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Los habitantes de las cuevas de la Bahía Sur

Los indocumentados de origen magrebí encuentran en las grietas de los acantilados un lugar en el que instalar sus ‘cocinas’, almacenar sus pertenencias y esconderse.

El mar no golpea contra los acantilados a primera hora de la mañana. La marea está baja y permite acceder a grietas oradadas en la roca, vetas vacías que se han convertido en el escondite para los indocumentados que frecuentan el litoral de la Bahía Sur. En el ambiente flota un intenso olor a sal, hogueras y, a ratos, a excrementos.   
Bastantes metros más arriba, se alza el mirador del Recinto desde el que, este miércoles, los agentes del Cuerpo Nacional de Policía dirigieron la batida para arrestar a un grupo de indocumentados. Cinco viejos conocidos de la justicia por sus antecedentes policiales en los que figuran robos con fuerza y violencia además de fundadas sospechas sobre su participación en varios hurtos en el centro de la ciudad.  
Esta intervención pone sobre la pista de aquellos lugares en los que se ocultan los inmigrantes, fundamentalmente magrebíes, y donde pasan desapercibidos para las miradas indiscretas. La comodidad no caracteriza a las cuevas de la Bahía Sur pero sí les permite disponer de un lugar en el que instalar su cocina, almacenar pertenencias e incluso dormir en sus inmediaciones.
Al atravesar Fuente Caballo y bordear la orilla que comunica con las rocas del Recinto, el senderista se topa con piedras que forman rudimentarias barbacoas, tiznadas por el fuego y que encierran cenizas de hogueras recientes. Algunos vecinos cogen lapas y burgaíllos adheridos a las piedras, un efectivo del Plan de Empleo también pasea por la zona hasta que el terreno se vuelve más abrupto.
Las rocas son más escarpadas y hace falta mayor voluntad para superarlas. Los agentes de la Policía Nacional que persiguieron este miércoles a los marroquíes tuvieron que emplearse a fondo para interceptarles ya que estos habitantes de las cuevas conocen los recovecos y los mejores puntos para camuflarse.
Precisamente, detrás de la pared natural más alta antes de adentrarse en la zona colindante con el Sarchal, se encontraba hasta ayer uno de esos lugares que sirven de morada para estos asentamientos de irregulares, fundamentalmente, de origen magrebí.
En un tajo formado por la acción de los elementos, el paso del tiempo y la propia orografía de esta parte del litoral, una caja de listas de madera, similar a las que se usan para cargar la fruta, protege una rejilla para guisar con una olla y pan. Junto a ésta, media garrafa cortada y llena de agua contiene tomates y otros vegetales, una despensa improvisada. En las mismas grietas, donde por sus dimensiones cabría un hombre menudo tumbado y pasaría así desapercibido para ojos distraídos con otras cuestiones como buscar un punto en el que mantener el equilibrio, también se encuentran algunas prendas de vestir hechas un ovillo y, quién sabe, si incluso alguna vez albergaron objetos robados.
La cabeza de un hombre asoma entre las rocas que se introducen en el mar. Ni habla español ni tiene el aspecto desaliñado de los marroquíes detenidos el día anterior por la Policía Nacional. Solo contempla el mar que se extiende entre la ciudad y la costa marroquí.  
Vecinos de Fuente Caballo y del Recinto declararon que en más de una ocasión han advertido de la presencia de individuos que recorren la zona y hacen hogueras en el fondo de los riscos, además de expresar su temor por que puedan cometer fechorías en las barriadas empujados por la necesidad o los malos hábitos adquiridos.

Refugio en las grutas

Pan y una olla con verduras cocinadas recientemente

Aunque resulta imposible determinar el tiempo que llevaba preparado, el ‘pisto’ que contenía la cacerola parecía estar en buenas condiciones ayer y, por lo tanto, ser reciente, como el pan. De modo que podría pertenecer al grupo expulsado por la Policía o bien a otros indocumentados que continúen poblando los acantilados. Abajo, un camastro y grieta en la que cabe un hombre tumbado.

Arriba camastro y abajo grieta en la que cabe una persona tumbada. Quino

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