Callados como rabizas, que precisamente es a lo que han destinado parte del dinero robado (según refiere un imputado). Así se han mostrado, hasta ahora, los comparecientes en la comisión parlamentaria que, a modo de pantomima, intentará esclarecer los hechos que acompañan al caso más grave de corrupción de toda la democracia. Tras la presentación de 8 mudos y un desaparecido, nada nuevo sabemos sobre los 1.500 millones de euros esfumados. Para los que gustan de comparativas absurdas, del tipo mal de muchos consuelo de tontos, esa cantidad es casi 13 veces la totalidad del “caso gurtel”. Esto de las comisiones y las mesas paritarias siempre me suenan a pérdida de tiempo. Si queremos saber la verdad, facilitemos los medios necesarios para que la justicia pueda actuar, no como el gobierno de la Junta de Andalucía, que anda negándole ya no sé cuántas actas y otros papeles, a la jueza que lleva el caso, lo que ya de por si consigue parecer una autoinculpación pública no deseada. El gobierno socialista de la Junta de Andalucía se está autorretratando con sus acciones ante las peticiones judiciales.
A nadie van a engañar con esa pantomima de comisión, dirigida por el escandaloso y lacerante gobierno PSOE-IU, Griñán-Sánchez Gordillo, en el que los comisionados socialistas y comunistas se dedican a torpedear las preguntas de los demás, y facilitar que los comparecientes no tengan que escuchar las cuestiones, en lugar de esclarecer a donde han ido a parar nuestros 1.500 millones de euros.
La actitud de silencio, que guarda paralelismo con las actitudes mafiosas, implica una coordinación, es decir, un cerebro en esta trama que no solo nos roba el dinero, sino además, nos lo fanfarronea en la cara, con el agravante de que hasta ahora todos los mudos y el ausente reciben o recibieron salarios públicos por nombramientos de índole política que implican el manejo de más fondos públicos. Y hasta la fecha, quien hizo estos nombramientos, el máximo responsable de todo este contubernio, el propio Presidente de la Junta de Andalucía, no ha depurado responsabilidades, es decir, no ha dimitido, y es más que previsible que no lo haga.
El nivel mostrado por quien fuera todo un director general de empleo de una de las comunidades más azotadas por el paro, al afirmar que “me [por él mismo] considero una persona jovial, pero no soy un putero”, ante las explosivas declaraciones que realizó su chófer apuntando a que se lo gastaban en “putas y cocaína” acudiendo él mismo a adquirirlo en el coche oficial, son una muestra evidente de a qué se han dedicado estos desfachatados mientras ocupaban cargos públicos y Andalucía se erigía como escarnio administrativo.
A Andalucía le pasa como a Ceuta, siempre es noticia por la afirmación de sus tópicos. Pero la realidad es bien distinta. Lo que sí parece perpetuarse es que sus dirigentes nunca están a la altura de sus ciudadanos, y que además se acompañan de un clientelismo político que fabrican con el dinero de todos. Bueno… con el dinero que les queda después de robárnoslo para una juerga. Parece como si la clase dirigente socialista estuviese interesada en perpetuar unos niveles de subdesarrollo que les garantizase seguir gobernando. Dicho queda.
Jorge Uriel Gómez
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