La ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, sí ha cumplido su palabra. Ayer refrendó la Orden Ministerial con la que aprueba definitivamente (de manera parcial y con el requerimiento de nuevas subsanaciones, pero sin carácter “sustancial”) el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Ceuta, uno de los pilares del diseño del futuro de la ciudad a corto, medio y largo plazo.
Sánchez y su equipo habían trasladado al consejero de Fomento local, Alejandro Ramírez, que intentarían dejar finiquitado el asunto antes de las elecciones generales y así ha sido, con lo que un documento que ha tardado casi 20 años en fraguarse no sufrirá nuevas demoras.
El nuevo PGOU no solo es importante para dinamizar sectores como el de la Construcción, sino clave para paliar problemas acuciantes para el conjunto de la ciudadanía como la escasez y carestía de la vivienda, un déficit que atenaza casi cualquier proyecto económico o de vida en una ciudad que se quiere configurar como “prestadora de servicios cualificados y de calidad, con capacidad para ofrecerse como espacio atractivo, para vivir, para visitar o para invertir, a ciudadanos y empresas de regiones urbanas próximas”. Conseguirlo es un reto que debe conseguir la involucración de todos.
El desarrollo del Plan, que tendría que sanear barriadas que han ido creciendo de manera incontrolada, durante los próximos ejercicios será otro de los desafíos que deberá estar entre las prioridades del nuevo Gobierno de Ceuta, que ha estimado el coste de ejecución del nuevo PGOU en 60,2 millones en los ocho años de duración que establece el documento.