Categorías: Opinión

Los pequeños dioses

Los humanos tenemos eso, que con el tiempo nos volvemos gilipollas y por nada terminamos endiosados. Resulta complicado controlar el ego y asimilar el éxito obtenido sin caer en el error de creernos un pequeño dios en un mundo que está bajo nuestros pies. Ceuta está repleta de pequeños dioses, quien más quien menos tiene a uno de estos mentecatos a su lado. Piensen por un momento y dedíquense a localizar al mortal que tienen por encima, agraciado con una pequeña parcela de poder, que en vez de andar levita y en vez de mirarte te desafía con la mirada. Cierto es que el éxito puede resultar difícil de digerir, y puede hacerte creer que eres el ombligo del mundo incapaz de darte cuenta de la esfera a la que has llegado, tan lejana de la realidad, que te convierte en un ser ridículo. Esto se estila demasiado en política. ¿A qué seguro que conocen al vecino de turno que ahora se ha convertido en consejero, director general o asesor del asesor del asesor principal del reino? Sí, hombre, ese que antes nos contaba la desdicha de la niña que nos ha salido rana o que nos ponía a caer de un burro al alcalde al que ahora venera o que tanto y tanto criticaba el enchufismo, y resulta que ahora parece como si le costara dinero saludar cuando te lo cruzas en el ascensor. Ha caído en el endiosamiento, un fenómeno que es capaz de convertir a un líder en un pequeño dictador, incapaz de admitir una crítica, incapaz de reirse de sí mismo o incapaz de ver otros puntos de vista que no sean el suyo, al considerarlos ya no inválidos, sino insultantes.
El mundo de los pequeños dioses forma una clase aparte, en el que están ellos en un lado y todos los demás en el otro. Quien burla las normas establecidas queda marcado y quien habla más alto que el resto puede enfrentarse a toda una maquinaria que terminará por doblegar su voluntad. Pero lo que no saben los pequeños dioses es que llega el día en que dejan de serlo y ya no pueden mirar por encima del hombro al resto, ni pueden amenazar ni pueden vivir en esa esfera de impunidad y de levitación continuada en la que se habían asentado. Esas etapas llegan y eso es algo que sabemos el resto de los mortales por eso miramos desde la barrera a esos pequeños dioses riéndonos por lo ilusos que pueden llegar a ser.

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