Los monopolios, el Tarajal y los Derechos Humanos

Llevan años intentando solucionar el problema del comercio transfronterizo irregular hacia el vecino país. Se trata de solucionar un drama que no existía cuando los ciudadan@s marroquíes se dedicaban autónomamente, es decir, con pequeños recursos económicos a pasar mercancía hacia Marruecos y traer otros productos de escaso valor. Ellas y ellos eran los propietarios de las dos o tres mantas que portaban y lo hacían de esta forma para no perder mucho dinero si eran decomisados.

El problema comienza y crece cuando un grupo reducido de comerciantes monopolizan esta actividad y convierten forzosamente a estas personas en porteador@s, es decir, personas que llevan un bulto por un precio y dejan de ser pequeños comerciantes de subsistencia a ser una transportista, “una Vespa con dos piernas”, para grandes empresarios del comercio irregular. La que no entra en el negocio se arriesga a perderlo todo, porque la palabra monopolio toma su máximo significado en el pase de mercancía hacía Marruecos.

Se puede ser todo lo racista que se quiera –en Ceuta nadie lo es- pero la dignidad, honradez y sacrificio de estas mujeres y hombres para ganarse la vida enorgullece a cualquier ser humano que se precie; en cristiano se llama “ganarse el dinero con el sudor de la frente”, cosa que desgraciadamente no hacen muchos con mejor situación social y económica. Mujeres y hombres de avanzada edad acarreando como mulos bultos de gran volumen y peso; ciegos, personas con una sola pierna, es más que suficiente para que se busque una solución para acabar con esta inhumana e injusta explotación de mujeres y hombres que tratan de subsistir, de llevar un mísero, pero honrado plato de comida a su casa. No hay para más lujo, porque si te partes una pierna o te pones enfermo pierdes el sustento.

En el otro lado están los explotadores –creo que hasta ahora no se había empleado esta palabra en nuestra ciudad-. Son los que emplean entre 4.000 y 10.000 personas sin ningún derecho, generando un negocio que factura entre 400 y 600 millones de euros al año. Son los que se enriquecen a costa del sufrimiento, el trabajo inhumano y mal pagado de estas mujeres y hombres. Son los responsables de que estas personas se hacinen y duerman en la calle, en las playas, en un almacén o un portón buscando pasar pronto a Marruecos al día siguiente. Son los que organizan las avalanchas que ponen en peligro la vida de los porteadores y guardias civiles. Son también los responsables del numeroso despliegue de guardias civiles y recientemente de policías para garantizar la seguridad ciudadana, prevenir incidentes, disturbios o muertes por aglomeraciones.

La solución para el próximo lunes renace nuevamente como el “Ave Fénix” con el compromiso de contratar vigilancia privada por los propietarios de las naves para controlar las colas de porteadores y bultos. Esta solución ya se tomó en otras ocasiones, pero ahora aparece como la perfecta. No tengo la menor duda de que esto no acabará con el problema de las aglomeraciones. Los lectores se preguntarán: ¿si este negocio genera una facturación de entre 400 y 600 millones de euros, porque no se emplean vehículos y se evitan estas situaciones? Sería una solución, pero en este nuevo siglo parece inviable por razones de sobra conocidas.

La solución no está en el Tarajal II, ni en el Tarajal X, ni en más seguridad privada, ni más guardias civiles,  la solución pasa por volver atrás. Una vuelta atrás que consiste en que estas mujeres porten tres o cuatro mantas o  tejido para que ganar el sustento no se convierta en una perversión que permite convertir a personas –mujeres y hombres de avanzada edad, minusválidos, personas humildes- en meros burros de carga. Volver atrás para que se prohíba a estas personas portar bultos de este tipo en nuestro país, “un país donde se respetan los derechos humanos”, pero a la vez garantizarles el sustento ejerciendo esta actividad dignamente. Nada impide que estas mujeres porten dos o tres mantas, porque a diario lo hacen las marroquíes que regresan a sus domicilios después de trabajar en Ceuta. Estas personas no son porteadores, ni forman colas, ni provocan disturbios, ni duermen en la playa.

Esta semana se ha celebrado el “Día Internacional de la Mujer”, y los alumnos de la Facultad de Educación, Economía y Tecnología lo han celebrado presentado imágenes de mujeres que han destacado en alguna faceta de la sociedad. Bajo el lema de “Mujeres” se han fotografiado con la frase “Admiro a…”, con la imagen de la mujer a la que han querido homenajear. Mujeres conocidas mundialmente por su lucha por los derechos de la mujer, su compromiso con los derechos humanos, incluso por la lucha contra la caza furtiva en África. Una actividad muy bonita que debería repetirse y, no estaría mal, que en una de esas fotos aparecieran las mujeres porteadoras, porque es de admirar el esfuerzo sobrehumano que hacen para buscar el sustento para sus hijos.

Podemos cerrar los ojos, dejar pasar el tiempo, crear falsas expectativas, pensar que este trasiego de mercancías no tiene nada que ver con los derechos de las mujeres, hombres y niños; podremos enaltecer a las mujeres que lucharon por los derechos de los animales en África y cerrar los ojos ante injusticias y barbaridades que tenemos delante de nuestros ojos. Todo esto lo podemos hacer, pero no podemos despojar de trato digno y humano a los hombres y mujeres en nuestro país, sean portead@s o no.