Si la palabra axioma viene a definir una verdad incuestionable, tengo que reconocer que el dicho popular según el cual “los años no perdonan” es un axioma como la copa de un pino.
Desde la peligrosa atalaya de mis 83 años me asomo a lo que físicamente fue aquel Paco Olivencia que jugaba al fútbol de portero y al rugby como “primer pilier” en el equipo campeón de la liga universitaria madrileña; que llegó a dar unas aplaudidas verónicas a un novillo de Pablo Romero (muy justamente, por cierto); que venció en buena lid, también con público y por 26-24, al campeón de España de la segunda división de tenis de mesa (un joven catalán, recién ascendido a primera, que se resistía a ser derrotado); que jugando al baloncesto encestaba con facilidad desde lejos –entonces no existía la línea de los tres puntos-; que saltaba el potro con gran estilo; que en el servicio militar se distinguió como un tirador de primera; que, sin entrenar, hizo una única carrera cronometrada de los 100 metros en 11,47 segundos, marca notable para un novato; que fue barítono solista en una coral; que, en las romerías de San Antonio subía a buen paso, sin la menor señal de cansancio… Y todo ello llevando siempre a cuestas unos kilos de más, y muchas veces demasiados
Un Paco Olivencia que se licenció en Derecho con Matrículas de Honor, Sobresalientes y, en general, buenas notas; que llevó adelante un bufete cuya clientela figuraba entre las más importantes empresas de Ceuta; que desempeñó el cargo de Secretario General de la Cámara de Comercio durante 30 años; que fue Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos del Instituto hoy denominado “Siete Colinas”, que presidió la Federación Regional de Fútbol; que fue Diputado al Congreso y Senador por esta ciudad; que ha sido Alcalde Accidental de Ceuta durante más de 180 días, Teniente de Alcalde y asimismo Diputado en la Asamblea de la Ciudad: que fue cofundador del Ilustre Colegio de Abogados de Ceuta y del Instituto de Estudios Ceutíes; que pronunció conferencias en Ceuta y en Madrid; que colaboró en publicaciones jurídicas con artículos sobre el régimen fiscal de Ceuta y sobre la decaída vigencia del Fuero del Baylio en esta ciudad; que escribió una novela histórica y centenares de artículos, casi todos ellos publicados en “El Faro”, algunos en diarios de ámbito nacional;
¿Qué fue de aquel Paco Olivencia en lo físico y en lo intelectual? Aunque, por fortuna, estoy vivo –y bien que se lo agradezco a la Divina providencia- me veo casi recluido en casa, con la columna vertebral dañada por una hernia discal severa y con dolores unas veces aquí, otras allá y otras acullá, cuando no son aquí, allá y acullá a la vez, habiendo perdido vista, pelo, voz y dentadura, y con insuficiencia renal moderada, la múltiple actividad de aquel Paco Olivencia ha quedado reducido ahora a la redacción de estas colaboraciones, una vez jubilado del todo tras sesenta años de ejercicio de la abogacía, habiendo recibido –eso sí- diversas condecoraciones que han venido a premiar, muy en exceso, el trabajo de toda una vida, algo que agradezco de corazón.
Por fortuna, la mente sigue rigiendo con regularidad. Como antes mencioné, mi única tarea actual consiste en redactar la colaboración semanal para este diario. En tal sentido he de reconocer que, releyendo algunos artículos míos escritos tiempo atrás, hay ocasiones -¿por qué no decirlo?-- en las que me enorgullezco, considerándolos bastante mejores que los publicados en los últimos años..
La verdad es que antes hacía en una hora lo que hoy me cuesta cuatro veces más, pues una y otra vez debo corregir lo escrito, y menos mal que el ordenador se encarga de advertirme casi todos los errores, algo que no sucedía ni con las máquinas más antiguas ni con las eléctricas que las sucedieron. Ventajas de la informática.
Escribir para “El Faro”, el diario que nació el mismo año que yo -1934- no es en realidad, una obligación, sino algo que realizo porque me agrada seguir comunicándome con mis paisanos (los que me lean, si es que hay algunos). En este periódico convivimos amigablemente colaboradores de las más dispares ideologías. Como ejemplo, valga un botón. En estas últimas semanas, mientras yo escribía “Cataluña”, Juan Luis Aróstegui decía “Catalunya”, y donde yo decía “el impecable discurso del Rey”, Aróstegui escribía “la decepcionante intervención del jefe del Estado” Y no digo nada sobre cuanto escribe Germinal Castillo, haciendo honor al origen revolucionario de su nombre. Pues pese a todo, declaro solemnemente que los aprecio a ambos. Suelo compartir las aportaciones de Antonio Guerra, de Ricardo Lacasa, de Carlos Rontomé, de Luis Manuel Aznar… También suelo discrepar de lo que escriben José Aureliano Martín y Carmen Echarri –nuestra Directora, aunque hay veces en las que reconozco que llevan razón.
Aquí, en “El Faro”, por encima de partidismos y de confrontación de ideas, todos exponemus libremente nuestros criterios, formando una gran familia, la muy democrática familia de “El Faro de Ceuta”.
Hoy he mencionado solamente en una ocasión a Cataluña De todos modos, estoy seguro de que antes habría escrito este artículo en manos tiempo y bastante mejor. El triste axioma de que la edad no perdona.
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Don Francisco, este que le lee, que no coincide políticamente con usted, LE ADMIRA. Firmado un hijo de José, el sacristán de los Remedios,