Lo que esconde la droga

En el Laboratorio de Sanidad trabajan profesionales encargados de identificar los tipos de droga y, también, su calidad. De su buen hacer dependen los informes que serán trasladados a instancias judiciales. Cada detalle, cada paso que dan cobra vital importancia.

Probetas, medidores, pesos perfectamente calibrados, campanas protectoras, fichas con múltiples tablas comparativas, sustancias de todo tipo... El Laboratorio de Sanidad abre sus puertas a FARO TV para desvelar cómo es el día a día de unos profesionales que se mantienen en el anonimato pero cuya función es extremadamente delicada. De ellos depende el análisis de la calidad y cualidad de la droga, de esos kilos y kilos que interceptan las fuerzas de seguridad y que se cuelan entre las crónicas de sucesos con titulares más o menos llamativos.
En esa particular cadena que comienza con la operación policial y termina con la sentencia que dicta un juez hay un eslabón clave. Y ése no es otro que el que esconde el trabajo de estos profesionales, puesto que del mismo depende conocer al detalle qué tipo de droga es la intervenida o cuál es su pureza. El hachís ha llegado a encontrarse en un alto grado; la cocaína sigue llegando en pocas cantidades salvo el hallazgo por sorpresa, el pasado jueves, de hasta 258 kilos de esta sustancia flotando en el mar. La heroína asoma de manera residual, no así las pastillas como el Trankimazin o el Rivotril, cuya detección avanza.
Bloques, tabletas, cápsulas, cogollos de marihuana, papelinas... la droga llega de distintas formas e incluso aparece con la ‘marca’ de la casa, ya que los dueños de la mercancía imprimen, en el caso del hachís, un símbolo que viene a determinar la propiedad. Desde el dibujo de un animal hasta una simple letra o el escudo del equipo de fútbol favorito.
Todo se analiza con detenimiento en este Laboratorio, tomando primero las muestras siguiendo un protocolo de Naciones Unidas, averiguando después el peso exacto (bruto y neto) y determinando finalmente la pureza del material incautado. Todo tiene que estar reconocido hasta el más mínimo detalle. Nada puede fallar. El trabajo se tiene que hacer con detenimiento y pulcritud, combinando un análisis cualitativo y otro cuantitativo.
Las básculas (una para las cantidades más pequeñas y otra para los grandes alijos) están perfectamente calibradas, ya que pasan evaluaciones constantes para que no haya problema alguno en el pesaje. Y es que un gramo más arriba o un gramo más abajo puede determinar, incluso, que haya condena. Por eso nada puede fallar, todo tiene que ser reflejado de una forma adecuada. “Una vez tenemos el peso neto, se hace la toma de muestras siguiendo el protocolo según la cantidad que entre para que siempre sean aleatorias. Las muestras las metemos en unas bolsas numeradas con su registro de entrada y expediente antes de pasarlo al laboratorio para su análisis, primero cualitativo para saber la sustancia que luego se cuantifica en el cromatógrafo”, explican en el Laboratorio.
La protección en un trabajo en el que se maneja gran cantidad de drogas es clave, por eso disponen de una campana para protegerse en la manipulación, evitando por ejemplo la inhalación de sustancias. Ya es demasiado habitual que los narcotraficantes cuelen sus mercancías protegidas con pimienta, plásticos, café y productos varios para intentar burlar el olfato de los canes antidroga del Servicio Cinológico. Incluso envuelven la droga con gran cantidad de toallitas o con papeles que a su vez han sido impregnados de todo tipo de sustancias. En el Laboratorio se exponen a su inhalación, de ahí que haya que adoptar la máxima protección.
FARO TV asiste a una demostración de cómo se lleva a cabo el análisis de la droga a partir de una muestra recién intervenida. Es costumbre la imagen de entrada y salida de guardias civiles o policías nacionales depositando la mercancía recién intervenida o recogiendo informes. Trabajan codo con codo, aunque desde distintos ámbitos, pero siempre en torno a un mismo asunto: el narcotráfico.  
La muestra elegida es hachís, pero para determinarlo hay que hacer un análisis que permita conocer su principio activo. Según la coloración se sabrá, al adquirir una tonalidad distinta a, por ejemplo, la cocaína o la heroína. Habrá que esperar unas horas diluyendo la muestra antes de dar el siguiente paso, trasladarla al cromatógrafo de gases: una suerte de piezas metálicas que integran un aparato del que, tras dar varios pasos, sabremos su pureza tras cuantificar el tanto por ciento de THC. Con este aparato se separan las distintas sustancias de una mezcla. Hay análisis que sorprenden, ya que últimamente se ha detectado hachís de una pureza mayor a la considerada normal o rutinaria: más de 18% de THC.
El informe final vendrá a resumir un trabajo de horas, de días, que se convierte en una rutina para un Laboratorio que no descansa porque siempre, desgraciadamente, hay demanda. Los narcos, es evidente, nunca se van a tomar vacaciones.

LOS DATOS

Un eslabón clave en la cadena

1. Intervenciones de droga. Las fuerzas de seguridad trasladan la mercancía intervenida al Laboratorio. Es una entrada y salida constante de mercancía que tiene que ser analizada al detalle.

2. Análisis exhaustivo. Las sustancias son pesadas para arrojar el peso exacto que tiene la mercancía sin envoltorios. Después se procederá a un análisis del tipo de droga que es y de la calidad que tiene, cuantificando la pureza de la misma.

3. Informes. Los trabajadores elaboran los informes con todo detalle para dar traslado a las instancias competentes sobre qué tipo de droga ha sido intervenida y qué pureza tiene así como su peso exacto.

4. Constante. El trabajo no cesa porque siempre hay mercancía que analizar.

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