Pistoletazo de Salida oficial, los niños de San Ildefonso comienzan a extraer del bombo de premios y del bombo de números la suerte. Ellos
Son los encargados de cantar los números agraciados desde 1771. Constituyen uno de los elementos más queridos del sorteo. Las pedreas, los premios, el gordo.
Recuerdo que un día antes del sorteo ya no había colegio. Yo, que tendría 15 años, compraba participaciones y las ordenaba en la mesa camilla pegado a la televisión. Al día siguiente mi padre traía el periódico, la prensa incluía la lista oficial de premios ordenados de mayor a menor acompañados del premio correspondiente.
Era la noticia del día: lágrimas, anécdotas, champagne regando a los agraciados, fábricas, bares, restaurantes, empresas que habían repartido la suerte y las frases de siempre: lo importante es la salud, seguro que cae la del niño, al menos tenemos la pedrea, lleva la devolución ... frases para el consuelo y ánimos para seguir intentándolo.
En Andalucía cuando había un premio importante se decía “ para tapar boquetes”, “termino de pagar la hipoteca”, “no sé dónde tengo el décimo”, todo para mis hijos, etc... Como si la vida cambiara de la noche a la mañana.
Los anuncios eran lacrimógenos en general: pobres, desahuciados, gentes que habían olvidado comprar el décimo, billetes de lotería que se encontraban en la calle o que se mandaban por correo a todas partes.
"Mi padre me contó que una vez, un señor vendió participaciones pero no había comprado los décimos correspondientes"
Ahora las administraciones venden este producto navideño 6 meses antes con el tema veraniego de los viajes “¿Y si toca Aquí?”
Comprar un número con los amigos, con los compañeros del trabajo, de la cafetería en la que desayunamos todos los días o de los chicos que venden papeletas para el viaje de fin de curso.
Luego vino EL CALVO, la fábrica de maniquíes, las retrospectivas imágenes de otros tiempos tipo como relata la serie “Cuéntame”.
Las colas de Doña Manolita donde siempre toca, el pueblo de Sort que le vende lotería hasta al Papa Francisco, la bruja de oro, El gato negro y ahora la venta online.
Nos roban la ternura y la nostalgia aparece difuminada en esa infancia que montábamos el Belén y siempre se caían los Reyes magos.
En mi pueblo el gordo tocó alguna vez y los banqueros se paseaban siguiendo el rastro de los premiados y ofreciéndoles el oro y el moro. Muchos espabilados compraban décimos premiados para blanquear dinero pagando más dinero a los dueños del boleto. La picaresca de nuestra España.
Mi padre me contó que una vez, un señor vendió participaciones pero no había comprado los décimos correspondientes. Su estafa le costó cara pues el número fue agraciado con uno de los premios mayores. La cárcel no pagaría la impotencia de los estafados.
Y así, entre sorteo y sorteo me hice lotero navideño ayudando a una asociación sin ánimo de lucro; La LOTERÍA DE BELÉN, una compañera que quien ha tenido la suerte de conocerla es un verdadero agraciado. Siempre me dice que la asociación de padres de personas con discapacidad intelectual me va a nombrar miembro de honor. Mi compañera es la auténtica fortuna.
“Tengo la lotería de Belén”. Así voy por toda Ceuta como Diógenes con su candil buscando al hombre.
Yo, para daros suerte, he puesto perejil a San Pancracio, he pisado una mierda, he pasado el número por una la cabeza de un calvo, me he conseguido un trébol de 4 hojas y le he pedido a un arriero cuatro herraduras de caballo. Mañana compro un conejo y me guardo una pata.
Soy el calvo de la lotería que ha llegado a Ceuta.