Nunca me ha gustado meterme en los entresijos y la vida interna de ninguna formación política, del mismo modo que tampoco me ha gustado meterme en temas personas. Pero la estrategia electoral del Partido Popular en las pasadas elecciones municipales, donde a través de determinado medio decidieron meterse en el funcionamiento interno de Caballas, y en temas personales de algunos miembros de dicha coalición, nombrando a familiares, algunos fallecidos, pues hace que las cosas cambien. Fue la estrategia que utilizaron, pensando que con ella Caballas sacaría dos diputados, una campaña orquestada por Yolanda Bel y con el visto bueno de Juan Vivas, pero no hace falta que recordemos más, puesto que recordando es gerundio. Abrieron la caja de Pandora.
Aún así la línea de hablar de familiares, seguiré sin utilizarla (de momento), al parecerme de lo más asqueroso y miserable. No hablaré pese a tener noticias más que jugosas desde antes de las elecciones y pese a que el propio Vivas diera el visto bueno a que se nombrase a mi padre en determinado panfleto, de esas cosas no hablaré de momento, aunque no olvido.
Que el PP había sido absorbido por el GIL es algo que aparte de no necesitar más pruebas, los mismo del PP de toda la vida lo dicen y reconocen. El último ejemplo ha sido el desplante al senador Cucurull, si alguien se merecía ir en el puesto que quisiera en las próximas elecciones es Nicolás, por veteranía y por curriculum. En el PP existían miembros de toda la vida, los que vivieron los malos momentos, afiliados de nuevo cuño, los que llegaron a finales de los 90 entre los que estaba Cucurull y Vivas, y finalmente los exgilistas que han terminado por imponerse a todos los anteriores. Da la sensación que entre los unos y los otros, los de toda la vida y los exgilistas Vivas se ha echado a los brazos de los segundos. Nicolás desde un principio se integró más en el partido, en su historia y en el respeto a tiempos no tan buenos. Se decantó por la política como vocación, frente a la política como modus vivendi de los exgilistas, esos que consideran que en política es necesario ser un gran gestor, como el que dirige una gran multinacional, extirpando de la gestión política el corazón y el alma, y dejando solamente el cerebro y el bolsillo. Los gestores no entienden de banderas, se vio cuando en contra de las directrices del PP de Madrid, votaron a favor de la financiación autonómica, cuando a Ceuta le daban unas migajas que finalmente no llegaron ni a eso, más pedigüeños que negociadores exigentes. Para eso no hicieron caso a Madrid, para temas como el Estatuto de Comunidad Autónoma, si. El motivo simple, no les importa nada más allá que sus propios ombligos, y dentro de ese egoísmo misógino, da igual quien se quede en el camino, su valía y sus opiniones.
Que Nicolás pidiese ir en la candidatura al Congreso y ni tan siquiera le escuchasen, que el Comité Electoral (todo hace indicar que dicho comité es el propio Consejo de Gobierno) ni tan siquiera se plantease esa opción, me parece una falta de respeto enorme a una persona que ha demostrado su valía y dedicación a un partido que está desmembrado, y actualmente dominado por personas que cuando lleguen mal dadas, saldrán corriendo y los de siempre tendrán que reconstruir desde los escombros que dejarán los grandes gestores y de un Vivas que se ha quitado de en medio a los que le llevaron a la política y a los que le acompañaron en esa aventura. Pero como en Casablanca “siempre le quedará París”