La población musulmana de Ceuta, jóvenes y mayores, es “resistente” al proceso de “secularización” que sí vive, tanto en la ciudad autónoma como en el resto del país, la de confesión católica. “Al igual que sucede con los adultos”, concluye el sociólogo Carlos Rontomé en ‘Secularización y radicalización de la población joven de Ceuta’, trabajo que acaba de publicar íntegro la Federación Española de Sociología (FES), “existen diferencias notables entre la importancia y el grado de práctica de los jóvenes musulmanes y los católicos, lo que nos lleva a mantener la idea de que respecto a la religiosidad y a su expresión publica, la ciudad sufre una dualización con dos poblaciones en diferentes ‘velocidades”.
El estudio que profundiza en esa “dualidad” se basa en cuatro encuestas realizadas en la ciudad en los últimos años: una sobre relaciones interculturales, dos de carácter longitudinal sobre juventud en las que se aborda su percepción sobre valores y otra realizada en los institutos que trata específicamente sobre su perspectiva respecto a la educación religiosa.
El retrato que reflejan esos trabajos sitúan a la población joven de tradición cristiana “dentro de la llamada ‘tercera secularización’ aunque con el mantenimiento de rasgos de carácter identitario en cuanto a la adscripción religiosa” y “en un proceso de profundización religiosa” a los jóvenes de tradición islámica, “aunque con matices y diferentes grados según las zonas de residencia de la ciudad de los entrevistados y por lo tanto en relación con la situación socioeconómica y educativa de sus progenitores dada la fuerte segregación residencial de Ceuta”.
Entre estos últimos “el grado de práctica es muy elevado” y la religión aparece como “un referente fundamental en sus vidas” y los primeros también muestran también “un grado de religiosidad mayor que los jóvenes del resto de España” pero “es más un factor identitario, de necesidad de reafirmación y de definición de la alteridad que habría surgido ante la existencia de ese ‘otro’ islámico, que de práctica religiosa real”.
Para el autor es obvio que “la religión supone uno de los principales referentes identitarios de los ceutíes” y que las dos ciudades autónomas viven un proceso “diferenciado” con respecto al resto del Estado “en cuanto al peso e importancia de la religión en la sociedad”. “Mientras que el conjunto de los españoles se encuentran en la denominada ‘tercera secularización’, en eso que se ha dado en llamar ‘tercera oleada’ y que considera un alejamiento e ignorancia de la religión institucional, en las ciudades norteafricanas la fuerte presencia numérica y proporcional de población de religión islámica, provoca un reforzamiento de la religión en el ámbito social”, analiza Rontomé.
En el caso de Ceuta, en un escaso territorio de diecinueve kilómetros cuadrados, con la mitad de su población de confesión islámica en proceso de crecimiento frente a la población católica en retroceso demográfico, las identidades religiosas “se refuerzan y potencian tanto como instrumentos diferenciadores, como de gestión de la alteridad”. Así, entre la población caballa islámica el proceso secularizador general “tiene un efecto menor que en el resto de la población de otras confesiones religiosas”. Esta “resistencia” se da “en diferentes grados” e igualmente se observa “un crecimiento del integrismo islámico como posible reacción a causas exógenas pero también como un posible refuerzo de la identidad islámica”.
“Evidente” es también para el sociólogo que “el peso de la religión en el ámbito público en la ciudad continúa siendo elevado e incluso se acrecienta en los últimos tiempos”, como a su juicio demuestra que ante “circunstancias que han provocado la inestabilidad de la frágil convivencia” las instituciones hayan recurrido a “la legitimidad de los líderes religiosos” para reconducir la situación en lugar de acudir a otros actores “no vinculados con la religión”. “El peso de la religión es tan fuerte en la ciudad que incluso en festividades civiles como el Día de la Autonomía”, ejemplifica, “se celebra con actos institucionales donde la religión juega un papel fundamental”.
Rigorismo
“Reordenamiento” de la práctica musulmana
A juicio del autor el asentamiento en la Ceuta de “corrientes religiosas de carácter supranacionales que predican un islam más riguroso y espiritual como el Tabligh o Justicia y Espiritualidad” ha supuesto “una reordenación de la religión y su práctica entre una parte significativa de la población musulmana de la ciudad”.
Dualidad
“Dos velocidades” en las comunidades mayoritarias
Mientras la población caballa de origen católico vive un proceso “similar al del resto de España, la denominada ‘tercera secularización”, la población ceutí musulmana “mantiene un elevado grado de práctica, otorgando a la religión un lugar destacado en sus vidas”. “La ciudad”, concluye, “sufre una dualización con dos poblaciones en diferentes ‘velocidades’: la de origen católico en proceso secularizador y la de origen islámico resistente a este proceso”.
Comparativa
En general, más religiosos que el resto del país
Los jóvenes de Ceuta, tanto los de origen musulmán como los católicos, muestran “una mayor tendencia al reconocimiento de la religión como elemento importante en sus vidas” que la media nacional.
Según las encuestas en las que se basa el análisis de Rontomé, solo uno de cada diez jóvenes católicos se considera como ‘bastante’ o ‘muy’ practicante, porcentaje que se eleva a casi la mitad de los jóvenes musulmanes (el 48,5%). En cualquier caso, estos últimos también parecen “menos practicantes” que lo eran los adultos musulmanes hace diez años, cuando el porcentaje de ‘bastante’ o ‘muy’ practicantes se situaba en el 69%. En un estudio de este año no terminado, el proyecto ‘Educación y religión en Ceuta. Homogeneidad y confesionalidad en un espacio plural’, presenta una población adolescente con “una fuerte identidad” con el hecho religioso: el 35,7% se considera católico, el 41,6% musulmán, un 5,8 se dice ateo o agnóstico y el 16,7% se define ‘indiferente’ religiosamente.
Las diferencias en cuanto a “la importancia que tiene la religión en las vidas” de los jóvenes ceutíes “se mantienen” entre los adolescentes católicos y los musulmanes según un estudio en elaboración de este mismo año que cita Rontomé en su análisis. Para el 97% de los adolescentes que se define como musulmán, la religión es ‘muy’ o ‘bastante’ importante en sus vidas, mientras que para los adolescentes católicos el porcentaje desciende hasta el 72%, si bien se trata de “una cifra elevada”, destaca el sociólogo, “en relación a la situación de los adolescentes de origen católico en el conjunto de España”. En relación con el fenómeno de radicalización yihadista, para el autor la alta proporción de población local de religión islámica, su pirámide poblacional (el 20% de los ceutíes tiene entre 15 y 29 años), la alta concentración de una parte importante de la población musulmana en barrios marginales y la situación geográfica de la ciudad (limítrofe con Castillejos, Tetuán y Tánger, “de elevada concentración de redes yihadistas en Marruecos”) hacen “especialmente vulnerable a la población joven” de la ciudad frente a “los procesos de radicalización.
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