No cabe duda de que el análisis de la situación, en lo que al mundo se refiere, da un resultado poco satisfactorio y por ello se ha hecho necesario que se reúnan en Australia –lugar algo alejado de las diarias disputas, aunque cercano a una de las zonas de máximo interés hoy día– los mandatarios del G-20, entre ellos España. Debo confesar que personalmente me he sentido muy satisfecho de que España esté incluida en el mismo.
Ya conozco que hay bastante diferencia entre nuestro país y algunos otros de los componente de ese Grupo, deferencia material en lo que se refiere a recursos pero no en lo que se trata de conocimiento de los problemas mundiales y de sus posibles medidas para el necesario arreglo.
Sinceramente, me he sentido muy satisfecho de que España pueda estar al tanto de lo que piensan los demás y también de que cada uno de ellos sepa lo que piensa España. Lo que piensa no en un momento de rápidos reflejos –que también– sino en lo que es una labor de estudio profundo y de largo tiempo de dedicación a los problemas que tienen al mundo agobiado. Eso es importante porque supone superar un sin fin de cuestiones desdichadas que nos tienen a todos agobiados en nuestro país y a los que se está tratando de dar la mejor solución posible con un gran esfuerzo por quienes hoy día nos gobiernan. Son problemas, estos, que necesitan una atención diaria porque diariamente, también, hay quienes procuran dificultar el proceso de las buenas soluciones.
Creo, sinceramente, que todos debemos portarnos con la máxima responsabilidad en los asuntos de nuestro país, al que hemos de intentar fortalecerlo al máximo en lo que a seriedad y prestigio de buen hacer se refiere. Hay cuestiones que, sinceramente, son de orden menor para lo que hoy día se trata en el mundo y que entiendo nos debe preocupar al máximo y también tratar de encontrarles la solución adecuada. Debe haber voces que se hagan oír. sobre esas cuestiones, con la autoridad necesaria y, sobre todo, con el sentido común que tantas veces se invoca pero que relegamos al desván de los olvidos. Creo que es un error muy grave, pues la situación mundial es muy dura y preocupante por muchas razones.
No vendría nada mal que muchas personas se dieran cuenta de que están ocupando unos puestos de gran importancia y que hay que saber como tratarlos. Si no se sabe es mejor que dejen el puesto a quienes de verdad saben de ello y tienen, además, la fortaleza moral para atenderlos adecuadamente y, así, servirlos, no servirse de ellos. Es muy necesario hacer el esfuerzo que hoy demanda la situación general en España; no es bueno darles la espalda y dejar que todo vaya sucediendo como hasta ahora y que nos llena de sorpresas. Es necesario estar muy al tanto de lo que Europa necesita de España, para fortalecerse como conjunto de gran cohesión. No debemos, en ningún momento, llegar a ser un apéndice molesto para la fortaleza de nuestro continente.
Hay una gran diferencia entre lo que se ha tratado en Australia, con la participación de España, y lo que aquí tenemos a diario con las noticias que se nos proporcionan por los medios de comunicación. Es un terrible desconcierto que conviene cancelar. Todos los españoles nos debemos dar cuenta de nuestra responsabilidad con nuestro propio País. Hemos de fortalecerlo y llevarlo a los puestos de la cabeza de Europa. ¡Claro está que ello es posible, a base de trabajo serio y de responsabilidad ! Sin duda, hay que reconocer que tenemos muchos y graves problemas de índole humana y a ellos habrá que seguir tratándolos con todo cariño y eficacia. Todo ello es nuestro trabajo y hay que prestarle la máxima atención y lo mejor de nuestro corazón.