Seguimos con las celebraciones y con la práctica asentada de soltar globos para todo. Para protestar contra la violencia de género: globos. Para el día de la paz: globos. Para cualquier evento oficial de otro tipo: globos. Los soltamos y se pierden en el horizonte mientras nos quedamos embobados viendo su marcha. Punto y final. Nos vamos a nuestras casas siendo cómplices del grave impacto ambiental que se está generando porque esa constante y permanente práctica genera daños importantísimos. Esos globos terminan en el mar, sin destino concreto porque su ruta no viene establecida, pero causando daños graves en la fauna.
Por muchos vídeos que nos pongan de especies muertas por la mala acción del ser humano aquí seguimos, en la tierra, con nuestro egoísmo, importándonos nada y menos el granito de arena que todos aportamos para cargarnos el planeta. Somos egoístas con nuestras generaciones venideras y somos egoístas con el resto de especies a las que les devolvemos un modo de vida imposible.
Cuanta más información nos ofrecen sobre las consecuencias de nuestros actos, peor nos comportamos. Nadie puede mirar hacia otro lado, obviando las malas acciones sociales que contribuyen a cargarse poco a poco el medio ambiente. Pero ya se sabe, a nosotros que no nos fastidie ni un acto de protesta ni cualquier acto.
Nunca he sabido el sentido de soltar globos. Por ejemplo ayer. Queremos protestar contra la violencia ejercida sobre la mujer. Lo hacemos antes del día marcado y nos dedicamos a soltar globos morados. Decenas y decenas de globos. ¿Así ayudamos a las mujeres?, ¿o así soñamos con nuestra época de niños chicos cuando la madre nos compraba un globo en la Feria que no soltábamos ni a la de tres? No sé. Es incurrir en acciones terribles porque sí, aunque sepamos que están mal. Se ponen de moda y ya nadie va en su contra, todos nos ponemos a soltar globos en vez de buscar otras alternativas mejores.
Y las hay. Claro que las hay. Solo hay que buscarlas, tener ganas y elegir las alternativas mejores. Pero en una ciudad en la que ni nos preocupamos en reciclar, en donde ni tan siquiera se cumplen las mínimas normas de convivencia con nuestro medio ambiente, ¿ustedes creen que va a importar que los globitos no vayan realmente al cielo? Le contestarán eso de ‘no me jodan la ilusión’. Pues eso. sigan así. Soltando globitos por todo y para todo.