Opinión

Los huevos rotos

La transición española concedió de manera inmediata los derechos sociales que los españoles tenían secuestrados, derechos que nuestros vecinos europeos llevaban años disfrutando tras la Segunda Guerra Mundial, se consiguieron todos los derechos sociales, ¿pero se consiguieron para todos los españoles?, la respuesta desgraciadamente es NO.

Los derechos sociales nos permiten alejarnos en los ámbitos laborales y sociales de la esclavitud de los esclavos, de la semiesclavitud de los siervos, y nos acerca al concepto de trabajadores por cuenta ajena y de ciudadanos.

Es muy frustrante para un trabajador estatal observar como los derechos sociales de toda la sociedad evolucionan y, mientras tanto, sus derechos sociales se mantienen en un estado larvario anterior a la Transición. Y más sangrante es, cuando esos funcionarios públicos son garantes de la consecución de los derechos sociales del resto de los españoles.

Esto que se relata es lo que le ha sucedido y le sucede al Cuerpo de la Guardia Civil, Benemérito desde hace 175 años y Benemérito en 2019, por considerar que el sacrificio que lleva en su lema le obligaba a retrasar la transición de los derechos sociales de los Guardias Civiles 40 años.

El sistema y los sucesivos gobiernos han considerado a los Guardias Civiles ciudadanos de segunda, con sus hechos, no con sus palabras, y la sociedad, ignorante de este atropello, año tras año reconoce a la Guardia Civil como la Institución más valorada del Estado.

Pero, siempre hay un pero, al igual que siempre por muy represor que sea el sistema, por muchos derechos sociales que se recorten, siempre habrá individuos cuyo sentido de la justicia social les lleve a “solicitar” la aplicación de los mismos derechos sociales de la sociedad en la que están imbuidos, de la que proceden, para la que trabajan, a la que se los garantizan y a la que han de regresar si el servicio al ciudadano no les exige antes la entrega de su vida.

Como dice el dicho popular, “para hacer una tortilla hay que romper primero los huevos”, en el caso concreto de la “tortilla española” de los derechos sociales de los Guardias Civiles, los Guardias Civiles que tuvieron el sentido de la Justicia, los Guardias Civiles que se enfrentaron al sistema, los Guardias Civiles que simplemente pidieron la creación de una ASOCIACION PROFESIONAL, esos HUEVOS ROTOS fueron principalmente el Guardia Civil José Carlos Piñeiro, el Guardia Civil Manuel Linde, el Cabo Manuel Rosa y el Sargento José Morata. Son reconocidos y valorados en Unión de Guardias Civiles-UnionGC como padres de las ASOCIACIONES PROFESIONALES EN LA GUARDIA CIVIL, y en los momentos actuales, en plena transición en los derechos sociales en la Guardia Civil, necesariamente han de ser rehabilitados en sus empleos, en su honor y en sus derechos anteriores y los que día a día se conquistan en esta transición eternamente esperada, y 40 años retrasada.

Cierto es que se ha abierto con este momento de transición una esperanza de Justicia y Dignidad para con nuestros compañeros Piñeiro, Rosa y Morata, tras ser recibidos por la Ministra de Defensa Margarita Robles. Es el momento, atrasado pero “nunca es tarde si la dicha es buena”, para el reconocimiento, la rehabilitación y la reparación de la injusticia. Es de justicia de derecho y de bien nacidos.

La Guardia Civil siempre cumplirá y hará cumplir lo ordenado, porque esa es su naturaleza, pero como decían del Cid, “que gran vasallo si tuviera buen señor” (Perfectamente aplicable a Piñeiro, Rosa, Morata, Linde y muchos otros, nuestros héroes anónimos para UnionGC). En el caso de la Guardia Civil ocurre lo mismo, cuando el señor es malo, por muy buena que sea la Guardia Civil, le tocará sufrir, y en este caso le ha tocado sufrir durante 40 años la negación de derechos sociales a los Guardias Civiles.

Necesariamente, en esta transición y tras romper los huevos, vamos a hacer una buena tortilla española, para lo cual, nos será necesario, entre otras cosas derogar el apartado quinto del articulo uno del Código Penal Militar. Reminiscencia napoleónica este código, que no sabemos cómo se sostiene en nuestro ordenamiento jurídico, en un Estado de derecho, en el que a unos ciudadanos se les aplica un código penal y a otros (los Guardias Civiles) dos códigos penales, rechina mucho con el sentido común, aunque te lo explique el mejor jurista de España. Pero si se quiere por designios de oscuras reminiscencias del pasado perpetuar el código penal militar, al menos, permitan a los Guardias Civiles en sus funciones policiales y vida fuera del servicio, lo que hace el 99% de la plantilla, ser juzgados sólo por un Código Penal. Esto no gustará evidentemente al lobby de la Justicia Militar, puesto que las causas de la Guardia Civil les ocupan el 85% de sus juzgados, pero se estará HACIENDO JUSTICIA, (como colmo de la justicia), y esto no implica la pérdida de la condición de militar, implica el ser un poco más “ordinario”, en el sentido de pasar a ser juzgado por la justicia ordinaria en el 99% de los trabajos policiales y la vida particular de los Guardias Civiles.

También en esta transición, se está arrastrando a los Guardias Civiles a la petición de la Sindicación, y este arrastre lo promueven precisamente los que no reconocen a las Asociaciones Profesionales en su plenitud de derechos o las tratan como entes menores de edad, en proceso de evolución, como si las Asociaciones Profesionales fueran el estadio adolescente de los sindicatos.

En UnionGC nos enorgullece haber contado con tantos compañeros que han perdido salud, empleos e incluso la vida durante estos últimos 40 años de negación de derechos sociales a los Guardias Civiles, nunca, nunca, les podremos pagar lo que por nosotros han hecho, empezando por los compañeros, que solicitaron la Seguridad Social, pues la Sanidad Militar, al igual que la Justicia Militar, es lo que viene a ser a la música la música militar. Hoy, gracias a ellos, hay una buena Sanidad pública y privada para los Guardias Civiles, pero no para todos, los que se quejaron y lo iniciaron no pudieron disfrutar de ese derecho social, pues el sistema acabó antes con ellos.

Reivindicamos esa memoria histórica que se ha de tener en la Guardia Civil y en la sociedad a la que servimos, con todos los que sufrieron tras la consecución de cada uno de los logros sociales, y ponemos hoy nombre a cuatro de ellos; el Guardia Civil José Carlos Piñeiro, el Guardia Civil Manuel Linde, el Cabo Manuel Rosa y el Sargento José Morata. Señores del Gobierno, rehabilítenlos y reparen los errores e injusticias en lo posible, son Guardias Civiles, seguramente sólo con la íntima satisfacción del deber cumplido ya se darían por satisfechos, pero sean justos, tienen una oportunidad histórica para ello, y denles todo lo que en justicia se merecen y otros antes que ustedes les han negado. Lamentablemente por mucha reparación del daño que quieran hacer, a Manuel Linde le llega demasiado tarde, pues en este injusto e injustificable periplo ha fallecido, pero su familia sabrá que su sacrificio fructificó.

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