Tribunales y justicia

La lucha de un marroquí por defender su inocencia tras una acusación falsa

Hay ocasiones en las que un acusado parece estar obligado a demostrar que es inocente. Todo se vuelve en su contra y termina siendo dibujado como un verdugo cuando en el fondo es una víctima. Esto es lo que le sucedió a un súbdito marroquí que este verano se vio envuelto en una detención perpetrada por la Policía Local de Ceuta después de que un menor le acusara de haberle lesionado con un arma blanca. No había pruebas más allá de esa testifical que, además, no tenía sobrada consistencia.

No obstante se construyó un relato de hechos en contra de quien, prácticamente, ha tenido que demostrar durante todos estos meses que era una mera víctima de un relato inventado. La magistrada del Juzgado de lo Penal número 1 ha dictado sentencia absolutoria ya que “la prueba practicada no supera el umbral mínimo exigible para fundamentar una sentencia condenatoria”, contándose solo con manifestaciones de policías locales como “testimonios indirectos”. Recuerda la magistrada que “solo puede considerarse prueba de cargo la que se obtiene sin vulneración de derechos fundamentales, se practica en el plenario conforme a los principios procesales de oralidad, contradicción e inmediación, o en los supuestos de prueba anticipada o preconstituida, en la fase de instrucción siempre que sea imposible su reproducción en el plenario y se garantice el ejercicio del derecho de defensa y la posibilidad de contradicción”.

En el caso de marras el acusado nunca reconoció los hechos a pesar de que se le ofreció una conformidad que incluía una rebaja importante de la pena. Se presentó en todas las vistas señaladas que quedaron suspendidas y en la última no pudo al no permitírsele cruzar la frontera en aplicación de la dictadura del visado que ejerce la Policía por orden de la Delegación del Gobierno. Siempre quiso defenderse negando haber apuñalado al menor, también de Marruecos, manteniendo que, muy al contrario, el adolescente era quien le había atracado la noche anterior y al reconocerlo se inventó esa historia para forzar a que los policías le detuvieran, como así ocurrió.

Su función de aparcacoches en Benítez se vio truncada por esta auténtica pesadilla que ha terminado al final con una sentencia absolutoria.

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