Lo que no puede ser no puede ser y además, es imposible”. Existen dudas sobre la autoría de esta frase, hay quien se la atribuye al torero Rafael Guerra aunque probablemente pertenezca al sacerdote y diplomático francés Talleyrand. En todo caso lo que es seguro es que describe con precisión aquello que contraviene irremediablemente a la lógica.
Y así ha ocurrido en el reciente congreso socialista del que hemos salido con un nuevo dogma redefinitorio de la ciencia política: la nación de naciones en un estado plurinacional y federal. Uno y trino.
Lo de la nación de naciones es algo así como la cuadratura del círculo. La existencia de una nación excluye la existencia de otra dentro de sí porque en ese caso la primera no sería tal, vamos que según la nueva intelligentsia socialista, una categoría incluye a otras que la niegan…sin comentarios. Para hacer tragable el emplaste nos dicen que no se trata de naciones políticas sino culturales, algo así como lo que los de líderes de Podemos alumbraron para la Bolivia indigenista, o sea que según los socialistas serian naciones las que tuvieran rasgos culturales tan específicos y excluyentes del resto de los españoles como para tal consideración pero no nos dicen cuales son estas nacionales culturales. Si tan clara tienen su existencia deberían empezar a enumerar quienes son nación dentro de una nación y quienes se tienen que contentar con ser españolitos así, a secas. Pero es que además el concepto de nación cultural se emplea para definir a aquellos pueblos diferenciados que se encuentran en un mismo espacio, o sea que la nación cultural no tiene un componente territorial, así que en el territorio catalán no tendría porque existir una única nación cultural catalana también tendría cabida la nación cultural castellanoparlante e incluso las naciones culturales formadas por los inmigrantes extranjeros cuando su número fuera relevante.
Ni que decir tiene que toda esta imaginativa forma de acercarse al separatismo y a la izquierda radical choca con la propia Constitución que nos habla de una nación única e indivisible, patria común de todos los españoles y que es en este pueblo, el español (no el catalán, el vasco o el soriano) donde reside la soberanía nacional que algunos pretenden trocear.
Para encajar todo este galimatías de lo plurinacional los socialistas han vuelto a recurrir a lo del federalismo como solución equidistante entre los que quieren romper la nación y aquellos que se mantienen fieles a lo proclamado por todas las constituciones españolas de los dos últimos siglos (hasta el proyecto de Republica Federal de 1873 habla de una Nación Española). Pero el problema es que el federalismo es un tipo de organización política basada en la existencia de estados soberanos que se unen en una federación, no es el producto de un proceso de descentralización de un estado unitario como el nuestro y además, y este es el escollo más insalvable, esta propuesta jamás será del gusto de los separatistas que no quieren ni oír hablar del “café para todos” característica irrenunciable del federalismo que a fin de cuentas se basa en la igualdad soberana de todos sus estados miembros. En Estados Unidos, modelo federal por antonomasia, los padres fundadores crearon una federación donde ningún nuevo estado podría formarse o erigirse dentro de los límites de otro estado. Porque no debemos olvidar que es esto y no otra cosa, lo que está realmente en juego.