Algunos observadores de la realidad económica y social de esta ciudad andaban locos intentando encontrar una explicación a las restricciones impuestas en la frontera de Ceuta por las autoridades españolas.
No se entendía muy bien que se limitara un tráfico que produce beneficios, puestos de trabajo e incluso ingresos al Ayuntamiento que, contando con este renglón, se ha comprometido en gastos importantes, sobre todo de personal. Y extrañaba más aún que el Gobierno de la Nación compensara a la Ciudad los ingresos que dejaba de percibir por el impuesto a la importación
Se barajaban varias explicaciones que a algunos no parecían suficientes, como el control de la delincuencia que evidentemente no tenemos que importarla porque la tenemos dentro, la limitación de la inmigración que evidentemente tampoco sirve, la crisis de Perejil y otras razones de menor calado. Lo más chocante es que ese comercio fronterizo beneficia y estabiliza a los habitantes de ambos lados de la frontera y venía practicándose casi desde la independencia de Marruecos en 1956.
Otra cuestión que no encaja es que estas medidas restrictivas al tráfico fronterizo se pusieron en marcha previamente en Melilla y fueron sabiamente suspendidas ante la enérgica actuación de los empresarios con su Confederación al frente. En estos momentos, mientras que en la ciudad hermana la situación es normal, en Ceuta persisten los problemas.
Sin embargo, el pasado mes de enero tuvo lugar un debate sobre el comercio con Marruecos en la emisora Intereconomía de Madrid y, en ese encuentro, se puso sobre la mesa el Informe elaborado por un grupo de trabajo que, bajo los auspicios de la Cámara de Comercio Americana en Marruecos (AmCham), estudió la incidencia del contrabando en el vecino país cifrando el negocio que produce, nada menos que en 15.000 millones de dirhams. Sin entrar a discutir una cifra que, aún afectando a todas las fronteras del país parece exagerada, es preciso detenerse en las referencias que existen a las ciudades de Ceuta y Melilla (mal llamados “enclaves” y “presidios”, incluso por los americanos).
El informe de la Cámara Americana en Marruecos, tras cuantificar en 45.000 personas –de ellas un 75% mujeres- las que se dedican al contrabando, concluye en que cada uno de estos “empleos” destruye o es causa de la no creación de 10 colocaciones legales. Así, según el documento citado, hay 450.000 afectados (sic). También se estudia la incidencia del mencionado contrabando en diversas empresas estadounidenses en el vecino país y cita el caso de Good Year que se vio obligada a reducir 150 puestos de trabajo de su factoría de neumáticos en Marruecos porque no pudo soportar el contrabando de estos artículos nuevos y usados que llegan desde las ciudades españolas del norte de África.
Y a la vista de todo esto el grupo de trabajo de la citada Cámara de Comercio Americana en Marruecos propuso, entre otras medidas, poner en marcha diversas acciones de lobbying para reducir el acceso a los enclaves españoles limitando los días y horas de entrada para estos transportes que se dedican al contrabando. ¿ Es casualidad o estará colaborando también el Gobierno español a esta imaginativa solución aportada por los norte-americanos?. El informe propone otras gestiones ante la administración española que son igualmente curiosas, como la de no tolerar la entrada de ciudadanos marroquíes solo con la carta de identidad (sic). También se proponen otras medidas de régimen interno de Marruecos que son comprensibles porque están pensadas para defender su posición sin influir en los intereses españoles.
Hay que tener muy en cuenta que las acciones de lobbying que se proponen en el Informe son, como es sabido, influir en las decisiones políticas, económicas o de otra índole a través de grupos de presión. ¿Han empezado a operar estas influencias en nuestro país para conseguir ahogar la economía de Ceuta usando nuestras propias medidas?
Lo que no dice el informe, es que Marruecos no tiene Aduana comercial con Ceuta. Los americanos que son apóstoles del libre comercio, deberían haber apuntado en su tantas veces citado Informe que no existe posibilidad de pagar aranceles de aduana en la frontera hispano-marroquí de Ceuta. Si un comerciante de Marruecos quiere importar legalmente en su país neumáticos por ejemplo desde la ciudad española, deberá llevarlos a Algeciras y desde allí a Tánger. Una situación kafkiana que pretende poner puertas al campo sin conseguirlo, claro.
Ignorar que no existe Aduana comercial marroquí en la frontera de Ceuta y, sin embargo, la hay en Melilla no solo le ocurre a los americanos, sino que es algo muy común. No lo sabían en el departamento encargado de la Unión Europea cuando lo expliqué en Bruselas, determinados organismos madrileños también lo ignoraban e incluso, los empresarios extranjeros aparecen a veces por Ceuta pretendiendo exportar legalmente a Marruecos. Y según publicó la prensa, el entonces Ministro Rato, se sorprendió al conocer la noticia.
Realmente no encaja el hecho de que se estén aceptando presiones de las autoridades norte-americanas sobre las españolas en eso que la Cámara de Comercio Americana llama “contrabando desde los enclaves y presidios”. Y ello porque nuestro país ha realizado frecuentes e importantes sacrificios por Ceuta y Melilla a través de la historia, incluso de la más reciente. Y sería inconcebible que, junto a las grandes inversiones y ayudas que están en marcha, se pretenda cambiar el modelo económico de Ceuta por las citadas posibles presiones extranjeras. Pero como puede haber confusiones, es conveniente que en Madrid estudien el mencionado Informe y conozcan que en la frontera sur de la Unión Europea, un Estado amigo no cobra aranceles ni tiene Aduana comercial, mientras se lamenta de ese contrabando propiciado por la situación descrita.
Esperemos que la intervención de la Cámara de Comercio Americana en Marruecos tenga tan solo móviles económicos y no políticos, que nuestras autoridades actúen con independencia si esto fuera posible y que si los americanos y Marruecos no quieren contrabando que, simplemente, este país cobre los derechos de aduana en su frontera.
Este artículo se publicó en El Faro de Ceuta el 3 de febrero de 2003, hace once años, y aparece recogido en el libro Ceuta en su laberinto (2005).