Una tesis doctoral sobre las tareas extraescolares en Ceuta concluye que no hay relación directa entre más deberes y mejores notas y alerta del “efecto saciación”
¿Es bueno, en términos de mejora del rendimiento académico, que el alumno tenga ‘deberes’ para hacer en casa? Depende. María Elena Parra acaba de defender una tesis doctoral titulada ‘Análisis de las tareas para casa en Educación Primaria en contextos de diversidad cultural y alto índice de fracaso escolar’, trabajo que ha desarrollado con la comunidad educativa ceutí bajo la lupa. Tras sondear a estudiantes, docentes y familias, concluye que los deberes más habituales son los de las materias de Lengua y Matemáticas (“siempre” o “la mayoría de los días” según las familias, aunque los maestros niegan en su mayoría poneros con una frecuencia tan alta) por delante de Inglés y de Ciencias Naturales o Sociales (“nunca” o “algunos días”).
Por tipo de centro, en los concertados se ponen más tareas extraescolares de Matemáticas y en los públicos de Lengua y, sobre todo, de Ciencias Naturales e Inglés.
Contra la creencia “común” de que el alumnado saca mejores notas cuando tiene más deberes, Parra asegura que “no hay evidencias estadísticas significativas” que permitan afirmar tal cosa en Lengua, Matemáticas e Inglés. Es más, en Ciencias Naturales y Ciencias Sociales “se evidencia significativamente que en los colegios concertados se obtienen mejores calificaciones cuando no hay deberes para casa o los hay solo algunos días”.
Según la autora, “el que no exista relación entre tener más deberes y el rendimiento académico en esas tres materias o incluso el que haya calificaciones más altas cuando existen menos deberes para casa podría deberse al efecto negativo de saciación, ya que si se sobreexpone demasiado a los alumnos con muchas tareas académicas, desciende su interés escolar y aumenta su cansancio y fatiga emocional”.
Además, Parra resume que “hay pocas evidencias de que el rendimiento académico esté relacionado con la realización de tareas escolares en la casa y, de haberla, en ningún caso se prueba que una mayor existencia se asocie con una mayor calificación en las notas: si acaso es al contrario, como hemos visto en algunas asignaturas”.
La tesis analiza igualmente la realización de deberes por curso y nivel educativo. Según los docentes el alumnado de 4º de Primaria es el que tiene una mayor carga de tareas extraescolares. “Se ha detectado”, añade, “que, de un modo significativo en todas las asignaturas, el alumnado que es repetidor realiza los deberes con mucha menos asiduidad que el resto, resultado que también tendría su justificación en el fenómeno de saciación”.
En relación a diferencias culturales, las respuestas de alumnos y familias apuntan a que los estudiantes cuya lengua materna es el español “hace significativamente los deberes con mayor frecuencia”.
El trabajo de campo realizado permite a Parra afirmar que “en general puede resumirse que los alumnos disponen de buenas condiciones para hacer los deberes en casa, un aspecto muy importante”; que “no se puede decir que los alumnos se entretengan con la televisión, música o el móvil; y que el 75% de los padres estiman que sus hijos dedican “entre una y dos horas” al día a hacer deberes, si bien estos cálculos se toman como “demasiado subjetivos”.
“Puede afirmarse que los deberes en Ceuta no restan tiempo al alumno para dedicarse a otras actividades de ocio”, añade el estudio, que encuentra una relación significativa entre la afición lectora de los estudiantes y sus resultados académicos.
En primer lugar, los niños que suelen leer también “tienden a realizar siempre los deberes”. Parra también ha confirmado “rotundamente” que “en todas las asignaturas se obtienen mejores calificaciones (entre medio y un punto de diferencia) cuando los estudiantes leen la mayoría de los días o siempre”.
A juicio de la autora, “da la importancia de los deberes y todo lo que conllevan, deberían ser tenidos en cuenta a la hora de ofertar formación docente porque bien planificados y desarrollados pueden tener muchos efectos positivos en el proceso de enseñanza-aprendizaje”. “Si no se usan bien”, alerta, “podríamos incurrir en efectos negativos”. En la ciudad autónoma, solo uno de cada tres docentes afirma tener “formación específica” al respecto, generalmente adquirida de forma autodidacta porque faltan “cursos reglados”.
Dejar para casa lo no completado en clase, “arriesgado y negativo” Parra alerta en las conclusiones de su tesis de que “tal y como se dice en diversos foros y estudios, es muy arriesgado y negativo dejar para casa aquello que no se ha completado en clase” porque “suponer que todos los alumnos ‘solos’ van a poder hacer aquello que está planificado para hacerse en el aula con la ayuda del profesor y os compañeros es una práctica contraproducente”. A pesar de ello, los docentes reconocen que “la modalidad de deberes más usual es ‘terminar la tarea que quedó incompleta en clase”, por delante de “estudiar-repasar”. En su tesis apuesta porque “sería conveniente la existencia de normativas o directrices desde la Administración educativa para regular el tiempo máximo o cantidad de deberes para casa”, así como que los centros desarrollen iniciativas para “regular” el uso de un recurso que debería estar “diseñado a conciencia”.