se descontrolara.
Ceutíes que regresaban de Marruecos a altas horas de la madrugada explicaban a FaroTV que en el lado marroquí había muchísima gente, algunos echándose al mar para cruzar, otros en cambio solo para ver, además de quienes procedían de la asistencia a eventos sociales y musicales, pero que terminaban por mezclarse con todos los demás.
En torno a las 5 de la madrugada hubo una pequeña alerta cuando se detectaron intentos de entrada a la carrera por el arenal. Esas personas querían bordear el espigón, pero además de las fuerzas marroquíes que lo evitaron se contó con apoyo de la Guardia Civil que les iba marcando dónde estaban los nadadores.
A pie de espigón fueron activados los GRS y en el mar el Servicio Marítimo. No es la primera vez que lo hacen, esta vez volvió a repetirse ese intento.
Ceuta ha cerrado otra madrugada más de presión en el mar. Es prácticamente lo que antes pasaba en la valla extrapolado ahora al ámbito marítimo. La situación no es puntual, sino que se trata de una constante que lleva soportando el Instituto Armado todo el verano con jornadas especialmente críticas.
Las cifras que ejemplifican realmente lo que pasa no son las que publica el Ministerio del Interior sino las de los intentos, eso demuestra la auténtica envergadura de lo que está pasando.
Aunque la mayor presión se está produciendo en el lado del Tarajal, en la tarde de este domingo casi noche se registraron también tensiones en la zona de Beliones.
De hecho, tal y como explican los vecinos del lugar, hubo intervención de los soldados marroquíes.
Beliones también está ahí, como las presiones registradas en el otro extremo de Ceuta que no deben olvidarse.
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