Politólogo marroquí nacido en Alhucemas y residente en Madrid, Mohamed El Morabet, colaborador habitual en las páginas de opinión del diario ‘El País’ y autor del muy interesante blog Tayindeideas.blogspot.com.es
analiza sin red la realidad política marroquí, desde el Movimiento 20-F, algo parecido al 15-M del país vecino, hasta la llegada al poder de los islamistas, supuestamente “moderados” del PJD pasando por las recientes revueltas en el Rif, rescoldos de una ‘Primavera árabe’ que acepta con matices.
–¿Por qué cree que las movilizaciones registradas en otros países árabes no han arrancado o se han desarrollado con la misma fuerza en Marruecos? ¿Le gustaría que hubiesen seguido un camino diferente?
–Para poder responder a la pregunta, me gustaría matizar dos puntos. El primero concierne a la idea con la que se presentan las reivindicaciones del Magreb y Oriente Próximo bajo el nombre de ‘Primavera árabe’, como si fuese todo un ente homogéneo y unicolor. La realidad es bien distinta, cada país responde a sus propias características y matices, bien es verdad que hay denominadores comunes como el religioso y el lingüístico, pero no son tan decisivos. El segundo punto se refiere al razonamiento ‘post hoc ergo propter hoc’ (después de esto, por lo tanto, a consecuencia de esto) que ha caracterizado los análisis de las revueltas juveniles del 2011. Esta falacia analítica impide hacer un buen diagnóstico y por consiguiente una buena evaluación. En lo que respecta a Marruecos, las movilizaciones son producto de la necesidad marroquí y la convergencia de fuerzas políticas en Marruecos, por lo que hay que analizarlas sin demasiada vista al exterior. Mejor dicho, con vista al interior. Personalmente hubiese preferido que las movilizaciones fuesen más institucionalizadas, abanderadas por más organizaciones formales.
- Portavoces del Movimiento 20-F reconocían recientemente no haber sabido llegar a “las clases populares” para fortalecer sus reivindicaciones. ¿Está de acuerdo? ¿A qué lo atribuye? ¿En qué se han equivocado, si es que considera que lo han hecho?
–Hace apenas un año y tres meses de la primera convocatoria del 20-F, que fue multitudinaria, espontanea y genuina, eso sí, sin liderazgos estables ni portavoces visibles. Ahora hablamos de portavoces, eso está bien, en el sentido de que el movimiento está en proceso de organización jerárquica, algo que le faltó desde el principio. Y no olvidemos que el movimiento 20-F es, ante todo, un movimiento elitista y urbano, mientras que “las clases populares” según los indicadores del último informe del PNUD y el índice de Gini son otra cosa: más de la mitad de la población marroquí es analfabeta y residente en el medio rural. Pretender que el 20-F conecte con dichas “clases populares” es una ilusión y una pesada broma.
- ¿La pérdida de vigor de las movilizaciones debe buscarse más en su carácter de avance político, si es que usted considera que lo tiene, o en los pasos dados en el ámbito económico para asegurar los precios de recursos básicos?
–Creo que las dos razones que cita son relevantes y seguramente condicionan en buena medida la fuerza de las movilizaciones. Pero me gustaría destacar que la Agrupación Justicia y Espiritualidad, con una base muy estructurada y organizada, abandonó el 20-F tras la victoria del Partido Justicia y Desarrollo en las últimas elecciones legislativas del 25 de noviembre de 2011. Además existe un hartazgo en el manifestante marroquí debido al abuso en la llamada a la movilización, más si los resultados no son evidentes. La gente quiere palpar resultados sobre todo económicos que mejoren su situación de vida, y esto desgraciadamente no está pasando.
- ¿Usted cree que las reformas adoptadas por el Rey Mohamed VI y el Majzén serán suficientes para prevenir que acaben dándose movilizaciones de mayor relevancia? En caso negativo, ¿qué nuevos pasos deberían darse?
–La movilización ha disminuido desde el año pasado y esto es un hecho. Varios factores explican esta tendencia y uno de ellos es la respuesta institucional a las reivindicaciones. El discurso del Rey Mohamed VI el 9 de marzo de 2011 ha cambiado todo el escenario de fuerzas políticas que disputan en el patio marroquí: hubo una re-escritura de la Constitución seguida de un referéndum, y más tarde, unas elecciones legislativas. Con esto quiero destacar que se empleó toda una maquinaria para ganar más legitimidad. En mi modesta opinión, el 20-F tiene que pasar del terreno de los eslóganes a una hoja de ruta política y una agenda de trabajo, es decir institucionalizarse y aprovechar la legitimidad que les ofrece la calle marroquí para disputar las instituciones del estado.
La ‘excepción’ marroquí
- ¿Usted opina que Marruecos seguirá siendo ‘la excepción’ en el Mundo Árabe?
–Aquí vuelvo a insistir en que rechazo frontalmente la idea hegemónica y homogénea que representa la frase “Mundo Árabe”. No obstante, Marruecos es la excepción porque es el país peor valorado según el informe del PNUD y sus índices de desarrollo requieren una seria intervención. Y como todos sabemos, la reivindicación es un privilegio que no toda la población se puede permitir.
- ¿La llegada al Gobierno del PJD contribuirá a medio y largo plazo a contener las protestas y dar estabilidad al sistema marroquí tal y como le conocemos?
–La llegada al Gobierno del PJD es una mala noticia, su plan perverso de islamizar el espacio y el asunto público es de suma peligrosidad. En relación a las protestas, creo que no se sabe aún, pero el discurso fácil, cómodo y populista que emplean es una muy buena herramienta para contentar a “las clases populares”. Defender la dignidad en vez de la universalidad y la gratuidad de la sanidad y la educación es un buen ejemplo de ello. Hay que interiorizar la idea de que el PJD dejó de ser un partido distintivo para convertirse en un partido atrápalo-todo (‘Catch all’), es decir, su intervalo de actuación y su clientela electoral es muy amplia y no sólo abarca a los islamistas, tal y como certifican las últimas elecciones.
- ¿Qué papel ha jugado hasta ahora el ámbito religioso en la evolución de la denominada ‘primavera árabe’ o ‘primavera de los pueblos del Norte de África’ en Marruecos a diferencia del resto de Estados de la zona? ¿Han contribuido los imames a apagar las protestas o es un asunto que no se trata en las mezquitas?
–Desconozco la influencia de los imames en las protestas. Ahora bien, son un instrumento controlado por el Estado y seguro que tienen su efecto. El elemento religioso es vertebrador de tales propuestas, los islamistas del PJD han podido conectar las reivindicaciones sociales y económicas con su discurso histórico de Halal o Haram (Permitido o prohibido). Y ahora que el PJD es gobierno usa el pretexto de que el islam es la religión del Estado para legitimar sus políticas conservadoras. Si hacemos un pequeño análisis de estos 3 meses de gobierno, podremos constatar que su actitud hacia la política es conservadora y su actitud hacia la economía es capitalista y liberal. Y mucho me temo que esta dicotomía va a ser la tónica de la legislatura.
- ¿Las últimas protestas registradas en la zona del Rif son el resultado de un descontento de naturaleza política (en reivindicación de mayor autonomía) o socioeconómico y cultural? ¿Les augura mayor recorrido? ¿Cree que el Estado marroquí ha respondido a ellas como debiera?
–Las últimas protestas acaecidas en el Rif son la máxima representación de una indignación histórica causada por una marginación institucional del Estado. El fondo que sostiene tales protestas es de carácter económico, y los indicadores lo avalan. En relación a la respuesta del estado, sin duda es mala, diré que es buena cuando haya mejoras económicas y sociales. En lo que concierne a la Autonomía del Rif, de momento es un espejismo sin mucha trascendencia, aún no se ha formulado ninguna propuesta política seria y madura respecto al tema, y todo lo que hay de momento tiene un cariz culturalista que pone como bandera los parámetros étnicos y lingüísticos.
- ¿Los conflictos del Rif y el Sahara serán, según su criterio, a corto y medio plazo, un factor que alimentará las protestas o al contrario?
–Los conflictos del Rif y los del Sáhara son inconexos y de distinta naturaleza. No creo que los del Rif se desarrollen demasiado, en el sentido de que mientras haya malestar económico habrá movilización y esto pasa en todo el mundo. Mientras, el conflicto del Sáhara condiciona mucho la actuación de la agenda del estado, y su contexto es vigilado por el resto del mundo. En este punto, me gustaría afirmar que no hay recetas mágicas y la respuesta a todos estos conflictos es el consenso y el espíritu democrático. Parafraseando a Gandhi se puede decir “no hay camino hacia la democracia, la democracia es el camino”.
- ¿Cómo cree que afectaría a Ceuta y Melilla y a la reivindicación marroquí sobre ambas una ampliación de las protestas?
–Modestamente, creo que los manifestantes rifeños en este caso, son conscientes de que las reivindicaciones están dirigidas al Estado en pos de una mejora social y económica, y las dos ciudades autónomas quedan fuera de este contexto. No obstante, yo invitaría a los melillenses y ceutíes a no ser meros espectadores apáticos, porque de algún modo comparten espacio geográfico y deben tomar partido posicionándose con algún actor de los que disputan en el patio marroquí.
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