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Los otros agentes de la Guardia Civil

Son parte indisoluble del Cuerpo de la Guardia Civil y su labor es fundamental en la búsqueda de drogas, explosivos o personas.

Como un agente más, trabajan codo a codo con el resto de compañeros y ya no se entiende una actuación contra los traficantes de estupefacientes o personas sin su presencia. Son los canes, lo otros guardias que, junto a sus guías humanos, logran desarticular los planes de los sujetos al margen de la ley. Independientemente de cualquiera de las tres especialidades en las que trabaja el perro, el entrenamiento es similar, según explica el cabo 1º jefe de la Unidad Cinológica de la Guardia Civil, Jesús Álvarez. “Hay detecciones activas y pasivas, pero el entrenamiento consiste en asociar el olor que queremos que el perro reconozca y trabajar con él hasta que llegamos a la detección de dicha sustancia”. Se trata, concretamente, de asociar un olor a un premio, “a algo que le motive mucho y lo que el perro hace es buscar para conseguir el premio final y lograr su satisfacción”, aclara. Este entrenamiento comienza entre los dos y los dos años y medio del animal, tras una selección previa en la Central del Pardo en Madrid, en la que también se lleva a cabo la cría de los canes con el objeto de encontrar una “buena geneología para el trabajo”. Una vez se alcanza la edad adecuada, se lleva a cabo una selección previa, consistente en observar las cualidades del perro para comprobar si son aptos para el servicio. En la actualidad el perro policía por excelencia es el pastor belga malinois, muy valorado por su genética, “tienen una morfología idónea porque son delgados y fibrosos, tienen mucha resistencia y la mayor parte de la policía del mundo está trabajando con ese tipo de perro”, apostilla Álvarez. Otra de las razas más apreciadas para este trabajo es la del pastor alemán de línea checa. “No el típico de la caída, éste no la tiene y está preparado para este trabajo porque es más fuerte y resistente”. La vida laboral de estos perros es de entre ocho y nueve años, periodo tras el cual reciben una merecida jubilación a través de varias opciones: quedarse a vivir con su guía; trasladarse de nuevo a la Escuela de la Benemérita, donde puede permanecer ahí o ser adoptado. “Pasan de la vida militar a la civil y se pueden adaptar perfectamente a esta vida”. Los guías tienen la opción de dejar al animal en la perrera de la Benemérita o bien llevarlo a su propio hogar, donde se crea un vínculo más estrecho entre ambos. Aunque las cualidades del can y el entrenamiento a que es sometido es fundamental para convertir a uno de estos animales en un buen agente, el trabajo del entrenador también es vital para sacar el máximo provecho. “Muchas veces se le da mucha más importancia al perro, pero no se está contemplando que ese can realiza el trabajo porque el guía se lo está enseñando. Por muy buenas cualidades que tenga el animal, el guía tiene que saber explotarlas”, apostilla el portavoz de la Guardia Civil, Alfonso Cruzado. Cualidades del guía Un buen guía debe tener una estrecha vinculación con su compañero de cuatro patas, ser capaz de indicarle y de interactuar con él para sacar a flote sus mejores cualidades. “Hay veces en que, ya desde lejos, sabemos que hay droga porque el perro ya está marcando, pero en otras ocasiones, aunque no marque, un simple gesto del animal, ya te hace sospechar que hay algo raro”, señala Álvarez. Actualmente, la Guardia Civil dispone de 18 perros (7 de Estupefacientes, 4 de Explosivos y 1 de Seguridad y Rescate) y 12 guías ya que algunos de los guardias civiles han optado por trabajar con más de un can.

 “El perro se sienta cuando encuentra el explosivo y entonces le damos su premio”

Juan José del Pino es el guía responsable de la Unidad de perros detectores de explosivos y, junto a su compañero Jabor, un pastor alemán de 7 años, se encargan de la detección de esta sustancia, especialmente a nivel preventivo en zonas portuarias, buques y edificios públicos. Su adiestramiento es básicamente el mismo que en el resto de los canes, aunque sí se diferencia en la forma de ‘marcar’ la sustancia. “El perro se sienta cuando encuentra el explosivo y es entonces cuando les damos su premio. Se tienen que sentar porque, lógicamente, no puede tocar la sustancia”, aclara Del Pino. Al igual que en el caso de las otras dos unidades, el reconocimiento del olor es fundamental en el entrenamiento de estos perros. “Detectan cualquier tipo de explosivos porque los componentes son prácticamente comunes, pero aunque no lo hayas adiestrado en un tipo de sustancia concreta, el can lo detecta porque todos tienen componentes comunes”. Jabor fue adjudicado a Del Pino tras el fallecimiento de su anterior perro y ahora forman un equipo que se encarga de la detección de sustancias como dinamita, hexógeno, goma dos, pentrita o explosivos militares, entre otros.

“Fuimos a Madrid y pasó todas las pruebas con creces. Le dieron la placa y el tricornio y se convirtió en guardia civil”

Ares es un pastor belga malinois de dos años, que fue donado por el que hoy es su guía, Jesús Álvarez. “Ví que las cualidades eran aptas para el servicios, fuimos a Madrid y pasó todas las pruebas con creces. Le dieron la placa y el tricornio y se convirtió en guardia civil”, explica divertido su entrenador. Ya convertido en agente, comenzó para Ares una nueva etapa en la que el entrenamiento es parte de su vida. “Para él es un juego, él busca su premio y tenemos que buscar algo que le motive para que se pueda subir en un coche o meterse debajo, buscando ese premio que va a asociado al olor que queremos que reconozca”, aclara. Lo que Álvarez sí quiere dejar bien claro es la necesidad de dejar atrás el “mito de que se droga, hay quien lo piensa, pero es incierto porque con un pero drogado no creo que se puedan hacer muchas cosas”. Su motivación es un premio que el perro se empeña en encontrar tras muchas horas de juegos y ejercicios diarios. Una vez el perro descubre la sustancia estupefaciente, ‘comunica’ su hazaña a su guía de dos maneras: activamente, arañando el lugar donde se encuentra la sustancia y pasivamente, en el que caso de que una persona porte la droga y el perro ‘marca’ su objetivo sentándose delante de él. cuando una persona lo lleva encima y se sienta delante de ella.

“Ella busca a una persona oculta que no pueda ver y asocia que es ahí donde tiene que hacer hincapié”

Es una de las dos ‘chicas’ de la unidad canina de la Guardia Civil y ya ha demostrado, en más de una ocasión, que esta profesión no es sólo para ellos. Francisco José San Vicente es el guía de la Unidad de seguridad y rescate, es decir de detección de personas, actuación para la que se entrenó a estos canes, “fue creada para la localización de personas desaparecidas en la montaña, pero aquí lo hemos adaptado para la inmigración y detección de personas escondidas en camiones o barco”. Zaira tiene casi 5 años, y desde los dos vive con su guía, con quien se ha creado un estrecho vínculo afectivo. “Al principio vivía en la perrera y después conmigo y en ambos casos siempre ha trabajado muy bien”. En este caso, el marcaje de Zaira se realiza a través de los ladridos que indican el éxito de su misión, aunque esta pastora belga malinois ya ha demostrado su valía a diario, al encontrar a ilegales ocultos en los sitios más inverosímiles. “Ella busca a una persona oculta que no puede ver y asocia que es ahí donde tiene que hacer hincapié”.

Los canes han llegado a localizar personas escondidas en los lugares más recónditos

Aunque los pasadores de inmigrantes ilegales idean continuas y novedosas maneras de lograr su objetivo, los perros cada vez están más capacitados para encontrar a la persona oculta. El doble fondo es uno de los “sitios más raros en los que me he encontrado a una persona” explica el responsable de Seguridad y Rescate, Francisco José San Vicente. Sin embargo, la capacidad de su perra Zaira es tal que llegó a marcar la localización de una persona escondida en un barco a través de los respiraderos de la ventilación. “La persona estaba en la cubierta de abajo y ella marcó arriba por donde salía el aire”, aclara. En otra ocasión, Zaira localizó un contenedor lleno de salvavidas. Ante la posibilidad de la presencia de una persona en su interior, los agentes de la Benemérita vaciaron el recipiente, aunque sin encontrar a ninguna persona. “Lo marcó porque esos salvavidas lo llevaban los inmigrantes el día antes”. En cuanto a sustancias estupefacientes, la máxima cantidad de droga recuperada ha sido de 600 kilos de hachís y 20 de cocaína.

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