“Lo que se llevaba a su casa estaba bien ganado, recorría cada callejón del Príncipe”

Con 34 años, deja una familia destrozada a la que toda una barriada y un Cuerpo brindan su apoyo porque “Yamal era una persona maravillosa y un trabajador muy querido y respetado”

Yamal quería trabajar en El Príncipe, una barriada a la que se sentía muy vinculado y en la que residía parte de su familia. Él vivía con su mujer y sus dos hijos, de tres años y seis meses, en El Morro. "Adoraba a su familia, ayudar a la gente... y al Real Madrid". Entre lágrimas y recuerdos, sus compañeros del Polifuncional, lugar donde se le había puesto a su disposición una oficina permanente en la que tramitaba numeroso papeleo "no sólo relacionado con el registro si no con todo lo que se le pedía porque él hacía de todo", no dejan de hablar de él como si estuviera vivo. "Como un hermano, y cuando podemos, nos escapamos a Tánger a comer o a un haman... un tío de los que no hay, sin duda, entregado a sus compañeros y a sus vecinos y todo un ejemplo a seguir". En la mañana del lunes ya se encontró mal. “Yo le vi muy serio, y él siempre estaba sonriendo y le pregunté si le pasaba algo y dijo que no se encontraba muy bien, que quizá tenía ansiedad porque notaba taquicardias”, dice uno de sus compañeros. Acto seguido, todos explican casi al unísono: “Imagínate si era responsable y profesional, que a las 13:45 estaba ya en la puerta del colegio Príncipe Felipe para regular el paso de los niños y el tráfico de la zona, mientras su corazón ya estaba comenzando a sentir el infarto”. Así fue. Comió en su casa, echó una siesta y salió a correr. “Deportista donde los hubiera, últimamente estaba muy contento porque también iba al gimnasio y se estaba poniendo fuerte y nos enseñaba el músculo como él era, bromista, alegre, divertido, pero sobre todo, bueno, buenísimo, una persona maravillosa”. Entró al hospital por su propio pie pero los médicos ya no pudieron hacer nada por salvar su vida. “Cuando te llega la hora, te llega, pero ha sido como un mazazo. Nadie lo esperaba... y menos él, tan sano, tan deportista, tan joven...tenía 34 años, dos hijos que empezaban a vivir y muchos amigos”. En el Polifuncional, las gafas de sol ocultan los ojos de muchos compañeros que pasaban junto a él las horas del día.
Aún sin creérselo, todos los que compartían con Yamal desde el desayuno hasta el tiempo libre del que podían disponer “porque aprovechábamos de vez en cuando para ir a Marruecos, a comer a Tánger, a un haman...”, explican que al mes de haber llegado a su puesto de trabajo, hacía unos cuatro años, “se inundó el techo del polifuncional y ni corto ni perezoso  se arremangó los pantalones y subió arriba a reparar lo que pudiera”. Recuerdan su ilusión, sus ganas de ayudar a todo el que acudía, de enseñar a las personas mayores con mucha paciencia lo que les decían las cartas que llegaban a sus casas y ellos no sabían interpretar, los niños de los colegios “le adoraban”. Un compañero recuerda que su hija siempre que podía le llevaba un chicle “porque sabía que le gustaban mucho”. Ayer toda la comunidad educativa estaba consternada y los niños preguntaban por él a sus padres y madres, también muy apenados. “Yamal era de conversar, trataba siempre de hacer comprender al vecino que debía aparcar en otro sitio o cumplir las normativas antes de ponerle una multa, tenía mucha mano izquierda”. Menos con el Real Madrid. “Era mejor ver los partidos por separados porque si no, acabábamos montándola”, dicen sus compañeros logrando sonreír en un momento de la conversación. “Y también era tozudo: una vez un ladrón le robó el bolso a la farmacéutica y recorrió toda la calle en una persecución en la que finalmente lo alcanzó y recuperó lo robado”. Dicen que lo hizo sin saber lo que había dentro, pero que después todos supimos que “llevaba 3.000 euros en el bolso, pero él lo hubiese hecho aunque estuviera vacío, velaba por nuestra seguridad y punto”. Y sin miedo porque “si tienes miedo y no te gusta este trabajo, aquí no puedes estar”.

Minuto de silencio
El Polifuncional se ha quedado mudo de nuevo después de que hace ya nueve meses un brigada cívica falleciera. “Entonces desde la Ciudad no nos permitieron hacer un minuto de silencio, no es justo, que conste en el artículo”, apuntan. Ayer se hizo. A la puerta del despacho que ocupaba, una docena de velas alumbraban una foto de Yamal y las frases que los compañeros le dedicaban. “Gracias por haber cuidado de nosotros”, escribía Loli entre lágrimas. “Siempre nos daba ánimos, tranquilidad, era muy protector, conciliador, positivo...nunca le olvidaremos”. Afirman que “lo que se llevaba para su casa, estaba bien ganado, conocía cada callejón y era un verdadero policía de barrio y se podría decir que él era un auténtico policía de barriada. Esto ha sido una gran pérdida para Príncipe Alfonso”, coinciden en decir sin dejar de dar ánimos a su familia y recordarles que “aquí estamos para lo que necesiten”.
Desde la Asociación de Vecinos no hay más que buenas palabras para referirse a su labor como “esencial” en la barriada”, al igual que la del resto de policías locales a los que todos los compañeros y amigos también saludan con cariño. “Yamal no se echaba para atrás en nada y estaba ahí para todo”, recuerda el presidente vecinal, Abdelkamil Mohamed que ensalza una labor “que demostraba cada día sacando adelante cualquier problema. Sin duda, todos en la barriada le vamos a echar de menos”.

Sidi Embarek se queda pequeño para despedirle

Sus compañeros del Cuerpo se cuadraron ante el paso del féretro. Tanto en el Polifuncional donde estaba destinado como en el propio Cuerpo, nadie podía decir una palabra mala de él. “Ni como persona, ni como profesional”. Ayer fueron cientos los ceutíes que quisieron acompañar a Yamal hasta el cementerio de Sidi Embarek en un día en que el luto ensombreció  la ciudad por partida doble. Tanto en el funeral por el joven piloto, como en el entierro del joven policía. “Adoraba su trabajo y eso se notaba al ver como trataba a las personas, siempre con una sonrisa, sin malos gestos, intentando ayudar y procurando la concordia y dar ejemplo de ciudadanía”. Nadie ha querido dejar pasar la ocasión para transmitir el pesar a todos cuantos compartían con él su vida, familares, viuda e hijos, amigos y en definitiva “en especial una barriada que nunca lo va a olvidar”. Aseguran los que lo conocían que “simplemente ver toda la gente que ha venido a despedirle, demuestra lo querido que era” y que “en el Príncipe, Yamal siempre va a ser recordado por jóvenes y mayores como un profesional muy respetado por hacer una labor encomiable”.

Bel destaca el orgullo que siente por la Policía Local y definió a Yamal como “un policía ejemplar para todos”

La consejera de Presidencia y Gobernación, Yolanda Bel, declaró ayer a 'El Faro' que sentía un orgullo especial por mandar la plantilla de la Policía Local por la demostración de cariño y compañerismo que habían demostrado todos los compañeros de Yamal por haber llegado hasta el final con su compañero, "lo que viene a demostrar que es un Cuerpo donde los valores personales y morales están por encima de otras circunstancias".
Señaló que en la noche del lunes, tanto el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan Vivas, como ella misma habían estado con los familiares para acompañarles en estos momentos de dolor y definió a Yamal como un "policía ejemplar" y desde luego "ha sido un mazazo para todos", destacando la gran labor que durante muchos años este agente había realizado en la barriada del Príncipe, donde se encontraba destinado.
Dijo que sentía un gran satisfacción por el gran número de agentes, salvo los que se encontraban de servicios, que habían acompañado a su compañero fallecido.{galerias local="20120418_08_09" titulo="Sidi Embarek se queda pequeño para despedirle"/}