“Los musulmanes deben movilizarse más contra la violencia yihadista”

El periodista Ignacio Cembrero retrata a la comunidad islámica en ‘La España de Alá’, un país al que no ve especialmente islamófobo y donde la radicalización yihadista ha sido menos extendida.

Desvinculado tanto de ‘El País’, donde trabajó más de 30 años como corresponsal en el Magreb, entre otros puestos, como de ‘El Mundo’, diario al que estuvo ligado recientemente, Ignacio Cembrero acaba de publicar ‘La España de Alá’, un retrato con más de 400 páginas de las que una quinta parte está dedicada las ciudades autónoma  de la comunidad musulmana en  nuestro país en el que concluye que  “la conflictividad no es alarmante” y que “los musulmanes deberían ser mucho más activos en el rechazo de la violencia”.
–¿Cómo es la España de Alá?
– Es una comunidad que ronda los 1,9 millones de personas, según la cifra, a mi juicio algo exagerada, que da el Observatorio Andalusí. Tiene un origen mayoritariamente marroquí, lo que marca la diferencia con otros países europeos como Francia o Bélgica; la mayoría relativa, un 40% aproximadamente ya tiene la nacionalidad española y el resto está en su mayoría regularizada; y forma parte de una emigración reciente.  
–¿Es una comunidad eminentemente creyente y practicante?
– Es una comunidad mucho más practicante que las de otras confesiones como la católica. Según sus propios estudios acuden más a la mezquita que sus homólogos de otros países. Yo diría que lo que marca la diferencia es que el Islam impregna mucho más la vida cotidiana que la religión católica, por ejemplo, más allá de ir o no a la mezquita.
–¿Cómo se traduce eso en la vida cotidiana?
–Yo diría que más que convivencia hay coexistencia, gente que va en la vida por vías paralelas cruzándose relativamente poco. Convivir es compartir y se comparte relativamente poco. Los musulmanes, por lo menos en la península, en Ceuta y Melilla es  algo diferente, no tienen un papel protagonista, ni activo siquiera, en la vida civil. Hay varios factores que pueden explicarlo: el relativamente poco tiempo que llevan en España, que pertenecen a estratos de la sociedad habitualmente bajos cultural y económicamente... Viven mucho entre ellos y no interactúan mucho con el resto de la sociedad salvo en el ámbito laboral.
–¿Ha afectado la crisis de forma particular a los musulmanes en España?
– Ha golpeado con mucha dureza. Muchos o han enviado a la familia a Marruecos o se han ido, sin dejar de estar empadronados, a probar fortuna en otros países como Francia o Bélgica.
–¿Qué quiere decir cuando afirma que ‘los musulmanes deberían ser mucho más activos en el rechazo de la violencia’ yihadista?
– Me refiero a sus representantes y a la comunidad en general. No creo que la Comisión Islámica de España sea muy representativa pero no en la globalidad no basta con publicar mensajes de condena. Hace falta que se movilicen más y que lo hagan en solitario para que quede claro que es su movilización contra el terrorismo y la violencia. Lo hemos visto por primera vez tras los atentados de París y yo estoy convencido de que la comunidad rechaza esa violencia pero tienen que demostrarlo ante las cámaras, salir a las calles, hacer gestos simbólicos. Me gustaría ver aquí lo que ha pasado en otras partes de Europa tras los ataques a ‘Charlie Hebdo’ o a un supermercado kosher.
–¿De qué peca la representatividad de la comunidad musulmana española?
–De divisiones internas, de rivalidades personales, de los numerosos ‘reinos de taifas’ que existen, de las influencias de países extranjeros del Golfo o el Norte de África... Es una comunidad fragmentada, lo que la hace menos eficaz para que se tomen en cuenta sus reivindicaciones.
–Dice en su libro que España no es un país especialmente islamófobo.
–Sí, y me han criticado mucho por haberlo dicho en las redes sociales. La islamofobia está en auge, lo hemos visto tras los atentados de París y Bruselas, con ‘Stop Islam’ como tendencia en Twitter. Tenemos que compararnos con nuestros vecinos europeos y si lo hacemos con Francia, Reino Unido, Bélgica, Holanda o Dinamarca aquí estamos mejor: no hay partidos importante que hayan asumido el discurso islamófobo, por ejemplo.
–También asegura que los musulmanes españoles no reflejan un fenómeno de radicalización tan extendido como en otros países.
–Según la última estimación de Interior desde España han partido hacia Siria o Irak  unas 160 personas. En Francia estamos en 1.700, en Reino Unidos unas 800, en Bélgica alrededor de 550...
–¿La explicación es que todavía no tenemos tantos musulmanes de segunda generación?
–Una razón puede ser esa pero también hay que tener en cuenta la hiperactividad policial, que evidentemente ha sido eficaz aunque a veces quizá un poco excesiva. Desde 2004 en España no ha habido ni agresiones con arma blanca. Además no se ha querido imponer ningún modelo de inmigración musulmana. En Francia se ha querido que compartan los valores de la República, que me parece muy respetable, y a algunos musulmanes les ha parecido lesivo. En España el mercado laboral ha marcado la pauta.
–¿Ceuta y Melilla son, para bien o para mal, algún ejemplo?
–Hay eminencias que habitualmente hacen reflexiones muy elogiosas de ambas ciudades. Yo no lo sería tanto. Hay una coexistencia pacífica, no hay tensiones entre comunidades, pero se acumulan enormes problemas y les pronostico un futuro complicado no por las reivindicaciones marroquíes sino por las diferencias sociales existentes y por su escasa representatividad, como muestran sus Gobiernos. Hay que buscar fórmulas para que participen más porque con las actuales tendencias demográficas los musulmanes serán claramente mayoría en las dos ciudades, lo que no quiere decir que su españolidad esté amenazada.  
–¿Ese es un problema de los partidos políticos? ¿En qué se han equivocado?
–Quizá el PP, que tiene un granero de votos importante del que no se quiere separar, no tanto pero opino que es un gran fracaso de la izquierda, especialmente del PSOE, que en las dos ciudades hayan surgido partidos específicamente musulmanes porque ha sido incapaz de hacerse eco y de asumir al menos parte de las reivindicaciones y aspiraciones de los musulmanes. Esos partidos localistas como Caballas que han relegado a los socialistas al tercer lugar deberían estar en fuerzas nacionales de izquierdas.