Hace unos cuantos años, más de los que algunos piensan, la vida de mucha gente transcurría como si fueran en unos trenes que circulaban con plena regularidad por vías bien trazadas y cuidadas. Se tenía plaza en esos trenes y sólo había que acercarse a ellos, diariamente, para hacer el viaje elegido. Estaba todo pagado y sólo era necesario hacer algún que otro trabajo mientras el tren iba de un lugar a otro siguiendo el horario establecido. Ahora - ya desde hace algún tiempo - ya no es lo mismo: Hay vías y trenes, pero el número de estos es menor y, además, son necesarias unas condiciones, bastante difíciles de cumplir, para ocupar algún puesto en ellos. Son muchas las personas que se quedan en los andenes de las estaciones sin poder ocupar una plaza de trabajo en esos trenes que significan la actividad laboral en el país. La gente se agolpa en los lugares donde pueden lograr una plaza para esos puestos de trabajo y vuelve uno y otro día a insistir en ello; pero no pueden ser atendidos más que muy pocos. Hoy por hoy el mercado de trabajo está prácticamente cerrado, pero la necesidad de trabajar, para ganar un sueldo, subsiste y hasta se hace algo mayor. Es una cuestión muy grave que no se debe ignorar por nadie y que requiere medidas importantes para lograr que cada persona tenga un puesto de trabajo. Las exigencias van siendo cada vez mayores porque la competencia profesional que se demanda es cada vez mayor y porque, al mismo tiempo, no se ponen en marcha proyectos de envergadura, de muy variada clasificación, que requieran una crecida cantidad de personas, bien cualificadas, para trabajar en ello.
Hoy día hay que prepararse para vencer, en ese amplio mundo del trabajo, desde que se tienen muy pocos años. La educación de la persona para aspirar a ocupar puestos de trabajo - de la categoría que sea - empieza con las primeras asistencias a los colegios. Hasta en esos juegos infantiles ya aparecen los instintos de cada niña y niño y hay que saber conocerlos y ayudar a su mejora y correcciones que sean necesarias. Se trata de la necesidad de completar la labor de la familia, bien constituida y conocedora de su misión con los hijos, en la que el cariño y hasta los mimos surgen de forma natural. Ya ese es un compromiso muy importante ql que hay que dar una respuesta excelente; se trata de la formación de seres humanos, aunque sean de muy corta edad, a la que hay que entregar toda capacidad y calidad.
Esa formación humana no acaba nunca, aunque vaya adquiriendo características específicas conforme vayan llegando los años y no hay límite de edad. El ser humano debe dar respuesta justa y equilibrada siempre, cualquiera que sea su edad, a menos que la enfermedad se lo impida. Quizás dedicamos mucho tiempo al descanso y a las diversiones y poco - nada a veces - a la labor de nuestra formación. Esto es una derrota personal que afecta seriamente a la calidad del conjunto humano al que se pertenece: la Nación en su caso. Esa pérdida de calidad tiene presencia en la actividad mundial - que no siempre es manual sino que tiene una gran influencia en la dirección o gobierno de las naciones. Sin duda que hay que descansar y divertirse, pero sin pasarse de raya, sin olvidar en ningún momento las obligaciones.
Este es el gran reto que, de siempre, hemos tenido: luchar para vencer, no esperar a que nos lo den todo hecho y con buen sabor. Tal vez nos hemos dormido y hay que despertar a la realidad. Todos debemos aplicarnos esa necesidad de mejorar nuestra calidad humana y aunque la cuestión sea superior a tus fuerzas - o así lo temas - lucha por vencer.
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