Frontera e Inmigración

La lucha de tres ciegos en el CETI

Ser ciego en Marruecos es sinónimo de falta de derechos. Pueden haber estudiado y demostrar ganas de mejorar en la vida pero nunca tendrán futuro. Por eso el pasado 10 de septiembre los amigos Soulaman Achrif, Youness Debboun y Soufiane Charif decidieron ponerse de acuerdo para entrar en Ceuta con el objetivo de quedarse. Tienen una meta en común, una meta sencilla pero imposible de alcanzar en el país que controla Mohamed VI a base de diferencias sangrantes. Solo quieren poder vivir.
Ese 10 de septiembre, Soulaman, Youness y Soufiane entraron por el paso ‘Tarajal II’ a primera hora de la mañana con los carritos que sirven para el porteo y con sus respectivos guías. Lo hicieron como tantos invidentes que buscan en el traslado de mercancía un modo de vida, una pequeña ayuda para subsistir. Esa mañana los ruidos, los empujones, el trasiego diario en esa línea del infierno la soportaron con mayor entereza porque sabían que ya no volverían a Marruecos, que se iban a quedar en Ceuta pidiendo ayuda, pidiendo protección.
“Debatimos el tema y luego decidimos entrar”, cuenta Youness, en un casi perfecto español a las puertas del CETI, en el transcurso de una entrevista mantenida con FaroTV. Ahora estos tres amigos naturales de Larache, Castillejos y Tetuán están en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. Son los únicos ciegos que hay acogidos. Entraron juntos y permanecen unidos, ayudándose unos a otros.
Las casualidades hicieron que en el centro del Jaral, Soufiane encontrara a uno de sus alumnos de piano. Lo reconoció por la voz. Y así fue cómo este profesor, que incluso ha ofrecido actuaciones en certámenes locales, supo que uno de sus pupilos se encontraba ya en Ceuta. Ahora, Jesús María, también marroquí, le ayuda en lo que puede y le acompaña en las clases de español que todos ellos reciben en el centro.
“Él es mi profesor”, sonríe emocionado el alumno, “toca muy bien”, añade generando las risas apreciativas del resto de amigos. “Allí en Marruecos ellos tienen muy mala vida. Hay vídeos en youtube de cómo están viviendo los ciegos”, explica el joven, que no se despega de quien fue su maestro y con quien la vida le ha vuelto a reunir en Ceuta. “Gracias a España, gracias al Rey”, añade. La vida para los invidentes está llena de penalidades más allá de la frontera. Este pasado verano salieron a las calles, hicieron manifestaciones e incluso un grupo se acercó a la frontera del Tarajal sin llegar a acceder a territorio español. Protestaron por su situación incluso amenazando con rechazar su nacionalidad. Lo hicieron porque no tienen nada, porque no existen ayudas, porque aunque estudien luego no se les contrata en ningún lado. Son personas marginadas simplemente por carecer de visión. Se les repudia y sus protestas caen en saco roto.
Marruecos conoce su problemática pero no resuelve una situación que afecta a muchos hombres y mujeres. Ha habido protestas y manifestaciones a las que se ha respondido con detenciones. Y no es algo nuevo, llevan años en la misma situación sin que vean una mejora. Empujar un carrito ayudado de un guía enfrentándose a la locura del Tarajal es una de las salidas a las que se ven obligados a aferrarse. Los vemos a diario en las naves, normalizando una situación que no lo es.
“En Marruecos estudiamos pero no hay nada, tenemos muchos sueños, queremos vivir, mejorar nuestras vidas, esos son nuestros objetivos ahora”, explican. “La vida es difícil” allí.
En Larache, en Castillejos y en Tetuán han quedado las familias de estos tres amigos que decidieron un buen día consensuar su entrada en Ceuta para, simplemente, tener vida. No piden nada más. Los tres empezaron unidos esta historia que continúan, también juntos, dentro del CETI. Ahora el campamento se ha convertido en su nuevo hogar. Allí perfeccionan el español, siguen estudiando y allí confían solo en mejorar sus vidas. Algo que en Marruecos les está vetado.
Soulaman es albino pero dice que esto no le ha causado más problemas añadidos a la de por sí ya mala situación que sufren los invidentes en Marruecos. Él ha permanecido al frente de varias protestas, estudia leyes y quiere seguir formándose. Sus compañeros han estado junto a él en todas estas iniciativas, reclamando los derechos que tienen los demás ciudadanos y que a ellos les son arrebatados.
La Coordinación nacional para los parados ciegos titulares de certificados en Marruecos elaboró el pasado mes de julio un informe en el que detallaba cómo “la población ciega de Marruecos es la menos afortunada en la sociedad marroquí”.
Los discapacitados no tienen derecho al empleo como un pilar fundamental que garantiza la dignidad humana. A finales de los años 90 una protesta de varios invidentes en Rabat se saldó con una dura acción policial, detenidos y desaparecidos.

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