Con un virus descontrolado asoma la sinrazón de quienes anteponen su ego personal a centrarse en la lucha común por intentar reconducir la situación. En escenarios complicados, lo que menos cabe es la lucha entre adultos de mente adolescente o la de eternos rivales que parecen enfrentarse en la burda pelea de ‘a ver quién la tiene más larga’. Las guerras internas, las barriobajeras, tienen lugar en medio de la pandemia, mientras hay gente que muere, contagios cada vez más extendidos, familias que no saben cuál va a ser su futuro así como demasiado miedo y animadversión al otro. Mientras esto sucede en la calle, en los despachos hay quienes dedican buena parte de su tiempo a liderar peleas absurdas, a contaminar a medios de comunicación, a enmierdar el ambiente porque politizan lo que nunca debería ser politizado.
Falta empatía con quien sufre y falta situar los pies en el suelo para encaminar un plan de acción que tenga un fin común: que Ceuta mejore sus datos y que el virus deje de estar como ahora, sin control y haciendo más daño que nunca.
Mientras no entendamos esto, perderemos la batalla. La perderemos por culpa de quienes llevan a la práctica su enemistad, su celo, por quienes consideran que aquí la clave está en ver qué patinazo da una u otra administración, en vez de ir todos de la mano.
Con la de problemas que tenemos, con la de malas noticias que estamos intentando asimilar y las que desgraciadamente están por llegar... algunos siguen insistiendo en convertir todo esto en una guerrilla sin cuartel en la que todos perdemos.