Nacido en Ceuta, Juan Antonio Palacios (1947), presenta hoy su tercer libro ‘Cabezas y gorros’ en las Murallas Reales (20.00 horas). Una faceta, la literaria, que cada vez cultiva más aunque, como bien señala, lleva más de 30 años escribiendo. Psicólogo de profesión, la Educación Especial y la política han sido durante muchos años sus principales campos de acción. Ahora la escritura, tanto en trabajos profesionales como libros destinados al público en general, le roba buena parte de su tiempo.
-Cabezas y gorros es su tercer libro, ¿qué pretende transmitir con él?
-Efectivamente, es el tercero tras ‘Entre la hiel y el almíbar’ y ‘Personajes estrafalarios’. ¿Cuál es, en síntesis, la diferencia? Pues que mientras que el primero era una serie de reflexiones sobre la vida cotidiana, en el segundo invitaba al lector a dar un paseo acompañado con esos ‘Personajes estrafalarios’. Pero, en ‘Cabezas y gorros’ lo que trato de hacer es un retrato en el que, a lo largo de sus 242 páginas, 50 capítulos y cinco ejes, invito al divertimento.
-¿Qué entiende por divertimento?
-Creo que, en literatura, no debemos dejar de intentar hacer un poquito de magia. Intentar, de alguna forma, estimular nuestra imaginación y creatividad. Tal vez en ese sentido me haya influido mucho mi formación en el mundo de la Psicología porque soy especialista en técnicas de expresión, psicomotricidad...
-Si quiere que nos divirtamos imagino que se trata de un juego, ¿no?
-Efectivamente. ‘Cabezas y gorros’ es una invitación a un juego de papeles para que entre nuestras cabezas y nuestros diferentes sombreros tratemos de descubrir cuál debemos utilizar en cada tiempo y espacio. Y, además, ser capaces de encontrar la sincronía al buscar el gorro adecuado en el momento oportuno. Por eso pretendo que el lector se coloque en otro mundo, con otras cabezas y otras ideas. Es decir, que sea capaz de colocarse en la piel del otro, con la cabeza del otro y con el sombrero del otro para ver otra forma de enfocar la realidad.
-¿Le costó mucho dar con el título? ¿Por qué lo escogió?
-Pues mire, siempre soy de los que le da muchas vueltas a la cabeza pero sin embargo en esta ocasión lo vi muy claro. Pensé que lo que mejor reflejaba ese juego de papeles es nuestras distintas posiciones y cómo, en cada una de ellas, cambiamos el vestuario o la forma en función del fondo. Y después, a lo largo de los cinco ejes, este título es una forma de invitar a ese juego de papeles montándonos en ‘El tiovivo del disparate’, o yendo de ‘Cosa en cosa y a otra cosa mariposa’, o saber diferenciar entre ‘Modas, modos y modales’... Aunque no lo creamos somos inevitablemente de rutinas pero, ¿qué es lo que le da salsa a esta vida? La sorpresa. ¿Cuántas veces estamos dominados por los estereotipos de las marcas? ¿Cuántas veces encasillamos a la gente y luego nos sorprendemos de que no sea así?
-En estas reflexiones se ve claramente su influencia de la psicología y, si me lo permite, también un poco de la política, ¿no?
-Siempre digo que me muevo entre las tres ‘P’. La de la psicología, la de la política en la que he estado inmerso muchos años y la de mi acercamiento al periodismo porque soy colaborador de varios medios. Y, ¿qué es lo que las une a las tres? La curiosidad. Sin ser curioso no se puede ser periodista, bien lo sabe usted, pero si no tienes curiosidad por lo que le ocurre al ser humano que está a tu lado tampoco puedes ser político y sin ser curioso no se puede ser psicólogo. En el caso de esta obra trato de hacer un canto a lo positivo, al optimismo; un canto al valor de la política, pero con mayúsculas.
-¿Qué entiende por la política con mayúsculas?
-Pues no es la conspiración permanente, ni la corrupción en cualquiera de sus formas, ni el politiqueo y el chabacaneo, ni la intoxicación, ni la banalidad... la política con mayúsculas es el compromiso contigo mismo, con tus ideas, con el ciudadano, con el entorno que te rodea...
-Imagino que se lo preguntan a menudo, ¿qué le hace dar el salto de la política a la literatura? ¿Cómo y por qué un alcalde se mete a escritor?
-Sí, me lo preguntan constantemente e inevitablemente tengo que contestar lo mismo. ¿Qué ocurre? Yo escribo desde hace muchísimos años, pero la gente no conoce trabajos míos profesionales en compañía de otros colegas de profesión porque son trabajos más espesos y especializados. Después, he estado desde siempre escribiendo artículos periodísticos en diversos medios. Eso sí, eso ha sido a ‘salto de mata’ entre mis otras responsabilidades profesionales y políticas tanto en el Gobierno de Andalucía como en la política municipal. Ahora sí que he empezado un poco el trabajo en solitario desde el punto de vista literario, pero durante muchas décadas no he dejado de escribir. La literatura para mí no es algo nuevo, sino algo con lo que en los últimos años me estoy reencontrando y alimentando más. Y tampoco he dejado de ser político porque usted también, en cuanto tiene una actividad pública, también es política, pero sí que es cierto que ahora tengo más tiempo para, de alguna manera, con calma y sosiego marcar unas distancias mayores.
-¿Qué le aportan cada una de sus facetas? Psicología, Educación especial, proyectos sociales, política, literatura...
-Lo de los proyectos sociales viene porque, a lo largo de mi vida política, la responsabilidad mayor que he tenido en la Junta de Andalucía es en política social. De hecho, aunque me dé un poco de apuro decirlo, soy uno de los padres de la ley de servicios sociales de Andalucía, del Plan Integral para la Comunidad Gitana... Respecto a qué me aportan, aunque la curiosidad que le decía antes es común, la psicología me ha aportado un conocimiento del ser humano, la política un interés por mejorar al ser humano social e individualmente, y mi acercamiento al periodismo me ha aportado un mayor conocimiento de las situaciones porque cuando escribo algo me preocupo en conocerlo por mí mismo e investigarlo en la medida de mis posibilidades.
-¿Y la literatura, qué le aporta?
-No es algo aislado, sino que es la mezcla de muchas cosas. Es, en definitiva, una forma de pasando todas esas vivencias y pensamientos que vienen de distintos sectores, meterlo en una coctelera a través de lo que es el trasluz y el matiz literario. ¿Y qué le echas? Unos gramitos de sentido común, unos poquitos de creatividad, unos gramos de jugar con las palabras, otros de tu estilo personal... por lo tanto la literatura me ha aportado un enriquecimiento personal y una perspectiva para ver las distintas realidades desde muchos ángulos.
-En ‘Cabezas y gorros’ hace un canto al optimismo en tiempos de crisis. Tal y como están las cosas, ¿cómo lo consigue?
-En tiempos de crisis, en el que todos los días nos bombardean con la prima de riesgo, los índices del IBEX 35, con que nuestra deuda está por las nubes, graves problemas estructurales, crece el desempleo... pero si nosotros no abordamos eso con unas ciertas dosis, no de ingenuidad, sino de optimismo difícilmente vamos a salir. Si no somos capaces de creer en nuestras posibilidades... En mi concepción creo que la crisis no se puede superar solo con recortes y con ‘esto es lo que hay’, sino que hay que buscar la forma de que la riqueza se mueva generando una atmósfera de confianza. Tenemos que pensar que de este túnel tenemos que salir y que fundamentalmente nosotros, al margen de las circunstancias, tenemos gran parte de la responsabilidad. Ahí está no solo nuestra aptitud sino también nuestra actitud. ¡Cuidado! Es un canto a lo positivo desde la realidad, nunca es un canto a la ingenuidad aunque a veces sea conveniente ser ingenuo. ¿Sabe que es lo que más pánica me da? La gente que no duda, la que categoriza, maximiza, y está absolutamente segura de todo. Y de esos tenemos unos cuantos gobernantes pero también en todas las profesiones. Por eso mi libro es también una invitación a reflexionar, a dudar, a poner las cosas en cuestión... y a que todo eso es compatible con pasárselo bien, con divertirse.
-Y una duda que me surge, en ‘Cabezas y gorros’, habla de ponernos el gorro adecuando en el momento justo... ¿no nos deja ir con la cabeza descubierta?
-Por supuesto que sí. Ir sin sombrero es una forma de sombrero. Hablo de papeles, de roles y, lo que no me negará es que no hacer nada o tener una actitud contemplativa en la vida es un rol. Incluso negarse a tener un rol es un rol. Entonces, ir sin sombrero en el lenguaje metafórico es una actitud.
-¿Y es mejor o peor?
-Yo no lo califico, eso lo decide cada cual. Si la persona se siente bien sin sombrero será mejor para él y, si se siente mal, deberá modificarlo porque solo los masoquistas consienten eso y, en ese caso, tendrán que venir a mi consulta y yo, por eso, sí que cobro (ríe).
-¿Cómo ha sido el proceso de elaboración del libro?
-Mi principal fuente de inspiración es siempre la observación, pero los procesos de elaboración son normalmente largos. Vas haciendo materiales y vas guardando, modificando, alertando... en mi caso, aún cuando yo reconozco que estos últimos cuatro años han sido muy intensos, moralmente un ‘parto’ de un año y pico no hay quien te lo quite. Es un proceso de ida y vuelta permanente en el que la realidad te alimenta y te retroalimenta. Observas, rectificas... hasta que llega un momento en el que dices ¡ahora o nunca!
-¿Tiene próximos proyectos?
-Sí, por un lado estoy trabajando en un proyecto de carácter profesional sobre terapia psicomotriz y, por otra parte, estoy en un trabajo que espero que el año que viene vea la luz y que se llamará ‘Caminos y colores’.
-Al margen de su libro, ¿cuál es la obra literaria de su vida? ¿Su favorita?
-En eso soy muy tópico. No creo que sea el que más me ha influido, sino que si me hicieran llevarme un libro sería ‘El Quijote’. Porque lo contiene todo. Porque es un libro de aventuras, de ensayo, psicológico, una gran novela...
-¿Recuerda cuándo fue la primera vez que lo leyó?
-La primera vez me lo hicieron leer. En el colegio, como la mayoría. Ya la segunda vez lo leí saboreándolo, con 11 ó 12 años.
-Y ahora, ¿qué libro le espera en la mesilla de noche?
-(Ríe) Bueno, es que hay más de uno. Como siempre digo más que un lector soy un león, porque leo todo lo que cae en mis manos. Normalmente llevo para adelante del orden de siete u ocho libros. Voy cambiando. Ahora mismo tengo tres libros de carácter profesional, dos de ensayo... el mes pasado terminé cuatro. Me lo pongo como autodisciplina porque, como dice Serrat en una de sus canciones, la inspiración te coge trabajando y las musas pasan de ti porque no te lo curras porque si lo trabajas en algún momento te encuentras con ellas.
-¿Cree que el libro físico, tal y como lo conocemos, desaparecerá?
-Creo que, evidentemente, el libro se va a modificar cada vez más pero el soporte papel seguirá siendo un elemento necesario e imprescindible. Lo que ocurre es que cada vez más, por las circunstancias, no por la influencia de las nuevas tecnologías sino por nuestro aprovechamiento en relación con el tiempo y el espacio, cada vez más leeremos en digital. Por ejemplo yo normalmente suelo comprar del orden de dos periódicos pero confieso que la inmensa mayoría de los periódicos, lo más importante, lo leo en digital nada más levantarme. Por tanto lo normal sería que muchos libros los leyera también en digital pero me resisto a perder el contacto físico con el libro.
-¿Por qué?
-Porque es iniciar una aventura. Es una liturgia en la que tu relación con el libro es multisensorial. Lo ves, lo hueles, lo palpas... nos falta gustarlo pero creo que, metafóricamente, también lo saboreas igual que un buen caldo o una buena comida. ¿Que no corren buenos tiempos para la lírica? Por supuesto. ¿Que somos un poco osados quienes nos lanzamos a la aventura de escribir un libro para que nos lo publiquen? También. Al final todo depende de ser aceptado o no, y cada día es más difícil, a pesar de que yo no me pueda quejar. Eso sí, yo me acerqué a este mundo con mucha humildad y lo sigo haciendo, con los pies en el suelo, pero reconozco que corren tiempos difíciles porque la gente, desgraciadamente, prescinde de esto.
-¿Estamos perdiendo el hábito lector?
Hay determinadas contradicciones. Usted bien sabe que los rotativos que más se leen son deportivos o del corazón. ¿Se lee? Eso sí. Yo creo que hay un problema de calidad de la lectura, más allá del leer o no. También tenemos que recuperar el hábito lector como diversión, no como una obligación que se nos pone desde el punto de vista educativo. ¿Leer es algo divertido? Pues claro que sí. Jugar leyendo, hacer dramatizaciones leyendo... es una forma de encontrarle un aspecto tremendamente lúdico a la lectura. Un libro jamás puede ser aburrido.