El exceso continuado de soberbia ha cortocircuitado la conciencia del Presidente de la Ciudad y, por extensión, la del Gobierno en pleno. La desmesurada ingestión de adulación y autobombo, ha terminado por inculcarles una percepción imaginara de superioridad que les impide habitar en la realidad. Esta es la causa de su patética propensión a la ofensa. Se ofenden constantemente. Cada crítica, por suave o justificada que sea, se interpreta como un insulto intolerable. El menor atisbo de disensión debe ser suprimido, o mejor, aplastado, para que además produzca un efecto intimidatorio. Porque discrepar de la labor del gobierno, se considera un ataque a los intereses generales de Ceuta. Es la dialéctica genuina de los regímenes autoritarios, como el que han conseguido implantar en nuestra Ciudad.
Juan Vivas exhibe ufano hasta el hartazgo su amplio apoyo popular; pero con el mismo denuedo se afana en ocultar los métodos que ha empleado para conseguirlo. La democracia se fundamenta en la participación activa de los ciudadanos en la vida social. Por ello, la libertad de expresión es la piedra angular del sistema. Una persona sin información es una persona sin opinión. Peor, si cabe, con una opinión fácilmente manipulable. El Presidente Vivas ha secuestrado la libertad de expresión, convirtiendo su reinado en un régimen corrupto en su propia esencia. Se ofende cuando oye esto, porque le gusta parecer un hombre honrado. Pero la verdad no admite otra lectura. Aunque duela. Es radicalmente inmoral utilizar el dinero público para intervenir férreamente el espacio de comunicación con la intención de hipnotizar a la ciudadanía para servirse de ella. Es exactamente lo que está sucediendo. Se vetan las voces críticas, se decretan apagones informativos y se impone la impostura oficial. Desde el puente de mando del Gobierno se dictan las instrucciones precisas y concretas sobre lo que pueden y deben pensar los ceutíes. Lo demás es silencio. Para salvaguardar la imagen del Presidente (que finge, con rostro angelical, no saber nunca nada), este trabajo sucio lo ejecutan personas de su círculo más íntimo a cambio de dinero (mucho dinero) e impunidad.
Además de la indecorosa televisión local (NODO en estado puro), el ejemplo más claro de esta política corrupta hasta el tuétano, es la pestilente hojilla parroquial del PP, que se llama a sí misma El Pueblo de Ceuta (ensuciando tan noble nombre). Juan Vivas obliga a todos los ciudadanos de Ceuta a financiar una publicación (que por cierto tienen que regalar porque nadie la compra), dedicada exclusivamente a favorecer la bastarda comunión de intereses (entre los que se encuentra el futbol profesional), que han urdido entre un grupo empresarial de dudosa reputación y un Presidente a la deriva.
Es peor aún. No solamente se gastan el dinero que aportan los ciudadanos, con gran esfuerzo, en financiar medios de comunicación a su medida (en lugar de atender a las muchas carencias que sufre la Ciudad), sino que además utilizan el enorme poder que detentan para impedir expresiones alternativas.
Quien osa traspasar los límites marcados por el interés presidencial, siquiera levemente, siente sobre sí toda la furia institucional. Es condenado inmisericorde e irremisiblemente al ostracismo. Las personas decentes no pueden por menos que sentir vergüenza de vivir en una Ciudad en la que la gente tiene miedo, auténtico pánico, a las represalias de sus gobernantes por el mero hecho de opinar. Los empresarios solo se anuncian donde el Gobierno consiente, so pena de poner en peligro la viabilidad de sus negocios. Los ciudadanos se ven disuadidos de denunciar atropellos e injusticias ante el sufrimiento de un inevitable calvario. Esta es la Ceuta de la que se enorgullece el Partido Popular.
En estas circunstancias, no es extraño que un Gobierno que ha protagonizado los casos de corrupción mas sonados de nuestra historia reciente, que ha permitido que se hunda la economía local, triplicando el paro, que se muestra incapaz de abordar ni un solo problema serio (autonomía, transporte marítimo, relaciones con la Unión Europea,…), y que se mantiene impasible ante las escandalosas cifras de fracaso escolar y marginación social; esté tan bien valorado por sus vecinos.
Alardean profusamente de ser excelentes gestores, cuando en realidad no son más que unos tramposos ventajistas, que no se atreven a competir en igualdad de condiciones. Enemigos de la libertad y de la democracia que, además, se hacen los ofendidos cuando se les pone frente a la verdad.
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