Sin duda el de ayer fue un día especial para esta Casa. Y lo fue porque se celebraba el acto que marca el punto y final a todos los que se han ido sucediendo en este aniversario. 75 años son muchos y ayer tocó recordarlo. Hubo entrega de galardones, hubo cena, hubo discursos, palabras y mensajes y se mentó ese concepto de la libertad de expresión que tantas y tantas autoridades citan pero pocas respetan. Porque no hay nada más molesto que un periodista que pregunta, que incomoda, que quiere saber, que quiere que le detallen cuál es la gestión que se está llevando a cabo en las distintas áreas. Atenderle es satisfacer unas cuestiones que serán trasladadas a la ciudadanía, o sea que es ni más ni menos responder a lo que los ciudadanos quieren saber. Pero esto no todos lo entienden por eso ayer no se habló una sola vez de la libertad de expresión, se hablaron muchas. Y eso es bueno, que ese concepto se escuche, para que quienes tienen que recibir el mensaje sepan que no se puede valorar, que no se puede comprar, que no se puede anular ni controlar. Intentarlo es matarla.
Tras esa libertad de expresión hay profesionales que han trabajado, y mucho, por mantenerla. Los hay ahora, en forma de plumillas o de colaboradores. Y los hubo antes, con personas de esta Casa que ya no están entre nosotros, porque han fallecido, porque se han jubilado, porque atraviesan una etapa complicada... Emilio Cózar, Tony, Quino Curado, Pepe Ferrero... se han ido físicamente pero han dejado su impronta en las páginas de este medio de una u otra forma. Es ésta una manera de seguir vivos, de continuar en la brecha. Avanzar en el respeto a los profesionales es avanzar en la democracia. Si del acto de ayer se ha entendido ésto, ya hemos conseguido demasiado.