Creerse dueños de un territorio, de un país, lleva a la adopción de posturas extremas y radicales que, de forma incongruente, son aplaudidas por sectores que se dejan llevar por los mensajes del miedo. En este mundo hay demasiados salvapatrias, sobran los ‘dueños de’ o los que dicen venir a recuperar lo perdido. Perdido para ellos, no para el resto de la sociedad. Es cuando surgen las típicas frases iniciadas con el ‘mi’: que si entran en ‘mi’ casa, que si quieren llevarse a ‘nuestras mujeres’, que si nos arrebatan ‘nuestras costumbres’ o si se llevan ‘mis impuestos’. El ‘mi’ y ‘los otros’ son los ingredientes básicos de un discurso que cala hondo en situaciones extremas que pueden darse o que pueden provocarse. Sí, provocarse, porque los mini Trump son muy dados a provocar, extender y difundir sucesos que nunca han existido con el único interés de promover la histeria colectiva conjugando los elementos que llevan a esa explosión social. Recuerden las famosas cajas colocadas en la carretera del puerto y las supuestas víctimas atracadas de esta forma. O el anciano ensangrentado tras un atraco a plena luz del día que nunca fue a curarse a ningún centro de salud ni tampoco denunció en la Jefatura Superior. Pero cualquiera le podía hacer entender a los que creyeron las historias que ni había argelinos con cuchillos colocando cajas en el puerto ni unos MENA riéndose de haberle rajado la cara a un anciano antes de embarcar.
Nada sucede por casualidad, ni nada desembarca en un lugar haciendo ruido porque sí. Los tiempos tienen sus ciclos y las circunstancias ayudan a que haya épocas en las que los mini Trump tienen su público, llenan actos y hasta pueden hacer creer al personal que ellos van a evitar que ‘los otros’ nos ‘jodan lo nuestro’. Por supuesto, para ello no dudarán en adueñarse de los símbolos de TODOS y creerse más españoles que el resto.
Si en un mundo globalizado seguimos repartiendo las sociedades con este tipo de barreras no es que vayamos mal, es que vamos hacia atrás como los cangrejos. Sí, los extremos nos invaden, aunque haya quienes se enojen porque les llamemos extremistas. Sí, las proclamas que buscan hacernos diferentes van en la línea de las teorías en las que todavía se habla de especies puras y contaminantes. Y todo esto nos lo quieren disfrazar de democracia y hasta irán justificando poco a poco que ellos tienen la razón y nosotros somos unos ilusos. Los mini Trump no dejan de ser los mismos falsos de turno con otro collar.