Alemania presionaba a Italia para que cumpliera el Pacto de Acero y entrara en el conflicto bélico pero Mussolini, sabedor de la verdadera potencia armamentística de su país fue dilatando el momento apoyado en un concepto inexistente en el derecho internacional del momento: la “no beligerancia”. Un recurso que utilizaría el general Franco para apoyar a las potencias del Eje sin tener que declarar la guerra y llegado el momento y los intereses propios volver a la neutralidad. Lo que un castizo definiría como “estar en misa y repicando”.
Tras el impacto y el dolor inicial urge analizar lo que ha pasado y lo que está pasando. En los momentos graves en los que un país padece un atentando de la magnitud del que hemos sufrido en Barcelona hace unos días, resulta imprescindible mostrarse unidos políticamente frente al terrorismo. Es lo mínimo que se puede ofrecer a la ciudadanía (y lo que esta debe exigir a las fuerzas políticas) y el primer mensaje de firmeza que enviar a los asesinos. En este contexto resulta inexplicable que la cuarta formación política de España siga mostrando su rechazo a firmar el pacto antiyihadista que impulsara hace dos años, el ahora secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, a raíz de los atentados yihadistas de Charlie Hebdo y que suscribieron nueve fuerzas políticas. Un pacto del que quedaron fuera algunas formaciones de extrema izquierda como IU y PODEMOS (estos últimos admitieron aparecer como observadores) y formaciones nacionalistas (el PNV).
Las razones esgrimidas por PODEMOS-IU para no suscribir el Pacto van desde excusas peregrinas como que a ellos lo que les interesa es que se persiga la financiación del Estado Islámico, un argumento débil dado que la experiencia nos ha demostrado la escasez de financiación necesaria para matar y que además es una cuestión que aparece expresamente recogida en el punto 1 del Pacto, o otras como que para ellos “no se trata de la comunidad islámica frente a occidente” (Garzón dixit), una extraña interpretación que no aparece en el pacto por ningún lado y que las ramas locales repiten como un mantra, llegando a criticar incluso la petición de firmeza hecha desde distintos ámbitos políticos (desde la secretaria general del PP en Ceuta a la fundadora de UPYD, Rosa Diez). Habría que preguntarles cuales son las verdaderas razones por las que a la extrema izquierda de este país les cuesta tanto comprometerse en un asunto vital como este.
Y es que a pesar de la gravedad y dramatismo de lo vivido estos días, la formación morada sigue empeñada en permanecer en una situación un tanto esquizofrénica respecto del Pacto, la de ser observadores pero no firmantes, una situación que les permite aparecer de forma positiva como parte de este acudiendo a las reuniones pero desmarcarse en los momentos que les interesen. Vamos, hacerse la foto y salirse de ella según las circunstancias. Todo un alarde de cinismo partidista.
Mientras una dolorida sociedad española se lame sus heridas y las fuerzas de seguridad siguen trabajando por nuestra seguridad, los no beligerantes siguen a la espera.