La comisión mixta para la UE ha dicho sí a eso de respetar o tener en cuenta las singularidades de Ceuta y Melilla. Y ahora me dirán ustedes que todo este rollo para qué vale, se preguntarán cuál ha sido el sentido de las conferencias dadas por los mandamases. Lo políticamente correcto sería decir que con el visto bueno al reconocimiento de nuestras especificidades se van a abrir todas esas puertas al futuro que nos tenían cerradas, o que por parte de la todopoderosa Europa nos van a canalizar más fondos económicos y más ayudas. Eso es al menos lo que queda en el papel, pero ¿estamos seguros de que así será?
La gran Europa nos ha convertido en gendarmes de sus problemas -o mejor dicho, de los problemas de todos-, nos ha otorgado un papel sin dotarnos de los recursos suficientes y nos ha colocado en un plano que siempre viene marcado por el déficit. Porque, nos cuenten las milongas que nos cuenten, todos sabemos el tipo de trato que tiene la ciudad autónoma, y no es precisamente preferencial.
La incógnita ahora está en saber si lo que esperan nuestros gobernantes se producirá. ¿Y qué esperan? No se engañen, lo visten de respeto, de atención, de trato... cuando en el fondo todo se reduce a dinero. Más millones en forma de fondos europeos para una ciudad marcada por su condición de subvencionada. Ceuta y sus gobernantes no saben más allá de la explotación -más o menos afortunada- del dinero que nos llega desde Madrid o desde la gran Europa. Y cuando ese dinero no llega, comienzan a aparecer los problemas, o lo que es lo mismo, la falta de liquidez.
En esa situación estamos ahora, con unas elevadas deudas a los proveedores y con una lista de impagados que intentan ocultarse con palabras como saneamiento, cuando en el fondo las alertas rojas tiempo ha que comenzaron a saltar en el Ayuntamiento.
Con la senadora Sanín al frente, nos hemos marcado el reto de Europa, nos dan el sí, nos anuncian un trato más especifico, nos dicen, más o menos, que van a tener una mayor querencia por nosotros... y todas las fuerzas políticas aprovechan por darse golpes en el pecho festejando el gran logro.
En la sombra mejor es esperar a ver si lo que pone en el papel se cumple. De momento a la clase política le ha faltado tiempo para salir a festejar en la calle su logro. ¿Los veremos los ciudadanos?