Confieso que en el pasado año contacté con las hermanas del soldado de Tiradores José Vinagre Escobales Rosa y Reyes, al decirme ellas que su madre Eugenia Escobales, antes de su muerte hace 21 años, siempre sentía un enorme dolor por no saber dónde reposaban los restos de su hijo, muerto en combate el 5 de diciembre de 1957 en Ifni. Me propuse, costase lo que me costase, que tenía el deber de que esa madre, allá en el Cielo, viera cumplidos sus deseos de que madre e hijo reposasen juntos hasta la eternidad.
El dolor y las lágrimas de una madre
José Vinagre Escobales era uno de esos seres que se dejan querer y que despiertan por donde pasan admiración, porque reunía todas esas grandes virtudes que hoy por desgracia tanto escasean.
El matrimonio Vinagre-Escobales tuvo doce hijos. En una cariñosa carta de una sobrina, Lourdes Ramos Vinagre, así recuerda a su tío José: "Mis abuelos, como todas las familias de entonces, pasaron muchas dificultades en la vida, pero el peor castigo que le puede pasar a unos padres es la muerte de un hijo. Por desgracia, vivieron en sus carnes cuatro fallecimientos, pero la muerte de mi tío José fue quizás la más traumática por dos motivos, uno en combate en la guerra en que murió y la otra el no tener nunca sus restos. Tan solo le llegaron sus ropas y demás enseres que los trajo su primo Cecilio Vinagre, que también estaba en el Grupo de Tiradores de Ifni y que resultó herido en combate, fue en 1958, cuando su primo entregó a sus padres lo antes citado...".
Un día triste fue en diciembre de 1957. Los padres de José Vinagre Escobales regresaban del campo de trabajar en Valverde del Fresno (Cáceres), cuando la Guardia Civil le hacía llegar un texto. Con anterioridad, a la madre de este soldado le dio un vuelco el corazón, aquel texto le comunicaba el fallecimiento de su hijo José Vinagre Escobales, siendo soldado de la 23ª Compañía del IV Tabor de Tiradores de Ifni.
Aquella madre se tragó muchas lágrimas porque ni tan siquiera pudo darle el último beso a su ser querido, porque tal como lo definió el intelectual: "Sólo una madre puede saber lo que significa amar y ser feliz." (Adalbert Von Chamisso, poeta y novelista alemán). Y lo triste es que, hasta el fallecimiento de esa madre, en 1988, nunca supo dónde reposaban sus restos, y tan solo pidió a sus hijos que hiciesen lo posible por que los restos de su hijo los encontrasen y que reposasen junto a los de ella.
El que fue su compañero, Nazario Selles Buforn, que lo vio caer agonizante el 5 de diciembre de 1957, lo recuerda como si fuese ahora: “Vinagre era un buen compañero, amable, cariñoso y servicial con todos los que necesitaban algo él, su muerte fue muy sentida en la 23ª Compañía, y muchas lágrimas resbalaron por las mejillas de aquellos soldados, y también de sus jefes que perdían a un excelente soldado”.
Un gesto que honra a la Ministra de Defensa
Nunca tuve ni tengo en consideración a la persona por sus ideas, nacionalidad o religión, me da lo mismo el color, su ideología, sea rojo, azul o verde, la valoro por sus hechos, y de ello puedo afirmar que en mi etapa del Servicio Militar, en el Batallón de Infantería del Ministerio del Ejército, tuve varios compañeros, uno de ellos musulmán de Tetuán (hoy catedrático), otro turco y hasta un francés, los consideré y los traté como compañeros, respetándolos, y hoy guardo un grato recuerdo.
En una tarea de horas y días, finalmente, gracias a José Santana Santana, exsoldado de Tiradores, me dio la pista y documentos donde reposaban los restos de José Vinagre Escobales, en el Panteón Militar del Cementerio de San Lázaro, en Las Palmas de Gran Canaria.
Le redacté un escrito a su hermana Rosa dirigido a la Ministra de Defensa exponiéndole el dolor de su madre que murió con amargura de no saber dónde reposaban los restos de su hijo y que deseaba, si algún día se encontraban, que su hijo José Vinagre Escobales descansase junto a ella en Coria (Cáceres).
Comprendo y me hago cargo del dolor de aquella mujer y lo que representa la figura de una madre y así describe un anónimo: "A mi madre. Me preguntas que es la madre. Junta el perfume de todas las flores.
El arrullo de todas las alas. La fuerza de todas las montañas. La inquietud de todos los ríos. La frescura de todos los valles. La mirada de todas las estrellas. La caricia de todas las brisas y el beso de todos los labios. Todo guardado por Dios en un corazón de mujer. ¡Eso es la Madre!".
Públicamente expreso mi gratitud a Carme Chacón Piqueras, ministra de Defensa, porque una llamada de Rosa Vinagre, el 23 de septiembre, me comunicaba que los restos de su hermano José, el jueves 17 de septiembre, ya reposaban en el cementerio de Coria (Cáceres) junto a su madre.
Hay que rendir público homenaje a la ministra Carme Chacón porque dio las órdenes oportunas para que los restos de este soldado fuesen exhumados del Panteón Militar de Las Palmas y que se contratase una funeraria para trasladarlos hasta dicha ciudad, siendo acompañados por un comandante, que fue Simón Gangura, también ex-combatiente de Ifni en la Bandera Paracaidista y quien los acompañó hasta la tumba de su madre, en Coria.
Rosa Vinagre, llena de emoción, me dijo que no tenía palabras de agradecimiento para la ministra de Defensa y, especialmente, para el comandante Alberto Loriente del Real, de la Capitanía General de Canarias, que así le dijo: "No se preocupe, que los restos de su hermano llegarán a Coria, sin que tenga que abonar nada para que descansen junto a su madre y, ante todo, su hermano José era un compañero nuestro y como tal, recibirá los honores que le corresponden”.
Ese día jamás se les olvidará a los hermanos y familia, un solemne y sencillo funeral en la Parroquia de San Ignacio de Coria que finalizaba sobre las siete de la tarde, donde un comandante de la Brigada Mecanizada XI de Badajoz, y una sección de soldados de dicha unidad, con una descarga de fusilería y la canción "La muerte no es el final”, rindieron los merecidos honores a un héroe más de la olvidada guerra de lfini. José Vinagre Escobales descansa ya en paz. ¡Presente!