Muhamad A.M., conocido como ‘Loquillo’, negó haber disparado hasta terminar con su vida a Youssef Ikioui la noche del 24 de julio de 2015. Esa madrugada dijo que se encontraba en la barriada y escuchó “una explosión muy grande”, después vio a un chaval en el suelo y a otro chico a su lado, el que resultaría ser testigo protegido.
“No vi al que disparó ni a nadie corriendo”, expuso ante el Tribunal del Jurado, en la que fue la última declaración de la jornada. ‘Loquillo’ negó su pertenencia a bandas delictivas y justificó su ocultación durante diez meses por el “miedo” que tenía, ya que se había enterado de que le buscaban.
“No sabía cómo enfrentarme a esto y decidí ocultarme. Mi familia me insistía constantemente para que me entregara”, narró.
‘Loquillo’ se dibujó ante los miembros del jurado como una persona que circunstancialmente pasaba por allí, y que al final se ha sentido señalado como presunto asesino.
Tras el crimen, tras huir del lugar de la misma forma que huyó el testigo protegido, se fue con sus amigos de botellón, pero al poco tiempo los vecinos del barrio comenzaron a decirle que le señalaban como implicado. Se ocultó “porque no sabía cómo encararme a esto, cómo arreglar este tema. Tenía miedo. Lo he pasado peor oculto que ahora el tiempo que llevo en prisión”.
Durante esos diez meses ‘Loquillo’ ha negado que las bandas del Príncipe le escondiesen, como dijo la Policía. “Eran los mismos vecinos que me han visto crecer los que me abrían las puertas de sus casas. Me protegían ellos y mi familia”.
Su abogado le preguntó las cuestiones básicas para que quedara constancia de sus respuestas ante el jurado y ‘Loquillo’ ofreció a todas las mismas. “¿Salió de un callejón?, no. ¿Levaba un arma?, no. ¿Disparó a Youssef en el rostro?, no”. ¿Y por qué un testigo lo señaló? ‘Loquillo’ cree que lo hizo porque lo vio en ese momento, en el escenario del asesinato. “Youssef era un chico normal, no tenía nada con él, horas antes lo vi y nos saludamos. Con el testigo tampoco tuve problemas. Lo mismo que le ocurrió a él me ocurrió a mí, tuvimos miedo y huimos”.
La declaración de dos forenses sirvió para aportar datos sobre cómo murió Youssef. Le dispararon a más de un metro de distancia, ni a bocajarro ni a quemarropa, y la herida causada fue de tal gravedad que le provocó una hemorragia aguda imposible de ser controlada. Fue lo que concluyeron después de examinar el cadáver, aunque con la matización de que este había sido tratado en el Hospital por lo que sus heridas habían sido limpiadas.
El disparo entró por una mejilla y pasó por encima del cielo de la boca, provocando unos daños tales que aunque le atendieron de inmediato nada pudo hacerse por salvarle la vida.
A través de videoconferencias se conocieron detalles de los informes especializados en torno a las pruebas halladas. Por ejemplo, las ropas encontradas en el registro de la casa de ‘Loquillo’, que contenían restos de residuos pero que, como apuntó un agente, podían ser compatibles con el uso de un arma de fogueo. No se halló resto de sangre ni de ADN.
Clave fue conocer que la vaina hallada en el escenario del crimen y la que se encontró en la casa de ‘Loquillo’ son de armas diferentes, por lo que Balística ha confirmado que no tenían relación entre sí. La encontrada en la casa, dijo ‘Loquillo’, la recogió de casualidad, hace años, en una chatarrería. Nunca se pudo saber con qué arma se cometió este crimen, ni tampoco se encontró.
Además los restos analizados carecen de vinculación con otros crímenes.
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